miércoles, 21 de noviembre de 2012

Crítica de ANIMALS, de Marçal Forés

ANIMALS, de Marçal Forés (España, 2012)
¿De qué va?: Pol es un joven retraído que tiene un amigo imaginario: un oso de peluche con el que habla y toca música. El equilibrio de su inestable mundo se rompe con la llegada del misterioso Ikari a su escuela. Hasta que una compañera de clase desaparezca y Pol decida deshacerse definitivamente de su secreto...
El dato: Martin Freeman, el Watson de la serie británica Sherlock, interpreta al profesor de historia de arte de Pol. Es la última película que rodó Freeman (en noviembre del 2010) antes de viajar a Nueva Zelanda para empezar a trabajar en las películas de El Hobbit de Peter Jackson.
Valoración: El cine catalán tiene de todo: nombres consagrados, jóvenes realizadores con mucho futuro por delante, escuelas de cine de calidad que están formando a toda una generación de cineastas y técnicos, grandes actores cuyas únicas ventanas hasta hace poco eran series televisivas y obras teatrales, absoluta libertad creativa y una personalidad indiscutible. Con Animals, que puede pronunciarse a la catalana o a la inglesa según las dos realidades lingüísticas del film, nuestro cine suma una película de culto que podríamos llamar 'la Donnie Darko mediterránea'. Visual y narrativamente no se parece a nada: tiene un pie puesto en lo retro, el anime y la música alternativa, y otro en el cine estadounidense más a contracorriente donde cabría apuntar la obra de Gus Van Sant y la citada película de Richard Kelly. Estrictamente no deja de ser un relato sobre las dificultades que supone abandonar la infancia-adolescencia para aceptar las complejidades de la edad adulta en un mundo que parece ofrecer pocas motivaciones. Pol, el protagonista, se agarra a su cosmos interior oscuro como lo haría un Peter Pan en el país de las tinieblas. La película es un cuento tétrico con excentricidades de todo tipo y una atmósfera muy conseguida. Es un film tan difícil de describir como tal vez de defender: puede que junto a Verbo de Eduardo Chapero-Jackson sea la única película española reciente que hable sin pelos en la lengua y sin miedo a resultar demasiado críptica sobre la adolescencia, y no por casualidad ambas resultan tan estimulantes como descompensadas, tan únicas en su especie como imperfectas. Tanto Verbo como Animals, y seguramente más la de Forés que la de Chapero-Jackson, aspiran a trascender las audiencias cinéfilas para acercarse a un público joven que busca en el cine una respuesta y una ilustración de todos sus miedos inconfesables. Por este motivo una y otra han pasado fugazmente por los cines, y por eso las dos quedarán como películas atemporales, encapsuladas en sus universos ricos y terroríficos. Si la primera llegado cierto punto del metraje caía en el ridículo absoluto, esta Animals se intrinca en exceso pasados los primeros tres cuartos de hora y eso impide conectar con su poética bizarra. Pero ambas quedan aparcadas para próximos visionados, y hay que reconocer que las dos, al ser historias difíciles de entender, asimilar y digerir al encenderse las luces del cine, adquieren consistencia al recordarlas. Una obra que pese a no convencerme al cien por cien tiene más personalidad y riesgo que la mayoría de películas que inundan la cartelera.
Palmarés: Proyectada en los festivales de San Sebastián, Sitges, Roma y el REC de Tarragona.


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Nota: 6

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