martes, 30 de octubre de 2012

SITGES 2012: COMPLIANCE, de Craig Zobel

Algo más que una broma de mal gusto
COMPLIANCE, de Craig Zobel (EE. UU., 2012)
¿De qué va?: Empieza un nuevo día de trabajo en una hamburguesería cualquiera de un lugar perdido de la Norteamérica profunda. Los empleados se visten con sus uniformes, en la cocina empiezan a freirse patatas y carne, el local se llena de gente. El día anterior alguien dejó la puerta del congelador abierta y hay poco stock de bacon y pepinillos, algo que crea un ambiente de tensión entre los trabajadores. Una rutina interrumpida por una llamada de teléfono. Al otro lado del aparato, la voz de un presunto policía insta a la encargada del burguer a retener en una habitación a Becky, una adolescente que se ocupa de atender a los clientes desde el mostrador. Becky está acusada de robar a una cliente. Este es el inicio de una pesadilla dilatada durante largas horas: mientras el presunto policía se dirige al restaurante de comida rápida para detener a la ladrona, la coordinadora debe someter a la presunta ladrona a todo tipo de maltratos, vejaciones y preguntas del todo surrealistas.
Reacciones del público en Sitges: Muchos se quedaron a cuadros con el rótulo final que se puede leer al final de Compliance. La ópera prima de Zobel se basa en más de un caso real sucedido en Estados Unidos, el país donde la realidad supera a la ficción día a día. Ese detalle obliga a ver la película desde otra perspectiva, aunque muchos espectadores, intuyo, no supieron acceder a las alas más perversas del relato. Durante la sesión se escucharon risotadas exageradas, cuchicheos e incluso comentarios del tipo 'hostia', 'pero esta tía es tonta...' o '¿pero no ven que todo es una broma?'. Sin duda, una de las películas más tensas que se pudieron ver en el Auditorio principal del certamen.


Valoración: Destinada a ser una pequeña obra de culto, y a partir de una premisa que no se aleja de lo visto en, por ejemplo, Última llamada de Joel Schumacher, Compliance es un cuento lleno de perversión y terror implícito. Una anécdota mínima acaba dando una parábola de tono realista, a ratos casi documental, que nos obliga a replantearnos las relaciones de poder que se establecen entre las personas, muy concretamente en un ámbito laboral en el que la jerarquía de cargos causa constantes fricciones. Aunque no lo parezca, Compliance es una película de calado social que toma el cine de género como mecanismo de tortura para el espectador y de denuncia final. Una película juguetona que mantiene en vilo. Cargada de un humor envenenado y surrealista, con unas interpretaciones totalmente creibles y un giro final de lo más inteligente. La historia de una calumnia, de una injusticia. ¿Basta con recibir las órdenes de un superior para quebrantar la ley? ¿Quién es el brazo que dicta y ejecuta? ¿Tan culpable es quien actúa con alevosía como quien se deja embaucar por otro? ¿Dónde empieza y acaba lo permisible cuando se trata de impartir justicia? Cuestiones que al acabar la película siguen latentes. Ver Compliance es lo más parecido a abrir la caja de pandora. Una apuesta modesta que funciona con una precisión de hierro. Algunos no se la tomarán en serio. Otros sabrán ver que en lo intrascendente siempre anida lo grave. Y créanme: Compliance angustia a tal grado, causa tal sensación de malestar y consigue que empaticemos tanto con sus víctimas y verdugos que es difícil salir ileso de la proyección. Una de las grandes películas que se vieron en el Festival de Sitges 2012 y que seguramente causará mucho revuelo en la red. No se la pierdan.


Para amantes del cine pequeño pero matón
Lo mejor: Pone muy nervioso, en el mejor sentido de la palabra.
Lo peor: La premisa es, pese a todo, limitada.

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Nota: 7

Tráiler:

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