El legado del mal
CHAINED, de Jennifer Chambers Lynch (EE. UU.; 2012)
Premio especial del jurado y premio al mejor actor para Vincent D'Onofrio en el Festival de Sitges 2012
Nada hacía presagiar que Lynch, tras dirigir una road movie tan descafeinada como Surveillance, volvería a Sitges con una película tan sólida como Chained, con la que ha repetido presencia en el palmarés. Chained tiene todos los ingredientes para ser una película de culto y merece estrenarse en las salas para dejar su huella más allá de los circuitos especializados. Una consideración del todo pertinente porque Chained, en contra de lo que podría parecer, no es una película gore, de violencia gratuita o alcance restringido al fan del género fantástico. El mejor cine de horror no pierde de vista lo humano y sus propuestas más loables son aquellas que saben conciliar su alma claramente terrorífica con su vertiente social. Por eso Chained sorprende, va expandiéndose a medida que avanza y finalmente explota. Es festiva, porque el espectador disfrutará con los sorprendentes derroteros y giros de trama que va tomando la cinta. Y al mismo tiempo es cruda, porque la historia nunca se desgaja de lo real, cuanto menos de lo plausible, y nos zarandea hasta escupir su corazón podrido, reformulándose como relato terrible sobre los males heredados, las psicopatías consanguíneas que pesan y pasan de generación en generación. Lynch es muy inteligente. Al principio inserta el horror desde fuera y nos pone en la piel de la víctima: un niño de nueve años retenido contra su voluntad en la casa de un asesino en serie. A continuación explora la psique del malvado en una parte central muy tensa en la que el terror queda implícito, escondido en una rutina diabólica: el niño, encadenado en una casa sin apenas muebles, se convierte en el esclavo de su raptor. Y aprovechando ese constante estado de alerta en el que ciertas reacciones de los protagonistas no parecen tener demasiado sentido (el malo trata al niño como a un perro, pero cierta compasión o inconsciencia le empuja a darle al pequeño libros sobre anatomía para que 'estudie'), la película se desnuda, desvela sus verdaderas intenciones y sacude siguiendo los mecanismos del género (las últimas escenas son a nivel técnico una delicatessen para el seguidor del terror) y de la reflexión (hay catarsis, debate abierto y hasta final con múltiples lecturas). Por todo ello, Chained es una de las cintas más interesantes sobre la falsa moral estadounidense y un reflejo de toda la negrura que se esconde debajo de las alfombras familiares. Chained es tal vez la mejor crítica en muchos años sobre la mala educación y sus consecuencias, sobre los lastres y las costumbres que dejan nuestros padres a modo de legado malvado. En Chained no hay buenos ni malos sino hombres con muchas aristas y matices, con debilidades y perversiones ('las personas son una imagen hecha mil pedazos como los puzles, dice el protagonista a su 'hijo'). Y para colmo, Vincent D'Onofrio borda ese ser carnívoro por el que sentimos asco, miedo y pena. Lynch ha dado un golpe de autoridad y ha parido con rabia y con certeza una película importante: es tanto una obra hecha desde la militancia del género de terror como la cinta de alguien que ha investigado y ha escarbado en la herida de todo un país. El terror es una estrategia más para contar lo inenarrable, para relatar aquello que parece carecer de explicación: lo que empuja a alguien a ser, directamente, un 'hijo de puta'. Sin complacencia y sin caer en lo escabroso. Chained es pequeña y a su manera inmensa: no pueden perdérsela.
Para los que saben que la serie B puede y debe ser un género mayor
Lo mejor: Resulta más escalofriante al recordarla.
Lo peor: Que el espectador se quede en el plano estético y superficial del cine de terror.
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Nota: 8
Las sigo todas desde mi tienda cercados metalicos y asi estoy al dia. No me pierdo una.
ResponderEliminarSaludos