miércoles, 1 de agosto de 2012

Sé tú mismo: Crítica de GET REAL, de Simon Shore

Get Real es una de las películas británicas más emblemáticas de la década de los 90. Abrió un necesario debate sobre la visualización de la homosexualidad en los institutos, y además dio al queer cinema un film de referencia que todavía hoy en día es una película de culto. Basada en el libreto teatral de Patrick Wilde, Get Real continúa funcionando casi quince años después de su estreno por su franqueza, su humor y su inteligente descripción de personajes. Una película elegante, nada morbosa, con una trama muy sutil que va creciendo hasta sellar un final que marca la liberación de un personaje que harto de esconder su sexualidad decide vivir su vida a su manera, ser él mismo en una escena en la que podemos escuchar la icónica y recurrente Think (Freedom) de Aretha Franklin. Una cinta que traza un retrato amplio del despertar sexual y homosexual en la adolescencia: es sincera en sus escenas más tórridas, sus personajes hablan y se comportan de forma natural, sin plumas ni exageraciones, y el director consigue insertar varias subtramas que dan cuenta del papel de padres, amigos y educadores. Una historia entretenida y pedagógica cuyo visionado debería ser obligatorio en los centros educativos. Un cuento sobre la aceptación y el maltrato en una edad en que las hormonas campan a sus anchas y las emociones corren a flor de piel.


Get Real contrapone dos maneras de vivir y entender la homosexualidad. Steven es un joven desmotivado, el centro de las burlas de sus compañeros de clase. Al salir del instituto se reúne en un bosque para coquetear con otros chicos, y un día se encuentra en ese lugar con John, un deportista sano, un estudiante brillante y el más deseado por las chicas. Steven y John esconden su homosexualidad, pero mientras que Steven está plenamente seguro y satisfecho de su condición John se empeña en autorefrenar sus instintos. John representa el gay reprimido que en otra época se hubiera casado con otra mujer y formado una familia. Steven es el joven débil que vive al borde del desánimo, de la incomprensión y del suicidio. Incluso cuando los dos se aman y se conceden ciertas confianzas en los vestidores del colegio, John está preocupado porque nadie les vea. Get Real propone algunas realidades que siguen vigentes: la amiga de Steven, apoyo del joven con el que comparte una situación de marginación (él por su sexualidad, ella por su gordura), es un reflejo de ese mundo femenino afín a Steven que él cierra con llave por miedo; la reacción distinta de la madre (sabedora del 'problema') y del padre (más reticente a ver y aceptar lo evidente) al saber la verdad sigue siendo un fiel reflejo de lo que sucede en muchas familias; y la realidad adolescente en el que el sexo y las chicas están más que presentes mientras Steven intenta no mostrar sus querencias. La película no ha perdido un ápice de valor. Muchos todavía no entienden aquello que comenta Steven en su monólogo final: es solo amor, igual de bonito y válido. Quizás la imagen del homosexual que se reúne en lugares apartados para mantener encuentros carnales es cosa de otra época. Ahora los equipos docentes y familiares seguramente no confundirían la actitud de Steven con un acto de rebeldía de mal estudiante. Pero todavía sigue en pie la sombra del armario, la censura.


Get Real demuestra que las formas de abordar y enseñar la sexualidad han quedado obsoletas (Steven tiene su primer encuentro con el sexo al ver en clase el vídeo de dos erizos apareándose), y que es necesaria una concienciación social y una educación por parte de profesionales. Get Real muestra dos formas contrarias de vivir la homosexualidad y alegra comprobar que las tendencias del siglo XXI son más cercanas a la decisión final de Steven y no a la cobardía de John. Queda muchísimo por hacer, muchas mentes por cambiar y tal vez un par de generaciones más que garanticen la completa equidad entre gays y heteros, no solo a nivel legal, sino en la práctica, en la convivencia día a día en la calle. De aquí que Get Real siga siendo tan interesante y necesaria. Ojalá este retrato de una homosexualidad caduca y otra liberal (y liberada) sea en otros quince años el viejo testigo de una forma totalmente extinguida de limitar lo homosexual al terreno del tabú y la diáspora.

Nota: 7

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2 comentarios:

  1. Muy buena peli, sin duda. Y muy bella es la secuencia del baile con esas miradas que lo dicen todo, al ritmo del "You are so Beautiful" de Joe Cocker.

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  2. A pesar de pecar en algún momento de sentimentalismo, hay que decir a su favor que es un estupendo retrato sobre un tema como el de la homosexualidad y una cinta que a pesar de ser de hace más de dos décadas sigue estando muy a la orden del día.

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