jueves, 26 de julio de 2012

Revisitando CHRISTOPHER NOLAN: EL CABALLERO OSCURO

EL CABALLERO OSCURO (2008)
Cuando se estrenó muchos vimos El caballero oscuro como una película independiente, sin ser conscientes de que formaba parte (la intermedia) de una trilogía. Ese despiste, rescatándola y poniéndola en contexto, vuelve a ser mérito de Nolan. Los films que se sitúan en la mitad de una saga siempre corren el riesgo de resultar incompletas al no contar con un inicio y un final claro, algo de lo que ni siquiera se salva El señor de los anillos: Las dos torres, por descarte la peor parte de la trilogía de Peter Jackson. Eso no sucede con El caballero oscuro. La intensidad y la unidad es tal que El caballero oscuro, aunque conecta con todo lo explicado en Batman Begins, se reivindica como una película independiente con uno de los arranques (el robo a un banco por parte de la banda del Joker) más impresionantes del cine de los últimos años. El caballero oscuro no necesita de Batman Begins para funcionar, aunque el visionado de la primera película da cohesión a la evolución y al viaje emocional que vive el protagonista. Nolan se apoya en la arrolladora personalidad del villano y la película termina con su exterminio: cierra lo básico para mantenernos en tensión en vistas a la tercera película y al mismo tiempo saciarnos con un plato que a todas luces se intuye y vive como completo. De alguna manera Nolan intenta en El caballero oscuro aquello que en Origen se convierte en una realidad: conseguir que el clímax de la historia dure casi una hora, de forma que todas las piezas y personajes circulen hacia el mismo sentido para dotar a la acción de una energía en suspenso que al desatarse acaba en éxtasis colectivo. Obviamente El caballero oscuro no juega al nivel de capas oníricas, espacios y tiempos de Origen, pero no debe pasar desapercibido que su estructura no es propia de una película de superhéroes: todo en El caballero oscuro parece moverse a toda velocidad, todo parece afectar a todas las piezas del tablero y no es hasta acabar el film cuando el espectador es consciente de la maraña narrativa y la adrenalina cocinada a fuego lento por Nolan. Lo mejor de El caballero oscuro es que acoge para sí misma la picardía, las ganas de jugar, las ansias de provocación y la teatralidad del Joker, de tal manera que en la trama existe una retroalimentación: la historia se beneficia del Joker, y al mismo tiempo el Joker es capaz de mejorar toda la película y dejar en una posición secundaria cualquier atisbo de altibajo o momento muerto. Por todo ello, no puede más que aplaudirse el Oscar póstumo a Heath Ledger, para siempre la gran revelación del último Batman. Ledger nunca llegó a ser consciente del lugar que El caballero oscuro le dejaría en los anales de la historia reciente del séptimo arte, y al mismo tiempo intuyo que no supo hasta qué punto la película, todavía ahora, le debe muchísimo a su interpretación. Batman Begins se dividía en dos partes muy claras mientras que El caballero oscuro es un thriller oscuro de principio a fin. Pese a la acción, muchos echamos de menos un poco de sentimiento, porque como sucede con casi todo el cine de Nolan el músculo visual y narrativo que exhiben sus películas corre el riesgo de deshincharse a los pocos minutos del visionado. Decimos que la mejor película de terror no es aquella que más golpes de efecto y sustos tiene sino la que sabe calar los huesos de la audiencia y asustar días después de la proyección. Con el cine de acción sucede lo mismo, y para quien escribe El caballero oscuro es un espectáculo memorable solo mientras dura (que no es poco, por lo notable del resultado y por sus laboriosos 140 minutos de metraje). Quizás es que este blog no acaba de sentirse cómodo con el cine ni de acción ni de superhéroes... Pero hay que ser objetivos: El caballero oscuro es una buena película.

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