UN HOMBRE BASTANTE BUENO (EN GANSKE SNILL MANN; A SOMEWHAT GENTLE MAN), de Hans Petter Moland (Noruega, 2010)
Antes de salir de prisión, Ulrik recibe un consejo: 'mira hacia adelante, nunca hacia atrás'. Esa será la encrucijada del personaje a lo largo de la película: deberá decidir si quiere vengarse del hombre que provocó su encierro o bien volver a empezar con una vida nueva. Un hombre bastante bueno funciona como parodia del cine gangsteril: Ulrik habla poco, parece aceptar con resignación todo lo que le sucede y en lugar de provocar la acción encaja en el perfil de personaje pasivo al que le suceden cosas sin comerlo ni beberlo. Una apuesta por el humor absurdo y la deconstrucción de géneros cinematográficos. Lo mejor de este hombre no está solo en su bondad sino en su misterio: no sabemos qué va a suceder en ningún momento, por lo que el espectador mira la película con dudas, desde la distancia pero con ganas, al menos con curiosidad. Un hombre bastante bueno no tiene los personajes sinceros, verborreicos y exagerados a los que estamos acostumbrados. Hay, por lo tanto, que acceder a su humor bizarro, entender su tempo sin prisa pero sin pausa. Y si se sabe disfrutar de ella, no resulta difícil amarla como una marcianada con corazón, una historia de segundas oportunidades llena de humanidad. Una película preciosa que va de menos a más y que termina por todo lo alto: con un Ulrik sonriendo inocente y malévolo, escogiendo definitivamente una de las opciones que antes le había propuesto el funcionario de prisiones sin traicionar su lado más oscuro. Empieza como un Aki Kaurismäki atractivo y acaba como un Joel Coen pletórico. Si creen que la vida es más absurda que graciosa, esta es su película.
Que bien suena, queda apuntada!
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