A juzgar por el cine nórdico visto las últimas semanas por este blog, parece que el cine sueco introduce siempre que puede una trama relacionada con la infidelidad. Mikael Persbrandt mantenía una relación extramatrimonial en Stockholm Östra. Era el marido cornudo de Día y noche. Le ponía los cuernos a su mujer Lena Endre en Himlens hjärta. Y la misma Lena Endre es en esta Alla Älskar Alice (Everybody loves Alice) la amante del mismo Persbrandt: cosas de una cinematografía que tiene pocos actores punteros (pero muy buenos) y una producción de solo treinta películas al año (pero notables). Y podríamos seguir, porque Endre era la protagonista de Infiel de Liv Ullman (no confundir con la cinta de Adrian Lyne). Podría imaginarse que en Suecia, un país que antes de la crisis estaba a la cabeza en calidad de vida, lo único que podría afectar la estabilidad familiar es que uno de los cónyuges se enamore de otra persona. Ese es el motor de la trama de Alla Äskar Alice (Everybody loves Alice), con la particularidad que aquí lo vemos todo desde la perspectiva de la hija: Alice, una niña inquieta que espía a sus padres mientras estos creen discutir en la intimidad.
La película se centra en qué sucede una vez el padre abandona el hogar familiar y los niños se ven obligados a cambiarse de casa y a aceptar la amante del padre como su nueva mamá. Una historia de personas que en su día se quisieron y que ahora inician una batalla a muerte utilizando a los hijos como armas para disparar y destruir a la otra parte. Un dramón, vaya, con todas las letras que deja al descubierto la negligencia de muchos padres que al iniciar un proceso de separación utilizan a sus pequeños como posesiones. También se expone la dificultad de reordenar la vida cuando se decide romper con todo lo construido y conseguido durante años. El espectador entiende la rabia de la madre, los cambios de ánimo de Alice o la incómoda situación que ocupa en el tablero la 'amante', a ojos de Alice la culpable de que su mundo perfecto haya quedado hecho pedazos. Una película con discusiones y gritos, una tragedia familiar que no desentonaría como visionado obligatorio para padres divorciados que no saben gestionar sus intereses y frustraciones con las necesidades de sus niños. Quizás la película dura más de lo debido, a ratos cae en el drama simplón de mediatarde y hubiera podido contar lo mismo con menos diálogo crispado. En definitiva, el factor 'infidelidad' se mantiene, aunque Alla Älskar Alice es la película sueca 'menos sueca' de todo el especial cine nórdico del blog, seguramente porque tiene un tono telefilmesco que no ayuda y unos personajes airados muy mediterráneos. Con todo, hay que verla: de ello dan fe sus cuatro nominaciones a los Guldbagge suecos o los galardones conseguidos por la joven Nathalie Björk.
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