Títulos como Miss Bala o Drive aportan mucha vida al género thriller. Uno podría pensar que hoy en día para hacer un thriller original, como mínimo diferente, el secreto está en alterar las formas habituales del género pero no las temáticas. Aún quedan muchas historias singulares por contar y muchos thrillers sorprendentes que den una verdadera vuelta de tuerca al género. Mientras el thriller europeo copia la estética rápida de las películas estadounidenses, casi siempre con vistas a la taquilla no solo local, la belga Rundskop sorprende más por la historia que por la manera de abordarla. Rundskop es lo más parecido a un thriller rural con una premisa de traca: una red de narcotraficantes negocia con granjeros belgas para extender el negocio ilegal de hormonas para engordar a los animales. Y en paralelo, nos acerca la historia de Jacky Vanmarsenille, un ganadero que arrastra un secreto del pasado. Jacky es el antihéroe y la víctima de una trama de corrupción que le salpica aunque en verdad sea un peón y no un ejecutor del negocio fraudulento. La película sorprende por la eficacia de su hilo argumental y capta en seguida la atención del respetable. Rundskop no deja de ser un ejercicio de estilo y una ópera prima, podría considerarse que el segundo tramo de película es una variación descabellada y atropellada de la excelente presentación inicial de personajes. Aún así, el conjunto de Rundskop no solo resulta atractivo sino novedoso, en parte gracias a la gran interpretación y el físico rotundo de Matthias Schoenaerts. Algo me dice que el debutante Michael R. Roskam no tardará en trabajar en Estados Unidos, y no solo porque Rundskop haya sido bendecida con la nominación al Oscar: hay que reconocer que sabe aunar el compromiso del cine social (hablamos del país de los hermanos Dardenne) con la adrenalina (a base de hormonas) del mejor thriller. Con sus más y sus menos, bastante apreciable.
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