Leyes y fronteras: Crítica de MORGEN

Nelu vive cerca de la frontera que une y separa Rumanía de Hungría. Sus conflictos con la burocracia se reducen a los pequeños peces que no puede pasar de lado a lado de orilla. Pero pronto sabrá que el sistema y las leyes, en lugar de servir y ayudar al individuo, no hacen más que atenazarlo, empequeñecerlo y privarlo de libertad. En una Rumanía pobre y rural con las heridas abiertas de la penosa gestión del dictador Ceausescu, conceptos como 'Unión Europea' y 'globalización' no dejan de ser espejismos, mera palabrería, teoría retórica que nunca se aplica a la práctica. Nelu se encuentra con un inmigrante turco que quiere llegar a Alemania para reunirse con su familia. Les separan varias fronteras: la lingüística y la cultural en primer lugar. El objetivo de Nelu es que su nuevo compañero cruce la dichosa aduana esquivando la incomprensión social y la no complicidad de las instituciones. Tanto Nelu como su nuevo cómplica buscan ese 'morgen' o 'mañana' del título. Su historia es una pequeña demostración de ese cine europeo que resta en la sombra y que pocas veces traspasa las selecciones paralelas de los festivales de prestigio. También dilapida la falsa idea de una Europa unida y pudiente. Contada con muchos silencios, con una dirección de fotografía que absorbe la tristeza del escenario y que mira a sus personajes a lo lejos, en ocasiones como si fueran siluetas en tierra desconocida. Nelu encuentra alguien que ocupe el asiento de su sidecar y que rompa la rutina que le lleva de viaje de casa al trabajo y del trabajo a casa. Una historia pequeña, amable y triste que resume la situación del ser humano del siglo XXI y su relación con un mundo cruel y hostil. La vida de Nelu cambiará inevitable y necesariamente al conocer a 'el otro'. Simbólicamente, el cine rumano también se abre al exterior e impone su autoridad: Morgen traza junto a 4 meses, 3 semanas, 2 días o Si quiero silbar, silbo las directrices del interesantísimo cine de un país en alza. A reivindicar.

Nota: 6

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