martes, 6 de diciembre de 2011

De tal palo...: Crítica de NEDS (NO EDUCADOS Y DELINCUENTES)

De tal palo tal astilla y se come de lo que se cría. John McGill está condenado a ser un marginado social por mucho que se esfuerce. Neds es la historia de su evolución de niño aplicado a delincuente en potencia, pero también y sobre todo la dura crónica de un sistema educativo incompetente y una institución familiar violenta. Si la injusticia es la única ley y las palizas son la única forma de imponer autoridad, jóvenes como McGill no tienen escapatoria. Nacieron condenados y morirán más pronto que tarde de la forma más brutal, en el anonimato y  en la frialdad de una cuneta, un parque abandonado o una calle gris de su Glasgow natal. El plano final de Neds funciona como perfecta síntesis del relato: el joven John, en sus constantes coqueteos con el bien y el mal, atraviesa un campo plagado de leones. Peter Mullan consigue que Neds sea una película dura y filma de modo impudoroso los momentos más violentos, ayudados por la sólida interpretación del joven Conor McCarron.  


Neds sería perfecta si no fuese porque esa escena final es lo único sutil de la historia. Mullan parte de una trama evidente: por el título, por su póster, y ya no digamos por su tráiler y notas de prensa, sabemos de antemano que el chico protagonista cruzará tarde o temprano las puertas del infierno. Aunque Mullan hace un retrato social pesimista y hondo, hay que reconocer cierto tono exagerado: sentimos el deprimente ambiente donde reside el pequeño John, pero no acaba de estar justificada la metamorfosis de ángel a demonio. Mullan se centra tanto en el 'por qué' que olvida de profundizar en el 'cómo'. Tiene todo el sentido del mundo la ambivalencia del personaje, y aún así nada explica que John responda con una virulencia tan contundente tan de sopetón. Neds es una historia desigual a favor de una reflexión muy necesaria. Una película entretenida, un potente material cinematográfico que nunca pierde de vista su dimensión didáctica. El Mullan director, otrora actor de Ken Loach, ha vuelto a firmar un film que ya le hubiera gustado rodar a su anterior maestro. Con sus altibajos y puntos discutibles, pero potentísima.


Crítica: 7

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