No era demasiado alentador que el responsable de El gato con botas, spin off de la celebrada Shrek, concretamente del personaje con más gancho de Shrek 2, fuese Chris Miller, director de Shrek Tercero (la peor de la franquicia) y Lluvia de albóndigas (divertida pero prescindible aportación animada, una de las primeras en experimentar con el 3D). Afortunadamente El gato con botas ha sabido encontrar su propia personalidad. Ni rastro de la deconstrucción de los cuentos populares de Shrek o la chispeante sucesión de gags de Shrek 2: El gato con botas es un cuento para un público infantil en el que los chistes más elaborados y el homenaje al spaghetti western queda supeditado al mensaje final, a la clásica moralina. La personalidad del minimo dibujado a imagen y semejanza de Antonio Banderas es tan sólo un pretexto, a efectos prácticos un gancho comercial con vistas a amasar taquilla, para recordar a los más pequeños que la fidelidad a unos principios, a nuestros orígenes y a los que más nos quieren sigue siendo lo más importante. Todo muy obvio pero también eficaz.
No tiene el empaque ni visual ni narrativo de los mejores títulos de la vecina Pixar, pero también se agradece que cierta animación no se ande por sendas intelectualoides y ofrezca un espectáculo cien por cien lúdico para toda la familia. El gato con botas no tiene miedo a caer en ciertos ridículos y sale victoriosa: consigue que los nuevos personajes sean aportaciones recurrentes a la trama, y sobre todo logra abrir nuevas líneas de lo que perfectamente podría ser el inicio de otra saga, diferente en el tono, menor en resultados, pero igual de entretenida. El cliché del Don Juan Tenorio aplicado al mundo felino: un personaje pícaro, egoísta pero con chispa y corazoncito, que taconea con sus botas y presume de mirada hechizante. El zorro convertido en gato espadachín, o Banderas y Hayek llevando con honra el sambenito de 'ser latino en la Gran Manzana'. Si como servidor creen que el cartoon no debería perder de vista a su público potencial y primigenio, El gato con botas puede ser el blockbuster de estas navidades. Hay que verla sin demasiadas expectativas y con un buen bol de palomitas. ¡Miau!
Nota: 6
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