martes, 15 de noviembre de 2011

Hacia una ciencia ficción española: Crítica de EVA, de Kike Maíllo

No sería justo que Eva fuese recordada como la primera película española de ciencia ficción. Así nos la han vendido, pero dudo que aguante el paso del tiempo con semejante etiqueta, un peso que no puede satisfacer (no es todo lo buena que esperábamos) y una responsabilidad que Eva no quiere acarrear (estrictamente es un drama con aires robóticos). La ciencia ficción sirve como mero contexto y Maíllo nunca carga las tintas del relato. No es una película futurista, supongo que por cuestiones de presupuesto tampoco podría, pero al director nunca le interesa ir en esa dirección. La inserción de pequeños robots, paneles de control, ordenadores imposibles y demás imaginería fantástica está muy medida: Eva se aprecia como un film intimista que, al situarse en 2041, incluye por obligación la fabulación de un futuro tecnológicamente avanzado. Como producto español y ligeramente fantástico, la película es una delicia visual. Pero como drama (repetimos, la verdadera esencia de Eva, esa parte sensible y sentimental adquirida por los humanoides) no me convence. No está bien ligado. La idea de partida es interesante. La génesis de su misterio coge por sorpresa y convence. Pero falta algo. Como triángulo amoroso me parece insuficiente. Como reflexión sobre la posible parte humana de una nueva generación de androides es poco novedosa. Soy incapaz de disfrutar de Eva como un conjunto. Me quedo con momentos aislados: las excelentes apariciones del mayordomo Lluis Homar, la espontaneidad de la niña que interpreta a Eva, el baile en el pub con la recurrente Space Oddity de David Bowie, las sonrisas de Marta Etura, las gafas de Alberto Amman... Vaya, que a Eva le falta nervio a pesar de estar sobrada de imaginación. Y realmente  fastidia que las piezas, aun encajando, no lo hagan de forma armónica, al menos no tanto como esos caracteres cerebrales que Daniel Brühl mueve a su antojo para crear la personalidad de su nueva creación.  


Eva es más que un intento por hacer cine de ciencia ficción en España: es la demostración de que en nuestro país se cuentan buenas historias, y que nuestros realizadores no tienen miedo a adentrarse o dejarse influir por géneros que históricamente no formaban parte de la genética de nuestra cinematografía. Eva es la historia de siempre con variaciones nunca vistas, un pequeño paso adelante. Las revoluciones tecnológicas, aunque la ciencia parece avanzar casi a la velocidad de la luz, no se dan de la noche a la mañana. Así que retomando la idea inicial, a Eva debemos apreciarla por haber abierto un sinfín de posibilidades para el cine patrio. Ahora no nos imaginamos un año sin la película española de terror de éxito, algo imposible hace una década. Quién sabe si dentro de diez años las relaciones entre la ciencia ficción y nuestro cine serán igual de estrechas. De ser así, eso será en parte gracias a Eva, una historia entretenida, visualmente coherente, pero con los defectos de ese primer robot que aspira a ser el modelo de prueba de una máquina final mucho más consistente, el borrador de otro cine español.



Nota: 6

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