Un Torrente corregido y aumentado. No hay más humor, pero sí más roña en esta cuarta parte muy consciente en un principio de aspirar y luego de ser la película española más taquillera del año. Con eso se ha perdido no ya la sorpresa, sino la espontaneidad de la primera parte, incluso el buen funcionamiento de una segunda entrega muy comiquera, igual de mugrosa aunque más desternillante en sus formas. Torrente 4 parece un cálculo semiperfecto de intereses: la operación anticrisis de José Luis Torrente discurre en paralelo a la estrategia económica de partir de un presupuesto mayor para asegurarse una taquilla más espectacular. Si el cine es un mero intercambio monetario, si se trata de ganar beneficios en función de unos gastos, Torrente 4 merece ser considerada un modelo para todo ese cine español lastimero que se queja de no saber promocionarse ni llegar a su público potencial. Pero si hablamos de 'cine' en toda su dimensión, esta cuarta parte está a la cola, en las alcantarillas de toda la saga. La sucesión de cameos (que no de gags) y las pequeñas referencias a la prensa rosa local harán gracia a ese público de extraradio, adolescente o mayor, que casi nunca va al cine y que se traga todas las ediciones del Sálvame diario o deluxe. El resto puede sentirse atraído por ese tufillo rancio inherente de la franquicia, como aquél que va al cine con el único propósito de pasar un rato sin pensar demasiado, ni tan siquiera en lo que está viendo. Pero no hay nada que uno pueda rescatar de esta cuarta parte: valoro que Segura continúe recordándonos un modelo de españolidad que parece caduco y que todavía colea entre nosotros, pero si para eso tiene que brindarme chistecillos sobre 'maricones' y 'negros' desconecto enseguida. Sálvame diario es rápido, dinámico, efectista; aunque entretiene, hay que saber apreciar que ese dominio del tempo televisivo esconde entre bambalinas una amoralidad peligrosísima, una guionización de un espectáculo de clowns en discusión. Torrente 4 es igual de pegajosa, pero hay que ser críticos, como mínimo darse cuenta de que la película es mala a todos los niveles (técnicos e interpretativos). La mención al programa de Telecinco no es casual: entre las jaulas del zoo de Torrente 4 se pasean fieras como Ana Obregón, Belén Esteban, Kiko Matamoros, Josemi, Sonia Monroy o el mismísimo Paquirrín. El aspecto crítico tampoco: lo único que hay que menospreciar de Torrente es que la primera parte era divertida pero también crítica con su personaje; ahora todo es jerigonza y exageración, y me temo que el personaje guarro ya es más un ídolo que una caricatura de una realidad social para su público. Eso es lo que me preocupa de la película, más allá de su esperado mal gusto, de su inevitable humor de brocha gorda, de su apego a lo incorrecto. Todos estamos en crisis, incluso el policía madrileño más sucio de España: ahora sólo esperamos que el Segura director, independiente del actor más o menos interesante que es, conserve su dignidad y dé por finiquitada una saga en estado de putrefacción.
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Nota: 2'5
Cuando torrente vomita sobre el público en tres dimensiones, es algo más que una metáfora.
ResponderEliminarCoincido totalmente con tu reseña... Es la peor de la saga con diferencia, como bien dices, se ve un agotamiento de la formula... Espero que no hagan más Torrentes, aunque después de la taquilla que ha hecho, seguro que habrá una quinta... Saludos!
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