De Julian Schnabel siempre se espera muchísimo. Miral, basada en el caso real de una periodista palestina con una infancia dificilísima, se presentó en la pasada edición del Festival de Venecia y no logró la buena prensa de otros biopics como Basquiat o Antes que anochezca. En esta ocasión la crítica menospreció una película muy especial que toca un tema tan espinoso como el conflicto entre israelíes y palestinos. Por una parte, Schnabel ha mantenido sus disertaciones líricas que nos siguen recordando el artista de videoarte minoritario que siempre ha sido. Por otra, el director es consciente que algunas partes del film precisan una narración más convencional, y en esos momentos Schnabel controla su fotografía en movimiento o la yuxtaposición de imágenes de archivo para firmar un digno thriller político en la línea de Munich o Paradise Now. Lo bueno de Miral es que no quiere ser ni completa ni exhaustiva: de lo contrario, hubiera muerto víctima de sus pretensiones, y la película no es ni debe interpretarse como grandilocuente, aún menos como polémica. Si bien no emociona, sí informa y consigue que el espectador se sensibilice con el tema y quiera buscar más información sobre la lucha por la creación de un estado palestino independiente con todos sus derechos. Así que Miral es totalmente coherente con la filmografía de Schnabel y con todos los recursos (de autor independiente, de artista de masas) de su obra: otra cosa es si su naturaleza ecléctica logra convencer a la audiencia. Rescaten la película porque la vida de Miral es una de esas historias que merecen ser contadas: la triste existencia de una mujer que vió morir a su madre cuando era pequeña y que en la adolescencia se debate entre el silencio o la rebelión, entre ser víctima o verdugo, o bien seguir con la mala suerte de su familia o intentar vivir al margen de cualquier actividad política o terrorista. Schnabel nos recuerda que firmasen lo que firmasen los mandamases de turno en los 90, Palestina sigue siendo esa tierra de nadie que afecta e incomoda tanto a Oriente como a Occidente. Miral pone rostro a la barbarie, algo necesario, lo máximo a lo que puede aspirar una película. Ni su historia es la encarnación total del problema ni la vida de Miral personifica a todo el pueblo palestino: eso es precisamente lo que molestará a unos y lo que otros aplaudirán de este biopic tan personal. Pero si reflexionan no encontrarán en el film ningún atisbo de activismo político o moralina social, rasgos que confirmar que Miral, a pesar de todo, es una buena película.
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Nota: 7
Para mí fue una película bastante decepcionante, es cierto que hasta el día de hoy Schnabel no ha realizado aún ninguna obra maestra, pero sus obras precedentes están por encima de "Miral, incluso la no tanto convincente "Before Night Falls"... Lo mejor de la película es sin lugar a dudas la interpretación de Hiam Abbass.
ResponderEliminarTanti Saluti Xavier!!!
Para mi la pelicula, salio " redonda" sin provocar golpes bajos, muestra una relidad que permanece vigente.Bien narrada, con buenas actuaciones de artistas poco conocinos. Un cine que deberia popularizarse mas.
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