Women without men cuenta la historia de cuatro mujeres que rompen los esquemas del Irán de los años 50. Se rebelan y a su manera intentan independizarse del yugo masculino. En las calles, una revuelta contra la intervención en el país de Inglaterra llena aún más de incertidumbre la vida de las protagonistas. La directora se distancia de cualquier recreación histórica y se centra en sus criaturas, situándolas en jardines bucólicos y escenarios oscuros. No puede negársele a Women without men una estética bien equilibrada. Aún así, la historia es totalmente inconsistente. El film se forma de la unión de diversos pasajes que en la novela de base seguramente tenían mayor cohesión. Sus imágenes en ralentí, más que remarcar la depresión de los personajes, vienen a languidecer la película, y sus silencios resultan exasperantes. Todo en Women without men resulta soñoliento y alicaído: da la sensación de que todas las escenas duran más segundos de lo habitual y conveniente. Hacía tiempo que no me medio dormía con una película, pero Women without men es tan lenta, se recrea tanto en su lírica vacía, el devenir de sus mujeres resulta tan anodino que no queda más opción que echar una cabezadita. En contra de la emoción que sintió Ang Lee en el Festival de Venecia 2009 al verla, donde recibió un injusto y oportunista premio al mejor director, el film me deja frío, más bien indiferente. Ni entiendo ni quiero entender: sencillamente uno no conecta con lo que le están contando. Se queda muy lejos de A las cinco de la tarde, Los limoneros o Las tortugas también vuelan, todas ellas iraníes, alegatos más sólidos contra el conservadurismo moral y político; porque, a pesar de la belleza de algunos de sus fotogramas, a Women without men le falta narrativa y le sobra poesía.
Nota: 4
Es una pena que este tipo de películas no penetre en los circulos comerciales. En las pequeñas ciudades es misión imposible ver
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