De Von Trier se espera cualquier cosa, y para su inminente Melancholia las expectativas son muy altas. La anterior Anticristo había sido un ejercicio de psicoanálisis y radicalidad. En esa película, el estilo vontrieriano se despojaba de cualquier ornamento para dejar la idea desnuda: el dolor, el luto, el abstracto y el absurdo de la autodestrucción. El tráiler de Melancholia y las primeras imágenes del film parecen ir por la senda de Anticristo, al menos a nivel estético. El decorado de Dogville para nada era improvisación. Las formas de Los idiotas no eran ingenuas ni espontáneas. Von Trier planifica, y a nivel técnico es un esteta obsesionado con la perfección. Es de esperar que Melancholia siga con los escenarios turbios, fotografía genial y efectos especiales que ya inauguraba Anticristo. La duda es si ambas formarán una especie de binomio, algo que no descartamos: El elemento del crimen, Epidemic y Europa forman un todo, la etapa de juventud de un autor obsesionado con la Segunda Guerra Mundial; Rompiendo las olas conecta con Bailar en la oscuridad, paradigmas del melodramas vontrieriano, de dureza extrema, sufrimiento femenino y provocaciones varias; Dogville y Manderlay, por ser entregas de una misma idea, se analizan en conjunto, pero conectan con la etapa melodramática anterior; El jefe de todo esto y Los idiotas son las únicas comedias, e incluso podrían anexionarse a 5 condiciones como grupo de rarezas; lo que nos deja a Anticristo sola, a la espera de nuevas mutaciones en el estilo de su autor.
Von Trier nunca fue culo de buen asiento. Fue el primero en promover el Dogma 95 y también fue el primero en dilapidar su discurso, dinamitar las reglas de su decálogo para así poder formular otra lista de normas. El siguiente experimento fue la trilogía sobre los Estados Unidos, que no hace falta decir que sigue inacabada. Ya es hora de explicitar algo evidente: Von Trier nunca ha permanecido demasiado tiempo siguiendo el mismo esquema: le encanta inventar pautas, para luego cansarse y seguir con su juego endiablado de construcción y mutación. Es imposible entender la obra de Von Trier como un todo ordenado. Incluso Epidemic sigue veinte años después como la horma del zapato que no se ubica en ninguna corriente concreta dentro del cauce cinematográfico de su autor. De aquí que su figura esté más allá de posibles amores u odios cinéfilos: aunque su nombre siempre está en el candelero cinematográfico, su filmografía no se presta a líneas rectas ni repeticiones, no aporta la seguridad pero tampoco el hastío de los discursos continuistas y conservadores de otros auteurs; por eso la audiencia o bien se queda con los primeros trabajos del realizador o bien con films posteriores, o bien tan sólo con una única película. Von Trier en sí interesa, pero en conjunto invita a la división. Eso lleva a pensar que Von Trier es, salvando las distancias, lo más parecido a un Kubrick contemporáneo: si se trata de tocar todos los géneros, el danés ha hecho lo propio jugando con el cine negro (El elemento del crimen), el videoarte experimental (Epidemic), el falso documental (5 condiciones), el melodrama de ecos clásicos (Rompiendo las olas), el musical (Bailar en la oscuridad), la comedia (El jefe de todo esto), el cine bélico (Europa), el terror (Anticristo) o incluso abrir la materialización de un nuevo tipo de cine, género, estilo o tendencia (Los idiotas). ¿Acaso Melancholia no vendrá a completar el círculo y será la primera película netamente de ciencia ficción de su realizador?
Otra pregunta: ¿seguirá el prototipo de dama vontrieriana, fémina sufriente, que el director tanto cultivó en la segunda mitad de los 90? El via crucis emocional de Bess y Selma se ha leido como una exposición gratuita de angustia existencial, como si las mujeres de Von Trier no pudiesen más que resignarse al dolor y negar cualquier posibilidad de defensa o reivindicación personal. Más que una mirada machista, Von Trier destaca por su sentido del espectáculo dramático: su dolor es siempre plástico, y en él prima antes la confección de unas imágenes impolutas que de una moralidad sin resquicios. El danés fallecería si no jugara con las convenciones, pero es evidente que la perspectiva social del 2011 requiere otro esquema de mujer. Si las protagonistas de Rompiendo las olas y Bailar en la oscuridad sufren al modo más hollywoodiano, si antes la injusticia generaba empatía con el espectador, Anticristo venía a poner de relieve la doble naturaleza de su musa: la madre que interpreta Gainsbourg sufre y hace sufrir, también infringe dolor. Es como si esa parte salvaje y visceral de la mujer vontrieriana hubiese restado oculta hasta esa fecha. Con Melancholia más vale que nos preparemos: vuelve al terreno del drama familiar (retomado tras Rompiendo las olas), pero la mujer vontrieriana ha perdido parte de su docilidad por el camino. ¿Recuerdan la decisión que toma Grace al final de Dogville? Además, Melancholia plantea la posibilidad de un protagonismo femenino compartido, dato hasta la fecha inédito, como si ahora la musa de Von Trier se desdoblase en personalidad pero también en cuerpos, de forma que las hermanas que interpretan Gainsbourg y Dunst serían la nueva evolución de esa mujer coraje de los 90 que ahora resultaría totalmente desfasada, irreal.
Y si Von Trier es antes esteta que dramaturgo, diseñador de imágenes más que de historias, el interés por saber cómo será el estilo visual de Melancholia es enorme. En el apartado estético hay más concierto de lo que parece dentro de la fimografía vontrieriana: la languidez del blanco y negro de Europa generaba un estado de ánimo; el doble estilo de Bailar en la oscuridad, con su historia y sus apuntes musicales intermedio, era una forma de explicitar visualmente aquello real de lo soñado, lo vivido de lo imaginado; en Dogville, las casas trazadas sólo con tiza venían a ser la gran premisa del film y la base para entender la soledad, la opresión y la falta de intimidad de sus personajes; e incluso el bosque entre tenebroso y bucólico de Anticristo estaba totalmente acorde con la locura del matrimonio protagonista, aunque, como en el juego del huevo y la gallina, no se sabe quién enloquece a quién. En el cine del danés no existe el capricho de un plano más o menos caro o largo. Eso invita a la tranquilidad: sabemos que si Von Trier ha decidido recurrir a cierto recurso, éste responderá a algo. Con Anticristo se rozó el límite y casi se rompe este pacto de confianza: muchos aún recuerdan ese zorro aullando ese 'el caos reina'. Quizás el truco está en confiar en Von Trier y dejarse llevar por sus propuestas. Por eso es tan importante Melancholia: Von Trier o bien se reconciliará con todos los que no comprendieron Anticristo, o bien continuará en su viaje sin regreso hacia un cine más radical, árido, hosco y difícil. La respuesta, el miércoles 18 de mayo en Cannes.
Conozco poco a Lars, pero tío, me ha encantado el análisis. Me has dejado con más ganas si cabían ya de ponerme en serio con su filmografía, y has dicho cuatro cosas que me venían rondando la cabeza desde hace tiempo. Yo creo que Melancholia va a seguir la estela de Antichrist. Y si bien no salí muy encantado con esa peli (que merece revisión), le tengo muchísimas ganas a esta, por Dunst, y sobre todo, por el aspecto visual, hasta ahora lo que han ido enseñando es una pasada.
ResponderEliminar¡Saludos!
Brillante analisis.
ResponderEliminarMe encanta von Trier aunque debo confesar que "Anticristo" me parecio un total descarrilamiento en su carrera.
Si bien Von Trier siempre se la pasa coqueteando con la linea que no debe sobrepasar, la alta exposición de los seres de "Anticristo" me parecio, hasta por momentos, de mal gusto.
Veremos que pasa con su nuevo film. Obvio, que me diste enormes ganas de verlo!
Extraordinario análisis. Yo no sé qué esperar de esta película, pero es "mi más esperada en el año", así que tampoco quiero pensar demasiado y luego tener que esperar y esperar. Con estos directores me pongo ansioso.
ResponderEliminarEn verdad, su filmografía tiene muchas continuidades, otras tantas rupturas, pero siempre parece generar interés.
Me inclino, entre tantas hipótesis, a la posibilidad de que se vuelque a un cine de ciencia ficción pura, siempre con ese vacío que nos deja el danés al finalizar una película suya.
Y con la temática, es probable que el vacío se una a la depresión.
Antichrist me gustó mucho (aunque necesitara tres revisiones para encontrarle algo de sentido), la que no demasiado fue Manderlay (creo que Dogville debió morir ahí, como obra maestra). Si sigue la línea de Antichrist, bien; y sino, también.
Con los brazos extendidos y muchos ánimos de recibir una nueva patada danesa, espero con impaciencia.
¡Saludos!