Los abrazos rotos es el ejemplo más claro de metalenguaje cinematográfico de toda la década pasada. En ella, Almodóvar evocaba y homenajeaba el cine que le ha marcado como espectador y el que le ha inspirado como director. La grandeza de la película implica que también guardaba espacio para hablar del propio Almodóvar; no por pura egolatría, sino como la inevitable voz del narrador que, llegado a un punto de su trayectoria, es consciente de sus palabras. Los abrazos rotos venía a decirnos que el concepto 'almodovariano' ha cambiado. O mejor: se ha complicado, como la inconsciencia medieval que pasó por un Renacimiento refinado y ahora se entrega a un Barroco complejo. Hace tiempo, desde Todo sobre mi madre, que las historias de Almodóvar son más truculentas, nunca en orden cronológico, luchando contra la misma lógica de sus relatos. Jordi Costa, en su crítica en la revista Fotogramas, quiso ver en la estatua que preside la rotonda de Los abrazos rotos (el lugar donde Lena muere y el enamorado Mateo se convierte en el ciego Harry Caine) la clara metáfora de la película: una estructura central sobre la que giran otras tantas piezas, satélites de la trama principal, todos ellos astros en movimiento concéntrico que no logran ordenarse, o tal vez encuentran su armonía en el caos. Los abrazos rotos era la máxima expresión de un Almodóvar abigarrado, plenamente consciente de su primera etapa y entusiasmado por las novedades de un presente más novelesco y complicado. Todo el proceso tiene sentido: Almodóvar es el único director que aúna lo absurdo con lo sublime, lo cómico con lo trágico, la depresión con el vitalismo. Todo ello son sentimientos contradictorios pero también muy vívidos: el cine de Almodóvar nos devuelve la imagen de alguien que siente y vive al máximo, por eso no debe sorprendernos que sus imágenes sean grotescas, exageradas. Ahora la cuestión es saber si Los abrazos rotos fue en realidad una cima en ese viaje hacia la complicación, el inicio de una etapa, el final de otra o tal vez otra pieza más en esa línea que forman (tratándose de Almodóvar, siempre a modo de ecuación inexacta) Todo sobre mi madre-Hable con ella-La mala educación-Volver-Los abrazos rotos. La respuesta tiene nombre: La piel que habito.
Hay que tener claro que Almodóvar cuenta con 61 años y que toda etapa artística que inicie ahora será por poco tiempo. Que el manchego haya recurrido por primera vez a un material ajeno (el libro de Jonquet Tarántula) puede interpretarse como una señal de agotamiento. Aunque lo más adecuado sería recordar que ese proyecto, ahora rebautizado como La piel que habito, ya tentó al realizador en el pasado. Es como si Almodóvar se hubiese prometido a sí mismo a llevar de una vez por todas a la pantalla esa película que tantas veces tuvo en mente. Ese hecho nos advierte que la historia de La piel que habito ha dejado su poso, ha sido meditada durante mucho tiempo y llegará a la pantalla tras un proceso de análisis pulcrísimo. Almodóvar dice que está contento con su película, y eso debe inspirarnos confianza. Por contra, Los abrazos rotos nació una noche de jaqueca, y esas piezas de esos relatos se conectaron en muy poco tiempo. Parece que Almodóvar, cuanto más bucea en su fuero interno, mejores son sus fábulas: en Volver, su otra obra maestra tras Todo sobre mi madre, también había la descripción de un mundo personal y filmarla fue casi un desnudo integral, más metafórico que físico, dejando entrever su pasado, esas tardes en los patios manchegos con su madre y sus vecinas. Mujeres al borde de un ataque de nervios también era una obra maestra, pero por otro motivo: era y es la solidificación de unos años 80 de comedia festiva y rabiosa, la primera vez que ese espíritu ingenuo se combinaba con unos personajes bien perfilados y unas actrices en estado de gracia. Eso aunque Entre Tinieblas sea más adulta de lo que parece y aunque ¡Qué he hecho yo para merecer esto? no acabe de encajar, también por sublime, en el cuadro de comedias que inició Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Estrictamente, Volver también rompe la línea dramática que figuraba más arriba. Vaya, que en el cine de Almodóvar es casi imposible establecer etapas o tendencias, aunque casi siempre siga la máxima del gran autor: la virtud de lograr que sus nuevas películas sean una síntesis de todas sus obras más un ingrediente nuevo. Ahora le toca a La piel que habito aportar esa novedad que venga a sumarse al iconoclasta cine de Almodóvar.
El presidente de Cannes Gilles Jacobs, uno de los pocos privilegiados que ya han visto la película, afirmó que La piel que habito marca verdaderamente un antes y un después en las formas almodovarianas. Tendremos que creerle. No será por el terror (o sí): Almodóvar ya ha diseñado historias terroríficas, y ha rodado otras con las dosis necesarias de truculencia y sadismo. A lo que creo que se refiere Jacobs es a la pureza de ese terror: parece que La piel que habito será un melodrama in strictu sensu, más puro, sin esos flashes de comedia que cegaban o dividían aún más esos abrazos ya partidos. Será un terror más lánguido, porque antes esos momentos de horror se resumían a escenas concretas. También un terror psicológico: siempre que el protagonista es un hombre, el estilo de Almodóvar se vuelve más denso y oscuro. Las mujeres almodovarianas tienen problemas por culpa de los hombres, por esa tradición machista que empapa nuestra sociedad. Ahora esa tensión se resolverá, en palabras del director, en momentos de maltrato más gráfico, violencia más insoportable. Y con La piel que habito, puede que el cine de Almodóvar se quite una capa de dermis para enseñar sus músculos, o bien consiga una nueva piel y mude, siguiendo su particular metamorfosis. Con estos alicientes, nadie duda que La piel que habito es la película española más esperada del 2011 y una más que firme candidata a ganar la Palma de oro dentro de unas semanas. Para terror el que sentirá su fiel público minutos antes de verla. Se espera mucho de lo nuevo del manchego. El 2 de septiembre sabremos cómo sigue el misterio que encierran las ficciones de Almodóvar.
Un magnífico artículo. Me ha gustado mucho lo que dices y como lo expresas. Mi más sincera enhorabuena!.
ResponderEliminarYo espero mucho de La piel que habito. La novela de Jonquet me encantó y me gusta mucho el cine del genio manchego