jueves, 10 de febrero de 2011

Crítica de PRIMOS

UNA COMEDIA ESPAÑOLA BUENA (POR FIN)
Ya en su primera escena, un monólogo sensacional, Sánchez Arévalo demuestra haber entendido (por fin) la esencia de la comedia: el dato no siempre dominado de que toda risa emana de la tristeza. Eso sin mezclar uno y otro concepto, porque el término 'tragicomedia' es, en el fondo, una paradoja con posibilidades de utopía. Azuloscurocasinegro, desde su título, marcaba esa intención, loable, pero no del todo bien resuelta, de poner sobre la mesa los aspectos más cómicos y trágicos de la existencia de sus personajes. Gordos tampoco acababa de casar. En ese caso a Sánchez Arévalo le pudo cierta grandilocuencia, estiró el metraje hasta límites peligrosos y logró que el título de su película fuera otra metáfora cinematográfica: la historia, además de filmar a gente obesa, adolecía de excesos. Quizás por eso Primos (por fin) es la película más satisfactoria de su realizador: es una comedia en mayúsculas y no esconde ni se avergüenza de su condición de sano entretenimiento. Aunque Primos también es una película personal donde se respira una intimidad absoluta, en la que Sánchez Arévalo domina la totalidad de su historia y escribe las escenas sabiendo que los actores, sus actores, bordarán cada uno de sus personajes. Si Primos es buena es fruto de un encuentro lógico entre oficio (su director siempre lo tuvo) y experiencia. Tomadas esas fichas, el juego es sumamente agradable. Logra dignificar la comedia española de masas (por fin) y se distancia del guión televisivo, del que sólo conserva la rapidez de unos diálogos que no dan tregua. Otra clave del divertimento inteligente: tener secundarios potentes, con personalidad. Primos presume de unos espléndidos Raúl Arévalo, Antonio de la Torre, Adrián Lastra (su estética pirata puede llegar a ser de culto) y Clara Lago, sin que su aparición sea una excusa o una forma de diluir la trama de (des)amor principal. En Primos todo suma y sus pocas debilidades se perdonan. Y si no fuera por un tramo final excesivamente dramático (aunque también comprensible: no se me ocurre mejor conclusión que la que propone el realizador), estaríamos hablando de la mejor comedia española en años. Hecha entre amigos, una bonita historia sobre la amistad. Hay que presumir de Primos. ¡Por fin!


Nota: 7'5

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