David Serrano va camino de convertirse en uno de los guionistas jóvenes más interesantes de nuestro país. Con los libretos de El otro lado de la cama y Días de fútbol, además de apuntarse dos tantos en taquilla, logró describir parte de la joventud española: abierta, inquieta, urbanita. Todo con un aire muy español, que no cañí (entendido éste como rancio). Una hora más en Canarias es la nueva apuesta de Serrano, sin duda la más arriesgada, y seguramente la más incomprendida. Las fichas son las mismas, y el guión no escatima en líos amorosos y toques de culebrón. Serrano se independiza, se rebela, y despeja un camino que puede ser brillante. Una hora más en Canarias coquetea con lo cutre, lo chick, lo rosa; de hecho, en sus partes más conseguidas, sabe coger lo mejor de otros miembros de su generación como el Ramón Salazar de 20 centímetros. Esa es su gracia y su fallo. El rasgo que la define. Una hora más en Canarias juega a ser imperfecta: como demuestra su abiertísimo final, lo mejor de la película es disfrutar de sus escenas como elementos inconexos de una paranoia de humor, música y delirio visual, sin esperar más que la pura evasión. Un regalo frívolo que es un vodevil moderno y una declaración de amor al amor, a un género (el romántico, sazonado con momentos musicales) y a unos actores (la interpretación de Angie Cepeda es de lo mejor del año). Basta comparar Una hora más en Canarias con, por ejemplo, Que se mueran los feos, para darse cuenta que Serrano supera a todos los nuevos valores surgidos de la pequeña pantalla. Naif y loca, verborreica y vitamínica. El desfase horario del título esconde otras desmedidas. Pero qué quieren que les diga... Una hora más en Canarias tiene su toque. Quim Gutiérrez, el protagonista ausente, el deseado y el dominado, en el fondo el latin lover y macho del cotarro, asiste a un festival de hembras al borde de un ataque de nervios que sabe a homenaje a la dorada comedia del antiguo Hollywood. Todo al más puro estilo ibérico, con una Isabel Ordaz post-hierbas y una Miren Ibarguren post-Aída. ¿A que suena bien?
La escena: Juana Acosta pide ayuda a un desconocido porque está a punto de volar. Al final se agarra a una farola. Puro delirio.
La interpretación: Angie Cepeda, hasta ahora rostro secundario, pasa el examen con excelente. Es la más almodovariana del grupo. ¡Y qué dicen de su acento tan telenovelesco!
El chiste: Ibarguren descubre un pendiente en el baño de su novio. Llega a dos conclusiones: la amante de Gutiérrez es o una pirata o una folklórica. Excelente.
El momento musical: La escena inicial. Un regalo de 'duvis' y 'davas' en un ambiente bucólico. Seguro que los primeros minutos harán que muchos abandonen la sala antes de tiempo.
Me alegro de que al final te gustase! Recuerdo que cuando se estrenó, que estaba loco por verla, no estabas muy seguro de si iba a estar bien. Fue muy menospreciada pero yo me lo pasé pipa en la sala del cine y concuerdo con lo que dices de Angie Cepeda, está genial. Total, que leyendo tu reseña me an dado ganas de verla otra vez.
ResponderEliminarSaludos!!
A mí me gustó mucho cuando la vi, me lo pasé muy bien. Tiene algunos momentos realmente buenos, y otros no tanto, pero el conjunto está a buen nivel. No entiendo por qué ha sido tan criticada. Angie Cepeda, excelente! debería hacer + comedia.
ResponderEliminarSaludos!!!!!!
Adoro este blog...
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