¿Por qué la mosquitera? La mosquitera, dentro de la lógica de la película (que, por lo demás, es una cinta dominada por la sinrazón), puede tener dos significados. La primera, que la mosquitera sea esa red que se convierte en escudo o barrera, que nos separa de la realidad y que acaba afectando a nuestra rutina, reducida a un micromundo que en la cinta es también el espacio del desasosiego, la incomprensión, la sorpresa. Y como sus personajes vienen y van como una especie de naturaleza muerta, siluetas amorfas y mórvidas que navegan (y moralmente naufragan) en aguas estancadas, también es posible una doble lectura, y que la mosquitera sea ese filtro, esa capacidad de retener ciertos instintos primarios y convertir al ser humano en un individuo activo y racional, diferente a perros y gatos, algo que no ocurre con los personajes de la película. La mosquitera también habla de los límites y los deseos, pero sobre todo de los mecanismos que llevan a una familia más o menos pudiente a perder cualquier noción del tiempo y del juicio, como si la sociedad moderna sólo supiera crear monstruos incapaces de querer pero muy capaces de herir. '¿Por qué hacemos daño a las personas que más queremos?', dice Raquel, la hermana de Alicia (Emma Suárez), en un momento crucial de la trama. La mosquitera es la radiografía tarada de una familia que se derrumba, y sobre el papel una película suicida, llena de planos interiores y diálogos turbios. Tanta excentricidad y tantas ganas por describir los lazos afectivos y las relaciones de poder, así como un estilo cortante, con más interrogantes que respuestas, comedia oscurísima en sus situaciones más absurdas y una tragedia griega ante todo, convierten La mosquitera no sólo en la película española más radical del 2010, sino en una suerte de Canino local que logra desconcertar hasta el más resabiondo.
En esta historia de decadencia y desapego, el sexo se convierte en la actividad salvaje que distancia el matrimonio de Alicia (Suárez) y Miquel (Eduard Fernández). Un acto sexual que es una infidelidad y que también implica una humillación: ella se rebaja a la categoría de prostituta, y él sucumbe a los intereses económicos de la amante. Todos los personajes son títeres sin cabeza. La apatía los lleva a un estado de ebriedad, locura, negación e inactividad peligroso. Los seis perros campan a sus anchas por la casa y se convierten en amos y señores del lugar (en una escena, madre e hijo juegan a comer como los perros, elemento muy significativo). La tristeza, la depresión, la soledad y la incomprensión son los ejes de La mosquitera, una película provocadora, ligeramente ácida, siempre negrísima. Una metáfora del monstruo que todos llevamos dentro y que no parece contar con referentes cinematográficos españoles, algo que la convierte en una película pequeña de marcado acento europeo, carne de festival y centro tanto de las alabanzas como del azote de cierto sector crítico. La sensación de la pasada Seminci (Espiga de Plata y reconocimiento a la mejor actriz) y el revulsivo de los multicines. La mosquitera recuerda la primera etapa de Haneke, aunque lo mejor sería decir que no hay película parecida a ésta dentro de nuestra cinematografía. Será interesante saber cómo la valorarán tanto los Goya como los Gaudí, e incluso qué posición logrará con el tiempo dentro del cómputo total del cine español (de momento, la situamos en una categoría de cine de autor y a contracorriente, curiosamente de directores catalanes como Marc Recha o Albert Serra, y más curiosamente asociado al productor Lluís Miñarro). Un experimento más interesante por lo que abstrae (e insinúa, e inspira) que por lo que realmente es.
La interpretación: Emma Suárez, que dábamos casi por desaparecida tras años de inactividad, vuelve con la intención de ser la musa del cine catalán de 2010. Porque a sus esfuerzos actores también se le añaden otros de lingüísticos: tanto en La mosquitera como en Herois, la actriz madrileña chapurrea el catalán. Y en este caso, la entrega es total: se enfada, se desnuda, ríe y llora.
El diálogo: Toda la familia está sentada en la mesa. Se disponen a comer, pero el padre de Miquel asegura que 'no quiere a nadie'. La tensión sigue hasta el último fotograma.
La escena: Mientras Alicia conduce, Sergi, el joven amante de la mujer, se masturba.
Tengo ganillas de verla. A ver si la estrenan pronto aquí en Vigo.
ResponderEliminarSi tingués un cinema, tornaria a programar La Mosquitera i Kinodontas i després montaria unes jornades d'estudi sobre la família. Totes dues son radiografies clau per a entendre què li passa a la nostra societat...
ResponderEliminarEl hecho de que la compares con Canino ya la vuelve apetecible.
ResponderEliminaryo nunca he votado por la mejor actriz de la decada, pero estoy contento con las que han pasado a la siguiente fase, que es cuando votare en todas las listas
ResponderEliminarsaludos
Es mejor que Canino. Es menos pretenciosa, tiene más conexión con la realidad. Es mucho más difícil lo que hace este tío con La Mosquitera que el griego, demasiado abstacto. Y la visión del sexo en Canino no me la creo para nada. La mosquitera sin ser una película realista aporta mucho más. Y es infinitamente más divertida, sarcástica e inteligente. Yo comparo al director con Bueñuel, como he leído en muchas críticas.
ResponderEliminarTe pasas con la comparación!! Pero estoy de acuerdo en que es muchísimo mejor que Canino, más madura. es un peliculón. Y ha ido a más festivales que Canino. Ah! que yo sepa Canino no ganó un festival de clase A como el de Karlovy vary.
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