Crítica de DIDI HOLLYWOOD

Bigas Luna hace lo que le da la gana. Su extraño binomio sobre el sueño de ser actriz y la posterior fama es un proyecto arriesgado que en sus dos partes tiene una coherencia visual bastante loable. Y es que Luna es un zorro con muchas tablas: no quería rodar ningún discurso hondo, aún menos sutil. Da la impresión de que el rodaje de DiDi Hollywood, en todas sus variadas localizaciones y lenguajes, fue muy divertido. No estamos demasiado lejos de ese cuento de ascensión social que era Huevos de oro. Incluso la película abre un metadiscurso personalísimo: Luna, descubridor en el pasado de tantos valores como Cruz, Bardem y Moyà, cuenta la historia de una chica que viaja a Norteamérica en busca de suerte y con el sueño de ser actriz. La D de DiDi es también una abstracción de la P de Penélope, y Bigas Luna presume de su condición de cazatalentos. Por eso la película, con el mismo tono de fábula desnuda (y con desnudos) de Yo soy la Juani, filma a Elsa Pataki trabajando en un restaurante, rodando sus primeros spots publicitarios, adentrándose en la gran industria de Hollywood y contando todo aquello que ha perdido por el camino (que es mucho). Como todo cuento, DiDi Hollywood es exagerada: más que una descripción del séptimo arte desde sus entrañas, al director catalán le interesa el empeño de una generación que ha idealizado tanto el cine como sus artistas. Desde esta idealización y fantasía, DiDi Hollywod se disfruta como una historia imposible llena de excesos, clichés, una curiosa selección musical (de Shakira a Keren Ann) y sexo de alto voltaje. Pataky no tiene la garra de Verónica Echegui, pero tampoco le hace falta: su belleza y su interpretación se acoplan a la perfección en una trama internacional (y bilingüe, aunque el doblaje español nos haya privado de los diálogos en inglés) donde también participan Peter Coyote (en su segundo film español tras la Kika de Almodóvar) y Paul Sculfor. Un entretenimiento que debería alegrar la cuota de pantalla de nuestro cine.

Nota: 6'5