HABITACIÓN EN ROMA (ROOM IN ROME), de Julio Medem
Habitación en Roma, suerte de revisión personal del film En la cama, ha sido el nuevo proyecto de Medem, un nombre que cada vez parece más decantado hacia un cine no convencional. El halo místico que lo caracteriza sigue entre las cuatro paredes del título, también un culto a la belleza femenina de una planificación técnica exquisita. El cine de Medem ha ido recrudeciéndose con el tiempo. Vacas, Tierra y La ardilla roja estaban diseñadas a modo de paranoias visuales, thrillers intensos, rurales y turbios que llevaban el espectador a otra dimensión. El cine de Medem es un cine que se vive; que, como en una poesía, se disfruta más la forma que el contenido. Hay que conectar con él, y Medem parece empeñado en plantearse más inaccesible y críptico. Ello abre una problemática tanto para la crítica (empeñada en dilapidar al cineasta vasco, posiblemente influida por el revuelo que armó La pelota vasca) como para el público (que vive con incertidumbre cada uno de sus nuevos estrenos, todos ellos muy diferentes entre sí, y sumamente opuestos también al Medem más publicitado de hace unos años). Los amantes del círculo polar continúa siendo su título más accesible, y Lucía y el sexo, para quien esto escribe la mejor jugada de Medem, supo combinar la lírica de la anterior etapa con la radicalidad de la nueva (desnudos cada vez más explícitos y personajes más descarnados, en momentos emocionales límite). Habitación en Roma no cultiva tanto la metáfora como Caótica Ana, y aún así los mejores momentos del film son aquellos en los que Medem juega con la música y el encuadre de sus imágenes (la pesadilla de la bañera es brillante). Paralelamente a su condición de tótem lésbico, de cine más experimental, Habitación en Roma tiene como contrapunto algunos diálogos forzados, otros alicaídos y alguna ñoñería de más. Interesa su exploración de la psique femenina, pero todo se me antoja demasiado artificial (no superficial). Habitación en Roma conserva la fuerza visual del Medem de siempre, pero no pasará a la historia como uno de sus mejores títulos. El viaje es un placer. Hubo, eso sí, otros mejores. Nota: 6'5
Habitación en Roma, suerte de revisión personal del film En la cama, ha sido el nuevo proyecto de Medem, un nombre que cada vez parece más decantado hacia un cine no convencional. El halo místico que lo caracteriza sigue entre las cuatro paredes del título, también un culto a la belleza femenina de una planificación técnica exquisita. El cine de Medem ha ido recrudeciéndose con el tiempo. Vacas, Tierra y La ardilla roja estaban diseñadas a modo de paranoias visuales, thrillers intensos, rurales y turbios que llevaban el espectador a otra dimensión. El cine de Medem es un cine que se vive; que, como en una poesía, se disfruta más la forma que el contenido. Hay que conectar con él, y Medem parece empeñado en plantearse más inaccesible y críptico. Ello abre una problemática tanto para la crítica (empeñada en dilapidar al cineasta vasco, posiblemente influida por el revuelo que armó La pelota vasca) como para el público (que vive con incertidumbre cada uno de sus nuevos estrenos, todos ellos muy diferentes entre sí, y sumamente opuestos también al Medem más publicitado de hace unos años). Los amantes del círculo polar continúa siendo su título más accesible, y Lucía y el sexo, para quien esto escribe la mejor jugada de Medem, supo combinar la lírica de la anterior etapa con la radicalidad de la nueva (desnudos cada vez más explícitos y personajes más descarnados, en momentos emocionales límite). Habitación en Roma no cultiva tanto la metáfora como Caótica Ana, y aún así los mejores momentos del film son aquellos en los que Medem juega con la música y el encuadre de sus imágenes (la pesadilla de la bañera es brillante). Paralelamente a su condición de tótem lésbico, de cine más experimental, Habitación en Roma tiene como contrapunto algunos diálogos forzados, otros alicaídos y alguna ñoñería de más. Interesa su exploración de la psique femenina, pero todo se me antoja demasiado artificial (no superficial). Habitación en Roma conserva la fuerza visual del Medem de siempre, pero no pasará a la historia como uno de sus mejores títulos. El viaje es un placer. Hubo, eso sí, otros mejores. Nota: 6'5
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HIERRO, de Gabe Ibáñez
Si de algo puede presumir el cine español es de tener buen cine de ambiente fantástico o terror. Autores como Alejandro Amenábar han acabado siendo una referencia para jóvenes realizadores que ven en el género fantastique una posibilidad para forjar un estilo y darse a conocer a un público que casi siempre se siente atraído por la intriga, el thriller y el terror psicológico. Hierro forma parte de esta nueva hornada de películas pequeñas pero matonas que cuentan mucho y muy bien sin necesidad de grandes medios. Respecto a Francia, donde parieron hace nada unas criaturas tan radicales como Frontière(s) o Martyrs, España parece más arraigada al cine clásico norteamericano, una línea que inicia Hitchcock y que sigue con Spielberg. El seguimiento de una mujer que sufre con nosotros durante todo el metraje ha sido la excusa de grandes obras como las paranoias de Polanski Repulsión y La semilla del diablo. Von Trier dice que es más atractivo ver en pantalla las penurias de una mujer que las de un hombre, no por razones sexuales o sexistas, sino por un mero componente visual directamente relacionado con nuestra cultura o tradición. Hierro toma todo ello para construir su misterio. De hecho, en un acto de ironía cinematográfica, Elena Anaya vuelve a la isla de Lucía y el sexo para vivir su pesadilla definitiva, también para lograr su interpretación más destacable. Hierro cuenta con una atmósfera muy lograda, tiene momentos buenos y tiene una coherencia cromática muy interesante para tratarse de una ópera prima. Y también por tratarse de una película inicial, Hierro carece de la consistencia narrativa de los grandes títulos que homenajea. La anécdota de su argumento basa no siempre con atino una hora y media que se deja ver sin reinventar nada. No es de hierro, pero vale la pena. Nota: 6
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LUNA CALIENTE, de Vicente Aranda
Vicente Aranda empieza a ser recibido por la crítica con desdén casi de forma automática. Los críticos se han cebado en más de una ocasión con uno de nuestros creadores más fructíferos, y Aranda, aunque no esté pasando una de los mejores etapas de su carrera, merece un respeto; y, como resultado, despierta innegablemente interés con cada uno de sus proyectos. Luna Caliente no es ninguna maravilla, tampoco lo eran Canciones de amor en Lolita's Club y Tirant lo Blanc, pero sí estamos hablando de películas coherentes con el estilo y las preocupaciones de su realizador, unidas también por un conservadurismo estético que aquí se resuelve en unas imágenes telefilmescas, imposición seguramente de un presupuesto un tanto apretado. Luna Caliente no deja ninguna huella, tampoco merece figurar entre lo mejor del año y mucho menos de la filmografía de Aranda. Pero a pequeños recursos, pequeños resultados. Y dentro de esa pequeñez tanto monetaria como artística, Aranda logra una vez más esa atmósfera claustrofóbica que tanto le apasiona, definidida, cómo no, por los oscuros designios del deseo y el sexo salvaje. Aranda parece adaptarse a las adversidades y consigue una película que se deja ver; menor, eso sí, si seguimos teniendo en mente Amantes o Juana La Loca. Veo Luna Caliente como un relato breve levemente subversivo, salvado por el hacendoso trabajo de Eduard Fernández. A riesgo de convertirse en el viejo verde por excelencia de nuestra cinematografía, Aranda sigue urgando, investigando, filmando con malsana delectación una carnalidad totalmente podrida, casi mórbida, que muchos considerarán 'demodé'. Luna Caliente, valga el juego de palabras, no calienta, pero sí inquieta. Suficiente para no merecer (otra vez) tantas reseñas negativas. Nota: 5'5
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QUE SE MUERAN LOS FEOS, de Nacho G. Velilla
Al cine español le ha encantado las historias de paletos con gracia, marginados rurales y paletos de campo que viajan a la gran ciudad. Antes teníamos a Alfredo Landa, a Pajares, y sobre todo los geniales frescos costumbristas de Berlanga o Bardem. Ahora tenemos una nuevo ola de comediantes nacidos en el seno de la televisión y que no han tardado en alargar sus guiones (no mejorarlos) para adaptarse a las exigencias de la gran pantalla. Que se mueran los feos goza de ese inmediatez televisiva (cierto toque moderno, no por ello bueno) y de un discurso tan básico como el cine de 'años ha' (su narrativa sobre la belleza y la fealdad es tan básica como un cuento infantil). Nunca películas como ésta, aunque reciban el apoyo del público, pueden ser el paradigma a seguir porque siguen alimentando ese cliché que nuestro cine es rancio y basto. Se estrenó semanas después de Nacidas para sufrir, otra reivindicación local del mundo rural; ésta, en cambio, es una comedia totalmente blanca, entretenida y, afortunadamente, tiene toques con ingenio (ese revival del Eres tú eurovisivo de Mocedades, otro tótem de un frikismo 'adorablemente casposo', en el fondo muy nuestro, es de lo más divertido que hayamos visto este año). Una comedia ibérica que se salva por su reparto: Javier Cámara precisa el Goya y Carmen Machi vuelve a ser la cara secundaria que alegra todo el cotarro (ya lo hizo en Pájaros de papel). Con buenas intenciones pero políticamente (in)correcta (véase la nómina de secundarios: un gitano que aplaude la infidelidad de su hijo, un cura que suelta tacos cada dos por tres, una lesbiana que quiere un hijo a la desesperada, o fauna diversa como 'el chulo' o 'el tonto' del pueblo). Es el título 'cañí' más taquillero del año, para bien o para mal. Se ve y se olvida con facilidad. Logra su objetivo. Y quien sepa rebajar sus expectativas, se encontrará con un divertimento decente. Porque, como los feos, hay un cine 'ejpañó' que nunca morirá. Nota: 6
Me parece que la isla de Lucía y el sexo no es la misma que la de Hierro ya que la primera se encontraba en las baleares y en esta ocasión la isla que da nombre al título de la pelicula está en Canarias
ResponderEliminarCineranking:
ResponderEliminar- Machete: 8
Sé que es mucha nota pero que coño me lo ha pasado genial viendo esta ida de olla.
Tanto Luna Caliente como Que se mueran los feos... ya las tengo en dvd y preparadas para ver!...
ResponderEliminarSaludos!