viernes, 9 de julio de 2010

Crítica de 35 RHUMS

A José Barriga, por la espera.

Francia se empeña en filmar su variedad cultural. Es un hecho: la inmigración ha traido consigo nuevas caras, comidas y costumbres que no siempre viven en armonía. La clase intentaba ser una reflexión y una síntesis de esa diversidad, pero un guión esquemático, una escenografía teatral y unas situaciones demasiado forzadas dieron al traste con la Palma de oro más sobrevalorada de la década. Cuscús, por el contrario, dialogaba desde la precariedad de sus personajes, todos ellos parte de una familia argelina. Nada que ver tampoco con la burguesía del Chabrol de La ceremonia o del Despleschin de Un cuento de navidad, relatos que retrataban con humor negro unos colectivos pudientes, una élite con pedigrí que existe. Un episodio de Paris, je t'aime mencionaba una de las mezquitas de la capital francesa, muestra de que la arquitectura se adapta a la variedad religiosa de la urbe. Y es en esa urbe donde los seres de 35 Rhums, de tez negra y con familia en Alemania, cogen el metro, dirigen un tren, conducen un taxi e intentan sobrevivir, integrarse. 35 Rhums, en definitiva, viene a aportar una nueva mirada a ese caos que filmaba el Código desconocido de Haneke en forma de relato íntimo, silencioso. 35 Rhums entronca con un realismo social muy frecuente en el cine español, pero la película de Denis se desmarca de la tónica habitual porque habla del 'ahora' y del 'aquí' de forma poética, enigmática. Lo diremos de otra manera: es una película 'muy francesa', igual que La clase, Cuscús o Un cuento de navidad.



Hemos dicho que 35 Rhums es poética, pero ello no implica que tenga una poética válida, atractiva. Cuesta mucho entrar en el universo que propone Denis: un tren recorre paralelo a la ciudad mientras el cielo anochece durante los primeros minutos. Cuando conocemos a los personajes, el espectador se pregunta qué quiere contarnos la directora con semejante plantel. El final no es menos misterioso... Vaya, que a 35 Rhums le ocurre algo, quizás miedo a contar algo. De tan discreta, 35 Rhums insinúa poco, el mayor error que se puede cometer. No creo que la película tenga una intensidad ascendente, pero sí una atmósfera casi mística que sólo calará en los espectadores más pacientes. Y tras mucho pensar en estos tragos, llego a la conclusión de que la directora ha bebido unos sorbos tan pequeños que no ha tenido tiempo de emborracharse. No creo que la actitud de Lionel esté bien contada. Afirmo, además, que la relación amorosa entre vecinos se nos muestra de forma torpe y que el espectador debe realizar un sobreesfuerzo para situar el personaje de la taxista Gabrielle (lo reconozco: creí durante una hora larga de metraje que era la 'ex-esposa' o semejante de Lionel). 35 Rhums es interesante, incluso puede definirse como una buena película, pero es tímida, titubea y nos deja con ganas de más. Hay un cine independiente que opta por no contar, a riesgo de que lo que se elide reste fuerza al conjunto: esta es la tara de 35 Rhums y esa es la justificación de que no haya obtenido ninguna nominación al César francés (y de que, como habrán comprobado los bloggeros más veteranos, haya recibido excelentes críticas). Pero no me preocupan esas piezas que no cuadran: 35 Rhums es un tipo de film que al responsable de este blog le gusta ver varias veces.



¿Pero de qué habla 35 Rhums? A título personal, es una reflexión un tanto alicaída de la familia y del paso del tiempo. Este es un cuento sobre generaciones: la que en su día emigró a Europa a base de trabajo duro, y los descendentes de ésta, que viven gracias a lo conseguido por los padres (el personaje del vecino, el más pintoresco de todos, conserva un gato de 17 años que al final muere: la demostración de que debe abandonar el nido familiar, volar libre y reafirmarse como persona) y que luchan por superar los logros de sus ancestros (la joven protagonista estudia antropología). Pero hay quienes han trabajado tanto que no pueden definirse sin una actividad: el caso del anciano que se jubila y que nunca aceptará descansar lejos de las vías del tren. Temas, eso sí, que afectan a todos en todos los sitios, tónicas de esa variedad cultural que mencionábamos, parte de la esencia de los ciudadanos del primer mundo. Motivos suficientes para que 35 Rhums merezca nuestra atención.




Nota: 6

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