martes, 20 de abril de 2010

TULPAN 7'5 / 10

Hacen falta más películas como Tulpan. En un momento en el que la industria parece repetirse con cada nuevo estreno, milagros como este nos recuerdan que la ficción emana de lo real. Tulpan es una película pura que, aunque parece fácil, es de una complejidad infinita: actores, animales e incluso la climatología se alían para crear largos planos secuencia llenos de sutilezas y con la fuerza de lo que inspira verdad. En Tulpan no se nota la mano de un director, la tinta de un guionista, las tablas de un actor o las tijeras de un montaje: hay, afortunadamente, el libre discurrir de la vida, una exaltación de lo cotidiano, una sensación de verismo mezclada con gotas de exotismo. Nuestra mirada occidental juzgaría de buenas a primeras la vida de unos nómadas en la estepa de Kazajstán, pero la película logra que queramos a sus protagonistas, que sintamos como propias sus aventuras diarias y que celebremos actos tan naturales y bellos como el nacimiento de una cabra, la llegada del camión de agua, las dudas de un joven en busca de esposa, los cantos de una niña o los juegos de un bebé. El paisaje desértico, la tundra sin fin que nos impregna y teletransporta con sus pequeños tornados y movimientos de tierra fina se eleva como escenario mágico y primitivo del que surge lo mejor del ser humano. Al concluir la película, uno tiene la impresión de haber viajado durante unos días hacia tierras lejanas, una sensación que no logra ni el mejor de los documentales. Interesante fábula sobre una familia de pastores, sobre niños que crecen, sobre rituales que se mantienen y sobre la diferencia (una vida agreste y peculiar en contraposición al bullicio de la gran ciudad: la gran duda de nuestro orejudo Asa). Tulpan, evocación de la amante imposible, abraza lo vital y contagia su discurso amable. Mejor película en la sección Un certain regard del Festival de Cannes 2008, mención harto merecida.



Tulpan nos hace pensar cuántas películas dejaremos de ver por el simple hecho de no encontrar distribución o festivales que los promocionen. La experiencia que supone ver la película es tan reconfortante como educativa: logra imprimir el respeto hacia un estilo de vida diferente y defender todo lo que nos une. Tulpan, con sus momentos de humor tímido, se impone como última representante de un realismo mágico que vino del sud de América y que viró hacia tierra balcánicas con el mundo de Kusturica. En Tulpan no hay momentos violentos, tampoco hay cabida para el sexo: es un título necesario y familiar que, pese a lo que elide y elude, sintetiza muy bien el papel de la mujer en oriente (la hermana ama de casa que se dedica exclusivamente a cuidar de sus hijos en un entorno hostil, en contraposición a Tulpan, una mujer que viaja a la ciudad para formarse y romper el estigma de su sexo) o el sistema patriarcal (el padre, que a ratos actúa cual tirano, basa la vida familiar; el hijo que debe buscar esposa para confirmar su condición de hombre adulto). Tras la mongola La historia del camello que llora o la iraní Los limoneros llega una historia sana sobre la tolerancia y el alma. Un intercambio cultural de nivel.

1 comentario:

  1. pues tengo ganas de ver esta peli, este tipo de cine me suele gustar bastante.
    Gracias por la recomendacion.

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