Pereira empezó el 2009 con un cambio de género: de la comedia que le ha dado nombre al thriller malsano. Es incierto el lugar que ocupa Pereira en el cine español porque sus películas son excesivamente grises, blandas, al final prescindibles. Cosas que hacen que la vida valga la pena fue una comedia adorable, tan reconfortante como el juego que nos ocupa. No existe mejor póster para sintetizar la esencia de una historia oscura, con momentos sexys y escenas forzadas; loable intento de cine de género, ibérico y personal. No hay nada memorable en un juego que, en el fondo, es obvio. Lo más destacable son sus dos jóvenes actores: una Clara Lago que confirma su áurea de gran promesa, y Álvaro Cervantes, enfermizo enfant terrible que transmite furia, carnalidad y nervio. El nivel no se aplica al resto de reparto; tampoco a la historia: una película correcta que no quiere más méritos que entretener sin golpes de efecto ni caminos fáciles. El juego del ahorcado, contra todo pronóstico, es el reverso de productos juveniles como Mentiras y gordas, aunque aquí también tenemos escenas de sexo y momentos filmados a modo de videoclip. Quizás éste sea el hecho que justifique su fracaso en taquilla. Y quizás por ello se ratifican sus justas dos nominaciones a los Goya, mención especial para una banda sonora notable. El mayor problema, pese a todo, es que El juego del ahorcado no pasará a la historia, como el resto de cintas de Pereira. ¿Una historia potente en manos de un director erróneo? Quizás, aunque el error no es garrafal. Es inocua, pero también liviana; convencional, pero también entretenida. ¿Algún problema?
Sandra es una estudiante impoluta que se siente atraída por David, un amigo de la infancia con el que comparte secretos y juegos. Un día, Sandra es violada y la adolescente mata a su agresor. David, en eterna batalla con su padre autoritario, será el único sabedor de tal episodio, dando pié a una relación malsana que, en sus últimos minutos, se revelará como fatídica historia de amor, obsesión y posesión juvenil, esta vez teñida de sangre y tinta. Los caminos que elige Pereira acaban subrayando la sencillez del argumento: mientras que los primeros minutos, pertenecientes al pasado de los personajes, se imponen como imprescindibles, el cuarto de hora que acontece en Dublín es totalmente prescindible, muestra de que Pereira o bien no sabe cómo acabar el conjunto o no quiere traicionar la obra literaria que basa su guión. Hay en El juego del ahorcado un miedo al riesgo y una tendencia al tópico, pero es una cinta honesta con suficientes alicientes para justificar su visionado. Retengan sobre todo los rostros de sus dos estrellas: podríamos estar ante la Jamón, Jamón del nuevo siglo.
Pues totalmente de acuerdo contigo, película correcta pero nada memorable. Lo mejor, su pareja protagonista, a los que hay que seguir la pista muy de cerca.
ResponderEliminarUn saludo!
Cuando la vi tuve la misma impresión que tú, la película pasa sin pena ni gloria pero apabullan ambos protagonistas.
ResponderEliminarSaludos!!