Mucho hemos hablado en Cinoscar & Rarities de Ang Lee y esta ocasión abrimos el debate para rescatar uno de sus títulos más recordados. La tormenta de hielo sigue la estela de los anteriores trabajos del realizador; o lo que es lo mismo, una historia bella e inteligente sobre la unidad familiar y la inestabilidad de sus miembros en un mundo que cambía a ritmo acelerado. Lo que aquí se propone de forma metafórica (una tormenta histórica que marcará un antes y un después en el devenir de sus personajes), en otras películas aparece con distintos recursos: la sociedad taiwanesa asumiendo la independencia y libertad de las mujeres (Comer, beber, amar), la aceptación social de otro tipo de familia (El banquete de bodas) o los cambios que realizan los personajes de Brokeback Mountain (la montaña como lugar y como símbolo, como recuerdo y como utopía), Hulk (el monstruo fantástico y el que todos llevamos dentro) o Deseo, Peligro (heridas de guerra que escuecen en forma de sexo salvaje, tanto para el que infringe dolor como para el que lo sufre). El título es claro: si en el interior de los personajes, jóvenes o adultos, hierve la necesidad de tener amores y apoyos, la tormenta final viene a demostrar que tanto calor se esconde tras clichés y apariencias, la seriedad de un barrio residencial, la frialdad del que finge, la soledad de lo escondido (lo mismo ocurre con los seres del cine de Sam Mendes: es probable que La tormenta de hielo inspirara American Beauty). Los personajes de La tormenta de hielo son infantiles, caprichosos, adolescentes en busca de afecto, tarados en un mundo no menos loco (la lluvia helada, referencia divina, enseña la parte sobrenatural de un mundo plagado de átomos y moléculas, aquello que estudian los personajes de Elijah Wood y Christina Ricci). Si la normalidad no existe, la tormenta sirve, además, de punto catártico, fenómeno dicisivo que cierra un relato en el fondo inconcluso. Tras la tormenta siempre llega la calma, y ésa, como bien sabe Ang Lee, es otra historia.
La iniciación sexual, el escándalo Watergate y la generación de los 70 (totalmente deslenguada, reivindicativa y auspiciada bajo la estética hippie: parece lógico que Lee acabara filmando su versión de Woodstock) han sido las constantes de muchas películas, pero pocas con resultados tan notables. Un pueblo de Connecticut es testigo del caos existencial de la familia Hood: un padre infiel, una madre depresiva, un hijo adicto a los cómics y una pequeña en estado de rebeldía. Los niños están en una encrucijada: en plena explosión de hormonas, sus quehaceres se asemejan demasiado al aburrido discurrir de sus primogénitos. Lo que en un contexto juvenil se expresa en forma de furtivos tocamientos y drogas, los adultos apaciguan sus males con juegos de llaveros y robos en una tienda de cosméticos. La madre, interpretada por una sobria y delgadísima Joan Allen, ansía la libertad de su hija, aunque en el fondo sea un tanto desequilibrada. El esquema no dista demasiado del que propone la serie Mad Men, franquicia con la que también comparte estética y silencios. La tormenta de hielo, en contra de lo esperado, no es una película de hechos sino de matices, intuiciones, sentimientos. Igual de sutiles son las interpretaciones de todo el elenco, Sigourney Weaver, Kevin Kline y Christina Ricci de forma especial. El tiempo ha convertido La tormenta de hielo en una rareza equilibrada por actores del antes (Kline, Allen y Weaver, que vivieron su etapa dorada en los 80) y del ahora (el film funciona como catálogo de estrellas en potencia como Ricci, Wood o Holmes). Una familia inusual, como esos cuatro fantásticos que devora Maguire en el tren.
Nada se le resiste a Lee. Su filmografía es un todo ecléctico y al mismo tiempo compacto. La tormenta de hielo, premio al mejor guión en el festival de Cannes, vuelve a recordarnos la madurez de uno de los mejores cineastas de la actualidad (otro dato curioso: al igual que Eastwood, siempre adapta material y guiones ajenos). Cuesta situar La tormenta de hielo entre tanta variedad: recordaremos su final sorpresa, su melancolía, sus actores. Sus estampas heladas se sitúan en unos niveles que sólo ha conseguido superar en los últimos años la lluvia de ranas de Magnolia. En todo caso, cine entretenido, sesudo, impactante, vivo.
Me la apunto para ver,hace tiempo tenia intención pero a veces no hay tiempo ,un saludo!
ResponderEliminarEs Ang Lee un cineasta todoterreno capaz de sacar buenas películas en distintos contextos geográficoa, en dispares condiciones de producción y en géneros distintos.La tormenta perfecta, es como tú dices, una obra a reivindicar. Buen cine con personajes muy bien definidos, que radiografía una sociedad enferma.
ResponderEliminarAltamente recomendable
saludos