Viggo Mortensen en un apocalipsis frío, lleno de peligros y personajes carnívoros. El camino de este padre es físico pero también mental: The road es una bajada a los infiernos, una ruta plagada de referencias mitológicas y religiosas, un viaje hacia la corrupción de la especie humana. El hijo del protagonista es el perfecto contrapunto: alguien ingenuo, sano, cuya bondad sigue intacta pese a tantos baches. Esta lucha entre el bien y el mal está filmada en tonos ocres y grises, con una fotografía que languidece y unos silencios incómodos, eternos. Hay mucha filosofía, también mucho respeto y fidelidad al material literario de partida, pero The road es fría: su desastre no nos conmueve, sus metáforas se intuyen y tanto secundario hastía. Una lástima porque Mortensen, raquítico y pálido, vive y sufre en primera persona un papel extremo, dificilísimo. Parte del naufragio es culpa de unos flashbacks luminosos y fáciles: las imágenes de un pretérito mejor y de una madre que, según se interprete, actúa de forma valiente o cobarde. No convence su drama, la llama del factor terror siempre se mantiene a medio gas. Se entiende la irregular carrera comercial del proyecto: no tiene la garra de títulos comerciales, tampoco la densidad para ser carne de festivales y premios. La carretera acaba en tierra de nadie: ahórrense el viaje.
Si algo debe aplaudirse de The road son los riesgos que toma. El primero, proponer una historia de catástrofes sin demasiados efectos especiales y con una estética clara, definida, diferente. El segundo, conseguir que todos sus seres no sean ni buenos ni malos, ni héroes ni villanos: hay una objetividad extraña en este tipo de propuestas. El tercero, abrazar el horror psicológico, nunca festivo o juvenil, de, por ejemplo, La niebla. Y el último salto al vacío define The road como una película hecha para disfrute de sus participantes y creadores, diseñada a contracorriente y cuyo estreno ha sufrido numerosos retrasos. Intacta, pero menos fuerte de lo esperado, McCarthy suma una nueva adaptación a la gran pantalla, esta vez en un título que tendrá defensores acérrimos y críticas negativas. Me tomo la licencia de no elegir bando.
Nota: 5
A mí me gustó mucho, pero lo tomé desde la motivación de ver relación padre- hijo y esa espantosa impotencia que tenemos todos los padres de defender a los hijos en un mundo hostil. Preferir matar a un hijo antes de verlo sufrir, convertirse en vaya uno a saber en qué tipo de víctima y a la vez no tener el corazón de hacerlo es una imagen cruel, muy cruel que si uno estuviera en esa situación, vaya que sería difícil de decidir.
ResponderEliminarAdemás, como ya expresé, valoro mil veces más este tipo de films con una visión más creíble del padre que la ñoñería de La vida es bella.
Pues a mi no me parece nada fría. Creo que ha sido muy infravalorada y pienso, sinceramente, que como el libro, es una de las visiones post-apocalipticas más "chungas" (desde el buen sentido) que he leido7visto ultimamente.
ResponderEliminarde acuerdo completamente con tu crítica, creo que fue demasiado fiel al libro pero la grandeza de éste es que es tan único y especial como está, a diferencia del libro la película es muy distante, momentos que deberían devastadores se quedan con poca emoción, bueno es que también es uno de mis libros favoritos así que sentí que la llevaron de manera equivocada al cine
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