Javier Bardem citó al recibir su Oscar a 'los comediantes de España'. Pájaros de papel se suma a este homenaje a quienes simulan realidades, ya sea mediante el teatro, el cine o números de circo, vodevil y música. Al tratar las desventuras de unos cómicos en momentos de posguerra, la película muestra la rutina y complejidad del oficio, elogiándolo, humanizándolo y utilizándolo de hilo conector para crear una ficción sobre la amistad y la fidelidad (a los seres queridos, a una ideología... incluso al arte de hacer reir). Pájaros de papel podría ser ligera, melancólica y lacrimógena (que lo es), pero asume otros riesgos más interesantes: dibuja a la perfección cada uno de sus seres y los introduce en una road movie de conspiraciones, funciones y trucos de supervivencia. La valentía de Emilio Aragón por homenajear a los suyos (al final explicitado en la figura de su padre Miliki), al cine y a sus participantes se merece toda nuestra bondad: hay comedia con la todoterreno Carmen Machi (logra nuestra carcajada), hay un Lazarillo de Tormes tierno con Roger Príncep, el drama viene de la mano de Imanol Arias (nominación al Goya, por favor), las escenas de camaradería tienen el rostro del excelente Lluís Homar y el thriller de dictadura tiene en el uniforme de Fernando Cayo un atractivo añadido, al final la sorpresa clave de toda la historia. Pájaros de papel no es una película más sobre la guerra civil, aunque conecte con nombres como Un franco catorce pesetas, El viaje a ninguna parte o ¡Ay Carmela!: su forma de entender el mundo del espectáculo, los palos que toca y su moderna dialéctica sobre política y homosexualidad la convierten en un pastel cinematográfico, una muestra de cine adulto que se construye sobre buenas intenciones y una técnica exquisita (mención especial para su banda sonora). Aún es muy pronto, pero creo estar ante la justa representante española para los próximos Oscar. Al final, la referencia a Bardem, otro cómico de nivel, no parece gratuíta.
Pájaros de papel es una obra simpatiquísima que conecta con nuestro cine, nuestra idiosincrasia, nuestro pasado. Aunque sea una ópera prima, estamos ante un título maduro, heterogéneo. El principio engaña: Jorge del Pino (Arias demostrando que hay vida tras Cuéntame) pierde a su familia cuando el ejército franquista bombardea las calles de Madrid. Hay que seguir viviendo y nuestro héroe volverá a los escenarios donde trabajó en su día, esta vez con la ayuda de un pillo huérfano (Príncep) y su inseparable amigo Enrique (Homar). Al final conseguirán imponerse como trío variopinto nacido del horror: hay una velada referencia a la familia monoparental y a la homosexualidad de Enrique, algo que no consiguen otras muestras escorsetadas de cine de época (uno de los problemas de, por ejemplos, Las 13 rosas). Estos pájaros han echado a volar y nos han robado el corazón. Pocas veces tienes ganas de que una película tenga éxito: ésta es una de ellas. Mezclen el Gérard Jugnot de Monsieur Batignole y, salvando las distancias, el Benigni de La vida es bella... Oirán hablar de ella.
Me ha encantado esta película, creo que lo bien filmada, narrada y actuada que está opaca a aquellos momentos que podrían pecar de cursi o de "mal gusto".
ResponderEliminarUn saludo muy grande.
La he visto hoy y me ha gustado mucho, no esperaba demasiado.
ResponderEliminarUna bonita historia, bien rodada y bien interpretada.
Lo mejor para mi es ese inicio demoledor y la parte final.
Y por cierto, gran banda sonora del propio director!!.
Yo le doy un 7.5.
Saludos.