La ABC se planteó un reto a priori imposible: crear una serie de peso, audiencia y prestigio que encajase con los espectadores del canal, un colectivo fan de Perdidos y Mujeres Desesperadas. La cadena solucionó la equación alterando y augmentando los líos familiares de Dinastía, una fórmula añeja que volvería a vivir una etapa dorada. Tras las desventuras de la familia Fisher, y antes de conocer los magnates de Sexy Money, la saga Walker desvelaba ante un público en augmento sus desgracias y miserias. El estreno captó la atención por la aparición de Calista Flockhart, eterna Ally McBeal televisiva. La actriz logró ser una más del reparto, eliminar su imagen de actriz estrella y participar en otra serie notable. La historia, pese a todo, empezó sin demasiadas bondades (¿cuántas series norteamericanas empiezan con la muerte de un personaje importante?). Rachel Griffiths, que ya había vivido la muerte de Daniel Fisher (gran Richard Jenkins), debió tener una peligrosa sensación de deja vu.
Las dudas se despejan cuando la serie avanza y el quinteto familiar, luego ampliado a sexteto, logra momentos desternillantes, sin olvidar una fuerte carga política (mención al 11-S y a los soldados de Irak incluída). Serie madura que reflexiona sobre la familia, la política o la homosexualidad, Cinco hermanos vuelve a demostrar que los ricos también lloran y esconden secretos. La desgracia, equilibrada con el factor humorístico, es decisivo para entender unos personajes sólidos, una trama que no chirría. Cinco hermanos no engaña al espectador con giros de guión atrevidos o largas digresiones: la serie aporta las dosis de elegancia e ironía esperadas. Culebrón de lujo, Cinco hermanos demuestra que lo más importante en una ficción televisiva es crear personajes coherentes, bien estructurados, con unas fobias y filias muy marcadas para arrancar el llanto y la risa. El guión y los actores, Sally Field a la cabeza, convierten cada emisión de Cinco hermanos en un pequeño placer, una píldora amena con la que idealizar y reirse del american way of life.
Cinco hermanos es el gran compendio de la televisión americana: además de modernizar un género típicamente yanki, la serie nos permite recordar rostros de productos como Alias, El ala oeste de la Casablanca, A dos metros bajo tierra o Ally McBeal. Debemos subrayar la resurrección de Sally Field, excelente actriz en los 80, ahora paradigma de la madre burgesa y demócrata, pícara y sufridora (aunque el tono dulzón de la serie es cien por cien republicano). Field brilla en cada capítulo y se convierte por méritos propios en la madura mujer desesperada de América. Solo hace falta rememorar la pelea en la bodega: una estirada de pelos digna de la película Entre copas. Sin duda, la madre que todo el mundo desearía tener, el papel que cualquier actriz querría interpretar. El final de la segunda temporada demostró que Field y compañía aún tienen mucho que decir. La familia Parker, clásica y a la vez atípica, ante todo.
al principio me gustó pero al paso de los episodios la terminé odiando profundamente, la serie en sí es bastante aburrida, sí, es cierto que Sally Field está perfecta pero de ahí en fuera no me agrada nada, además de que odio los hijos que le brotan por donde fuere, una serie muy cliché
ResponderEliminarSaludos!
No se me antoja ver esa serie... no me llama la atención!...
ResponderEliminarXavier por ahi leei
que preguntabas si habia un español
nominado en los Premios Ariel...
y si... Ariadna Gil está nominada como mejor actriz pcincipal por la película "Sólo quiero caminar"
saludos!
Yo la sigo aun y aunque si me gusta no la considero entre mis mejores de hecho ahorita que sigo la 3ra temporada deje de ver una capitulos y cuando la retome, nada, absolutamente nada, habia cambiado. Pero tienes mucha razon en lo que dices, un culebron elegantemente planteado.
ResponderEliminarEl personaje gay me parece de terror!!! sin tener nada en contra de los gay, no lo soporto, me gusta mas su novio.