Es la primera vez que me siento con el deber cinéfilo y moral de promocionar una película olvidada, una obra maestra que fue (aunque en silencio) la mejor obra española del 2003, incluso por encima de Mi vida sin mí o Te doy mis ojos. Sin promoción ni recursos, Marc Recha, uno de nuestros directores más notables, confeccionó una historia pausada y diferente que mejora lo expuesto en Pau i el seu germà (Pau y su hermano). Es difícil hablar de una película que trata lo cotidiano con respeto y veracidad, que no cuenta nada y al mismo tiempo toca todos los temas, un cuento mágico de fronteras geográficas, lingüísticas y emocionales. Se nota en Las manos vacías una clara influencia del cine europeo clásico, una mezcolanda variada de la que Recha es uno de sus valores en alza. Es curioso, casi irónico, que el cine de Recha interese más fuera de España (Las manos vacías y Pau i el seu germà se presentaron en el festival de Cannes), un claro ejemplo de que nuestro país es inmune al buen cine. Las manos vacías no conoce de goyas y agasajos: se sabe una obra singular que no depende de nadie, una independencia vital para eregir un relato en contra de lo convencional y comercial. Recha se aleja de los circuitos ordinarios, pero tampoco pretende romper ninguna taquilla: Las manos vacías es una película totalmente honesta en todos los sentidos. Desde esta honestidad, desde este lento discurrir del tiempo, Las manos vacías debe disfrutarse como una experiencia única, immortal.
Esbozar el argumento del film sería un error: cada uno debe determinar de qué habla la película y cómo son sus personajes. Las dos horas de Las manos vacías
empiezan con una marcha (la de Madame Catherine) y una llegada (la de Gerard) y acaban con una ironía del destino que dará sentido a todo lo visto, al poético y enigmático título del film. La atmósfera mágica, la música de Dominique A y la espléndida actuación de Olivier Gourmet, actor fetiche de los Hermanos Dardenne, redondean una magna obra de arte. Es todo un privilegio que Cataluña haya engendrado un director como Marc Recha, el prometedor Bergman o Bresson del futuro. No deben perdérsela.
Hola Xavi
ResponderEliminarHe culminado con mucho éxito mi trabajo de grado, lo que significa que estoy de vuelta. quiero leer Triangle lo antes posible, se que será una de las mejores, espero te guste la mía también. Besos cuídate
Gracias por tu recomenadación. Es verdad que desde Cataluña están saliendo muchos directores que se acogen a la tradición europea (francesa) antes que a la española. Albert Serra por ejemplo, quien fue aclamado por Cahier du Cinema. O Jose Luis Guerín con En la ciudad de Sylvia, que estuvo en Venecia.
ResponderEliminarUn saludo, me apunto este nombre para seguirlo