PASADO: El arte de la crítica
Algunas personas siempre han repudiado mi forma analítica de acercarme al cine. El séptimo arte es puro entretenimiento, añaden estas voces, y la crítica, la disección de la cinta, entorpece el juego de ver y disfrutar una película. Debo negar tal locura: el análisis es cuestión paranoica, pero es la única vía para conocer todas las partes de un todo, en este caso un film. El análisis se relaciona con el estudio pero también con el deleite inocente. El crítico de cine, antes de criticar, es espectador y entra en la sala de cine totalmente ajeno al espectáculo. He aquí el verdadero debate: ¿afrontamos igual una película de John Ford que otra de Tim Burton?, ¿las campañas publicitarias estimulan la rutina de ver cine o nos resuelven vilmente el argumento de las películas de estreno? The curious case of Benjamin Button y The Reader han encendido la charla y son, para quien esto escribe, dos víctimas de la forma en que se consume (feo verbo) cine. El arte de la crítica, con sus luces y sombras, vuelve a nosotros atractivo, insoportable, inevitable.
Quienes hemos optado por la vía del análisis, peligroso pero estimulante camino, hemos asistido a la transformación definitiva de los premios Oscar. Slumdog Millionaire ha sido la elegida (años antes hubiera podido ser otra) y su peso dentro del cine actual está escrito con letras indelebles. Slumdog Millionaire demuestra que el fondo siempre será el mismo pero que la forma de ver y dirigir cine ha cambiado (¿la crítica también lo ha hecho?). Las historias cruzadas de Robert Altman, la Norteamérica de Magnolia o los encuentros y desencuentros de los personajes de Crash han eclosionado en forma de videoclip a lo grande. La historia de un niño que antes tenía el rostro de Oliver Twist o Forrest Gump y que, fruto de un mundo globalizado, se nos presenta entre la India pobre y la India pudiente, es la misma monserga de siempre porque el cine y la ciencia que lo estudia es cíclica, vive en un eterno bucle. Ahora ya no nos interesan las historias en orden cronológico: Harvey Milk repasa su vida a modo de gran y melancólico flash-back, The Reader desordena la trama y nos intriga, Frost/Nixon recurre a un cuento sabido pero interesante y The curious case..., directamente, centra su magno metraje en el concepto de "tiempo" y "amor" porque lo breve, como le ocurre a Button, es tan intenso que se perpetua para siempre, incluso hasta el lecho de muerte. Slumdog Millionaire juega con los colores, con sus personajes y con el tiempo, justificándose ante el éxito del protagonista en ¿Quién quiere ser millonario?, avanzando y retrocediendo, albergando miles de películas en una. El cine es la aventura del desorden, la aventura de ver y rodar películas. La nueva salvia que aporta Slumdog Millionaire contrasta con el academicismo de Frost/Nixon y Milk, con la sobriedad de La duda o el clasicismo de El intercambio. Los académicos, que debían indicarnos cuáles eran las mejores películas de la temporada (caso análogo al de los críticos), se han pasado al bando de los espectadores. Slumdog Millionaire ha sido la fiesta definitiva que ha agrupado a jóvenes y a adultos, a audiencias de festivales y de multisalas; un canto a la esperanza de que los sueños pueden hacerse realidad. Y eso, en tiempos de crisis (¿he dicho que Slumdog Millionaire es la película de la crisis?, ¿he tratado el concepto de tiempo?), se agradece.
FUTURO: El arte de adaptarse
La cultura europea es la más neurótica y ególatra porque siempre está hablando y reflexionando sobre sí misma. Norteamérica siempre ha encajado en el paradigma del trabajador que, a base de producir objetos materiales, ha dejado de producir mentes. Ante esta nueva era social, económica y cinematográfica, la crítica, el estudio debe ser la base para entender el mundo y adaptarnos a los cambios. Quienes se adapten vivirán ilusionados nuevas películas, nuevas notícias y nuevas entregas de los Oscar o festivales como Berlín (La teta asustada brilla aquí como la antítesis de Boyle), Cannes (Almodóvar, Haneke y Von Trier en busca de la Palma de oro) y Venecia. Una puerta se cierra y otra se abre. ¡Bienvenidos, desde ya, a los Oscar 2010!
Genial analisis (para variar) jeje
ResponderEliminarAunque veo q nunca pensaremos igual respecto a Slumdog, la cual yo encuentro una obra maestra y tu una pelicula buena por su contexto
Lastima... Pero asi es el cine, y asi somos los criticos: en la variedad esta el gusto
(aunque nunca te perdonare que te guste mas Kung Fu Panda que Wall·E)
jajajaja
un abrazo!
Exelnte Analisis,
ResponderEliminarEs claro que desde hoy el cine va a cambiar de forma rotunda y este año nos ayudo a poder adaptarnos a estos cambios.
Te invito a mi blog pra que veas mi analisis de la ceremonia.
Saludos!
Muy bueno el análisis. Creo que Slumdog es una película que está bien, pero que no es la maravilla de algunos ni la basura de otros. Está ahí, como en el medio de ambos bandos, intentando no ahogarse en el agua de la mediocridad (o ligeramente por encima de ella). Lo que la hizo grande fue la circunstancia del momento, el discurso de mentes un poco lavadas de tanto consumismo y bastante de culpa (inconciente, claro, pero que siempre estalla por algún lado). Y en cuanto a las nuevas formas audiovisuales tan ligadas a la estética del videoclip, digo, ¿no es más redituable una imagen ultrafragmentada que una que perdura en la memoria? Yo creo que sí, en parte porque lo fragmentado hasta el hartazgo debe ser rápidamente reemplazado por otra cosa, y ese reemplazo mantiene el consumo. ¿Quién recuerda con detalle alguna secuencia de Transformers, de Michael Bay? Nadie, absolutamente nadie. Pero todos vamos a ir a ver la segunda parte para ver los nuevos robots y las nuevas transformaciones.
ResponderEliminarUn cambio cultural (y radical) sólo permite salir de estas circunstancias. Ni el cine, ni la crítica de cine, ni la blgósfera pueden lograrlo. Es bueno ser conciente de eso.
¡Saludos!
Este blog es mejor q cualquier enciclopedia de los Oscar q haya caido en mis manos.
ResponderEliminarsaludos!!!