Hace tiempo, quizá desde Pozos de Ambición, que no teníamos la sensación de estar ante un clásico inmediato. Más allá de los Oscar y de cualquier nota crítica, La duda deja un poso extraño, una fina capa de escalofríos que martillea la conciencia de cualquier analista. La realidad supera a la ficción: tenemos la duda, la bonita sospecha, de haber visionado una obra maestra.
La duda reflexiona sobre qué es y cómo es el arte. El personaje de Streep se apoya en Esparta para construir uno de sus intensos, largos y lapidarios sermones. No parece que la referencia sea gratuita: los habitantes de la antigua Grecia y Roma asistían a los anfiteatros; el arte era una reunión cultural, una medicina perfecta para que la sociedad, desde el más rico hasta el más pobre, reflexionase y expiase sus penas y vicios. El arte parece haber sufrido una peligrosa devaluación y la parte pedagógica de lo artístico ha perdido frente a otras cuestiones (algunos dirían banalidades). La duda reúne ahora una sociedad variada en una platea democrática, sin la silla del emperador ni el gallinero de antaño. La duda propone, tanto a nivel narrativo como estilístico, un debate sobre si el arte debe ser bello (visualmente) o práctico (filosóficamente), incluso sobre si el arte es per se un asunto estático a dinámico. ¿Qué debe ser el cine: la filmación de la aventura o la aventura de filmar?
La duda habla de muchas cosas sin hablar demasiado (bendita paradoja) porque es una película que se plantea a modo de enigma y que ha sido escrita a modo de juego. En esta partida de ajedrez, los personajes son las fichas y la numerosa simbología (el viento, el vino, la bombilla, la cruz, etc.), la confirmación de estar ante un todo coherente, ante un tablero con sus propias reglas y jugadores. La duda es, en el fondo, tan fría, irónica, silenciosa y contemplativa como una partida de dicho juego; a La duda le sobra teoría y le falta catarsis, aunque también podríamos preguntarnos si la lágrima fácil, tan ligada al hecho teatral, no es la forma más maniquea de (de)mostrar el dolor.
De todo ello sacamos que La duda no es una película fácil (porque no debe serlo), tampoco la pulcra representación de una Norteamérica trasnochada (la crisis de la América post-Kennedy se asemeja mucho a la crisis moral y económica de la actualidad) ni la gratuita adaptación de una obra de teatro a la gran pantalla. La duda, excelentemente interpretada por sus actores, es subversiva y utiliza el arcaísmo de su fondo y forma para demostrar que siempre viviremos en el mismo mundo sin buenos ni malos, con los mismos debates (religión, racismo, homosexualidad, educación, etc.), miserias y... dudas. Una película rotunda e interesante, adjetivos nada desdeñables en los tiempos que corren.
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Película fascinante, la certeza del buen cine. Destaquemos una vez más la fantástica interpretación de Meryl Streep; sus gestos, su mirada: gloriosa.
ResponderEliminarMuy buena reseña.
¡Saludos!
le tengo muchas ganas a esta película, a ver si la semana que viene la veo.
ResponderEliminarSaludos.
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http://ciudadquenuncaduerme.blogspot.com/
Lo más sobresaliente del film son las actaciones sin dudarlo, muy merecidas esas 4 nominaciones al Oscar.
ResponderEliminarYo aun no entiendo esta pelicula. me parece decepcionante, debio quedarse en el teatro. Y aunque posea buenas actuaciones no le encuentro maestria por ningun lado. En fin es mi opinion, pero igualmente acepto la tuya.....UN SALUDO XAVIER
ResponderEliminarA mi me ha parecido una pelicula lamentable, que se queda en el intento, los 4 actores bien, pero resaltoa amy adams, ya que meril y philip creo que sobreactuan en el climax.
ResponderEliminarluego pondre mi critica