lunes, 26 de enero de 2009

REVOLUTIONARY ROAD 8 / 10

Revolutionary Road llega a nuestras salas precedida por el consabido morbo de volver a tener en un mismo título a DiCaprio y Winslet, artistas de cuyo talante y oficio bebe esta espléndida película. En esta calle de casas de diseño, amas de casa y vidas perfectas se fraguan pequeños grandes naufragios, nada que ver con la espectacularidad de Titanic porque Revolutionary Road opta por la sobriedad y la concreción de una trama casi teatral. Mendes vuelve a demostrarnos su afición por las estéticas anacrónicas y las relaciones de pareja, un juego visual y narrativo que el director lleva a cabo de forma impoluta, sin demasiados artificios ni altibajos, con la intención y la convicción de estar erigiendo una fábula mayor, un cuento desangelado que habla de todos los seres humanos de todos los lugares y épocas.

Revolutionary Road tiene el don de lo universal y objetivo; el film prefiere mostrar a juzgar y sus actores ofrecen un recital interpretativo que corta el aliento a base de devastadoras discusiones y simbólicas reconciliaciones. Revolutionary Road habla de la verdad desde un lenguaje cinematográfico, desde un mesuradísimo juego de tensiones y diálogos. Y Sam Mendes no se contenta con explotar el filón dramático de sus protagonistas: las múltiples interpretaciones del film acaban concerniendo a todos los personajes, espejos de lo que somos (la pareja protagonista), fuimos y aún somos (el personaje de Kathy Bates y su marido en una excelente escena final) y seremos (los nuevos vecinos que llegan al final de la película). A la delicada historia de un joven matrimonio que vive de utopías y revoluciones internas cabe sumar una acertadísima reflexión sobre el capitalismo americano, el tratamiento que da la colectivad a los disminuidos mentales y el propio concepto de locura, una idea que merece un debate a parte. Es en este camino donde brillan las dos escenas en las que interviene Michael Shannon, invisible pero muy importante eje del relato. La sutileza de Shannon ha recibido merecidamente su nominación al Oscar, aunque la no nominación de Leonardo DiCaprio precisa enmienda inmediata. Estamos ante un excelente melodrama que recoge el testigo de In the bedroom, Little Children o American Beauty, aunque sin las artimañas pseudointelectuales de esta última. Revolutionary Road será interpretada de muchas maneras porque Mendes nos da la libertad de describir a los personajes, víctimas y verdugos del sempiterno sueño americano. Su crudeza la ha restado puntos en los Oscar pero la ayudará a ser una película inmortal, muestra sublime de lo que significa ser un buen escritor, director y actor. Imprescindible.