Hay películas que en apariencia no hablan de nada. Un espectador cualquiera diría que Las horas del verano es la historia de una herencia, lo que queda tras la muerte de un ser que quizás no era tan querido. Pero Olivier Assayas va más allá y construye un relato sencillo y sin altibajos, una historia que esconde muchas lecturas y matices. Las horas del verano juega con el cine de Chabrol (sobretodo La flor del mal) pero no se recrea en tramas truculentas o criminales. Se conserva, pero, la esencia de la teatralidad, el minimalismo formal y la capacidad de trascender lo narrado a modo de parábola social; el retrato de una burguesía decadente que lava sus trapos sucios dentro y fuera del núcleo familiar. Al igual que la abuela protagonista de La flor del mal, la matriarca de Las horas del verano esconde tras su escuálida figura un sinfín de misterios, la mayoría de ellos representados en los pequeños grandes objetos que pueblan la casa familiar. Cuando el drama acecha, Assayas imita al maestro Chabrol y opta por una frialdad un tanto extraña; no existe cabida para el sentimentalismo porque a Assayas le gusta lo sutil, ofrecernos la información justa y necesaria. El dolor solo aparece en una escena mágica en la que vemos el rostro de Juliette Binoche aguantando estoica y a la vez débil las lágrimas hacia la madre perdida, hacia las horas de veranos que nunca volverán. No sabemos el motivo ni la fórmula, pero Las horas del verano es un título mágico, un cuento agradable que, espero, no caiga en el olvido fílmico.
Las horas del verano es una historia costumbrista que, al igual que las obras teatrales, se divide en pequeñas partes o actos. Los juegos infantiles que abren la película encuentran su símil adolescente en el desenlace del film, uno de los mejores finales del año. Assayas demuestra en el último cuarto de hora que, en el fondo, es un esteta irredento al que le gusta jugar con la cámara, con los personajes y con el espectador. Y éste, consciente de ello, sale de la sala un tanto pensativo. Siempre resulta gratificante encontrarse con el cine francés de calidad. No he podido ver toda la filmografía de Assayas, pero juro hacerlo. Sin duda, estamos ante la confirmación de un autor que, tras una calma aparente, esconde un niño hiperactivo que aún tiene mucho por demostrar.
Esta la tendré en cuenta. Nunca oi hablar de ella, y tu crítica me anima a verla. Pero... ¿mañana ya no harás tu reseña de Leonera? ¡Que pena! Al final sucederá como el año pasado con XXY (seleccionada para los Oscar anteriores), que fui el único bloggero que hizo su crítica de ella.
ResponderEliminarsaludos! ;)