Hoy arranca la edición número 18 del Festival de Málaga, un certamen que el blog no había tenido ocasión de citar en sus casi 7 años de actividad. Saldamos la deuda con el siguiente post, un repaso a las Biznagas de oro más importantes que han desfilado por el festival, pero también una opinión personal y crítica de las luces y sobre todo de las sombras de un festival que esta primavera alcanza la mayoría de edad.
El festival nació a finales de los 90, con un panorama muy diferente al actual: el éxito del cine español de esos años, tanto en aceptación popular y taquilla como en proyección internacional, hacía pensar en Málaga como un importante escaparate de nuestras producciones (no había crisis económica, en Cannes se colaban un par de producciones propias, teníamos la nominación al Óscar casi asegurada, contábamos con una nueva generación de autores que estaba dando mucha guerra, etc.). Con todo, el certamen ha sufrido distintos problemas de indefinición: en sus primeras ediciones, el festival quiso especializarse en cine cómico, compitiendo contra el desaparecido Festival de Peñíscola, y finalmente se ha convertido en un gran 'stock' de óperas primas. En este sentido, cabe apuntar que el festival, si bien ha crecido como referente mediático, no ha hecho lo propio a nivel artístico: sus secciones, oficiales y paralelas, distan de ser coherentes, de tener una mínima definición, seguramente porque están demasiado supeditadas a la producción anual de un cine, el nuestro, que a veces no puede o no quiere tocar todos los palos (temáticos, estilísticos, etc.). Pensémoslo bien: ¿cómo puede una 'mostra' cinematográfica ofrecer apartados especializados para el cine de animación o el documental español o hispano si en muchísimas ocasiones a duras penas se llega a tener en cartera a un par o tres de films que puedan amoldarse a dicha tipología?
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La primera noche de mi vida, la ganadora del primer Festival de Málaga. |
Ahora bien: parte de ese problema no es sólo responsabilidad directa del equipo malagueño.
En el mercado primaveral, el cine español suele vivir momentos de cierta inactividad. Tradicionalmente, en España se ha rodado en verano y se ha estrenado en otoño-invierno, coincidiendo con la llegada a las salas de los títulos extranjeros de éxito (no norteamericanos, casi siempre venidos de algún gran festival). El esquema está tan marcado y viene de tan lejos que Málaga, por una cuestión lógica de calendario, difícilmente puede amoldarse a esa convención: las películas españolas potentes no pueden cursar en el festival porque todavía no están terminadas, y la abultada oferta de festivales locales y foráneos resulta demasiado tentadora para distribuidores, directores y productores (con Sevilla pisándole los talones como referente andaluz, y con San Sebastián convertido en gran bastión del cine 'made in Spain'). El éxito reciente durante el primer trimestre de
Ocho apellidos vascos o
Perdiendo el norte, así como el recuerdo de otros bombazos no tan pretéritos (el primer
Torrente se estrenó en fechas primaverales), debería ayudar a reorganizar las piezas del tablero, pero somos animales de costumbres: si en dieciocho años no se ha producido el cambio, parece imposible lograrlo a estas alturas.
Málaga sí ha conseguido imponerse como punto de encuentro: de hecho, es uno de los certámenes en los que se produce mayor conexión entre público y actores, con las obvias repercusiones económicas que tiene el festival para la ciudad. Lástima que esa reunión no congregue a todos los sectores de la industria: da la sensación de que Málaga simplemente proyecta films, pero no trabaja para convertirse en trampolín comercial de dichos títulos (año a año, la lista de películas con presencia en el festival que posteriormente desaparecen por el camino, sin apenas contar con un estreno mínimamente digno, debería encender todas las alarmas). Tampoco ayuda la escasa repercusión del festival, ya no a nivel internacional (cuyo peso es, directamente, inexistente), sino a nivel local: el ente público emite y promociona los principales actos de certámenes como los de Donosti, Valladolid o Gijón, pero Málaga siempre ha ido por libre, de forma que los que no son cinéfilos, a pesar de seguir día a día la crónica cultural del país, a duras penas conocerán las películas a concurso, sus responsables y sus fechas de lanzamiento.
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Los León, habituales en Málaga. |
Porque, al final,
cuando hablamos de festivales, podría decirse aquello de 'por sus palmarés los conoceréis'. Y en ese aspecto, Málaga tiene muchas asignaturas pendientes. Los errores en las premiaciones son varios y obedecen a criterios enteramente personales (aprovecho para citar cuatro ejemplos): en el año 2000,
Sexo por compasión se impuso inexplicablemente a
Leo y
Krámpack; en el 2006,
Los aires difíciles ganó injustamente a
Azul oscuro casi negro; en 2010, la olvidada
Rabia encontró espacio en el podio en detrimento de
Planes para mañana,
Herois o
Bon Appétit; y recientemente, en 2013, la segunda biznaga para Querejeta con motivo de sus
15 años y un día dejó sin el principal reconocimiento a
Stockholm, la sensación de su edición). Con todo, los errores 'malagueños' van más allá: el más grave, la entrega de premios a los mejores actores secundarios con una sección de films a concurso tan reducida (¿alguien ha ido al cine porque el film en cuestión ganó en Málaga? Mejor no contestar). Además, si pensamos en los escasísimos títulos venidos del festival mediterráneo que luego tienen presencia en los Goya nos daremos cuenta que el festival dista de tener el peso deseable incluso entre los sectores académicos.
Pero que todo lo anterior no suene a mera concatenación de errores... Indudablemente, queremos que Málaga brille año tras año por el bien de nuestro cine. El festival tuvo un momento dulce hace una década, y en la actualidad, el surgimiento de nuevos autores y la democratización artística producida por el crowdfunding y paralelos hace pensar en Málaga como el epicentro perfecto para que muchos nombres puedan afianzarse en el competido panorama cinematográfico. Los descubrimientos recientes de Stockholm o Todos están muertos hacen pensar en esa nueva vía. Pero... ¿se atreverán a ir a Málaga esos mismos directores cuando ya estén mínimamente consolidados? La respuesta, dentro de 18 años. De momento, celebramos el arranque de una nueva edición y deseamos toda la suerte del mundo a sus responsables. Estaremos atentos a todo lo que dé de sí la sección oficial.
18 AÑOS DEL FESTIVAL DE MÁLAGA:
LAS BIZNAGAS DE ORO MÁS DESTACADAS
8. LA VERGÜENZA, de David Planell (2009)
Planell, hasta ese momento un gran cortometrajista, sorprendió a todos con un drama descarnado que puso sobre la mesa los aspectos menos amables de la paternidad y el sistema de adopciones.
La vergüenza tuvo poquísima repercusión en salas, pero merece figurar en la lista de las ganadoras más destacadas. Ese año,
Fuga de cerebros se puso al público en el bolsillo,
Pagafantas se convirtió de inmediato en título de culto y
Tres dies amb la família fue la mejor obra en liza (acaparó casi todo el palmarés).
7. ELS NENS SALVATGES, de Patricia Ferreira (2012)
Ferreira ofreció en
Els nens salvatges una estimable acercación a los conflictos y a las pulsiones de la adolescencia. Film con grandes interpretaciones y un pulso narrativo notable que en seguida se convirtió en el favorito de los presentes en Málaga.
Carmina o revienta fue el boom del 2012,
A puerta fría también destacó y
El apóstol se convirtió en una de las apuestas más arriesgadas de la historia del festival.
6. TORREMOLINOS 73, de Pablo Berger (2003)
Antes de que Berger pasara a la historia como el firmante de la rotunda
Blancanieves, el director defendió
Torremolinos 73 en un certamen que aplaudió el medido ejercicio de comedia ligera y revival estético. Cámara y Peña fueron los protagonistas de ese año, y la taquilla no fue del todo mala. Curiosamente,
Planta cuarta, bombazo posterior en la cartelera otoñal, pasó desapercibida. Lo mismo ocurrió con
La vida mancha, una gran película que no nos cansamos de reivindicar.
5. 10.000 KM., de Carlos Marqués-Marcet (2014)
Victoria indiscutible para Marqués-Marcet con su (des)amor informático.
10.000 Km. fue y sigue siendo una de las películas más carismáticas de los últimos años.
Carmina y amén y
Kamikaze gustaron al público (luego, en su lanzamiento en salas, tuvieron éxitos moderados), y
Todos están muertos logró sobrevivir a la disputada temporada de premios. El posible patrón de las 'biznagas pequeñas, arriesgadas y originales' que nos puede deparar el futuro.
4. BAJO LAS ESTRELLAS, de Félix Viscarret (2007)
Otra ópera prima en la lista.
Bajo las estrellas nos encanta, y fue con diferencia la mejor propuesta de su año. Tras ella,
Ladrones,
Concursante y
Pudor dibujaron una sección más interesante de lo habitual. La chispa de San Juan fue la reina absoluta del 2007. ¿No merecía figurar en el Un certain regard de Cannes? De largo...
3. EL OTRO LADO DE LA CAMA, de Emilio Martínez-Lázaro (2002)
El éxito de taquilla más destacado en toda la historia de Málaga. Tuvo que venir un clásico de la risa ibérica, Martínez-Lázaro, para dar al certamen andaluz su película más emblemática. Musical generacional y vodevilesco que tuvo una segunda parte y un genial 'spin off' (Días de fútbol). Smoking Room y El alquimista impaciente se proyectaron ese mismo año.
2. TAPAS, de José Corbacho y Juan Cruz (2005)
De Corbacho, hasta entonces un humorista muy querido, se podía esperar cualquier cosa.
Tapas rompió todas las expectativas (para bien). Tragicomedia costumbrista, con un gran reparto y un medido sentido del humor. En los cines funcionó a las mil maravillas, ganó dos Goyas y sigue reuniendo a muchos fans con cada reposición televisiva. A mucha distancia,
20 cm.,
El calentito y
Heroína marcaron el pulso malagueño de ese 2005.
1. HÉCTOR, de Gracia Querejeta (2004)
Admite debate, pero para el que escribe sigue siendo la mejor película de Gracia Querejeta.
Mar adentro, cual marea, no dejó espacio para nadie (14 Goyas de 15 nominaciones), pero ese 2004 se recordará como una de las cosechas más notables y variadas del cine español. Con
Héctor, Málaga daba cobertura a uno de los mejores trabajos de la temporada. En la sección oficial también figuraron
Incautos,
Cosas que hacen que la vida valga la pena y
León y olvido entre otras.