lunes, 26 de diciembre de 2016

CRÍTICA | LA MADRE, de Alberto Morais


Ausencias que están muy presentes
LA MADRE, de Alberto Morais
Festivales de Montréal y Valladolid: Sección oficial
España, 2016. Dirección: Alberto Morais Guión: Alberto Morais, Verónica García e Ignacio Gutiérrez-Solana Fotografía: Diego Dussuel Música: Xema Fuertes Reparto: Laia Marull, Nieve de Medina, María Albiñana, Sergio Caballero, Javier Mendo Género: Drama social Duración: 85 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 28/10/2016
¿De qué va?: Aunque sólo tiene 14 años, Miguel es un chico autónomo que intenta que su madre, en paro desde hace años, salga de la depresión que la tiene postrada en la cama. Con tal de escapar de los servicios sociales, Miguel huye hasta la casa de Bogdan y empieza a trabajar en una empresa maderera.



Como viene repitiéndose desde hace varios años, para encontrar el cine español más valiente, también el más notable, hay que irse a los márgenes de la taquilla e incluso de los designios de los festivales. La madre es un ejemplo de ese cine invisible que, para más señas, presenta en pantalla personajes igual de invisibilizados, en su caso por culpa de los estragos de la crisis tanto material como emocional. Con la mirada y la concepción autoral propia de los hermanos Dardenne, Alberto Morais sigue el periplo de Miguel, un joven que sufre el desamparo de su madre y de un sistema que quiere encerrarle entre las cuatro paredes de un centro de menores. El chico lucha hasta lo indecible, pero la película nunca rema a su favor: Morais centra la mirada en el pequeño y al mismo tiempo la desenfoca, hasta el punto de que el espectador recorre la película en constante estado de confusión, sin sentimentalismos ni subterfugios miserabilistas. Esa austeridad lleva a La madre a ser una película "de tesis", y tal vez por ello resultan más interesantes los temas que se derivan de sus imágenes que los fotogramas en sí mismos. Película, en resumen, incómoda (no podría concebirse de otra manera), pero excesivamente depurada, entregada a un análisis social mil veces explotado en la gran pantalla. Queda, con todo, la sensación de que la cinta, tras el fundido a negro, continúa en nuestras cabezas. El poso de La madre, como la influencia de esa figura maternal que deviene protagonista a golpe de ausencias, es silencioso, más cerebral que emocional.


Para rescatadores de películas que, pese a sus virtudes, pasan de puntillas por los cines españoles.
Lo mejor: El aplomo de sus intérpretes.
Lo peor: Resulta un tanto difusa.

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