viernes, 7 de octubre de 2016

CRÍTICA | COLOSSAL, de Nacho Vigalondo


Egos que son monstruos
COLOSSAL, de Nacho Vigalondo
Austin: mejor película. San Sebastián: Sección oficial fuera de concurso. Sitges: Sesión especial
EE. UU., 2016. Dirección y guión: Nacho Vigalondo Fotografía: Eric Kress Música: Bear McCreary Reparto: Anne Hathaway, Dan Stevens, Jason Sudeikis, Austin Stowell, Tim Blake Nelson, Agam Darshi, Hannah Cheramy, Christine Lee Género: Comedia. Ciencia ficción Duración: 105 min.
¿De qué va?: Tras romper con su novio, Gloria decide dejar Nueva York y volver a su ciudad natal. Al saber la noticia de que un lagarto gigantesco aparece todas las noches en Seúl destruyendo todo lo que encuentra a su paso, la chica empieza a creer que la criatura está conectada a ella.


¿Quién podría creer que todas sus acciones ocasionan un cataclismo al otro lado del planeta cual efecto mariposa ? ¿Quién en su sano juicio creería ser la (re)encarnación de una criatura con cuerpo de Godzilla? Un niño, de eso no hay duda. Un niño fantasioso, evidentemente. Y cuando el niño crece, consigue una cámara de cine y reúne un presupuesto con varios ceros, el resultado es una película como Colossal, tan naïf e incoherente como la imaginería de un menor de edad. En el caso de Vigalondo, a la inocencia hay que sumarle altas dosis de pedantería y narcisismo. Nada nuevo para los que hemos visionado con estupor los trabajos previos del director cántabro, pero en esta ocasión se detecta un mayor nivel de aparatosidad, de autoconvencimiento, de "molo mazo y os haré flipar colorines desde la butaca". Colossal, cual reflejo deformado de su firmante, es una película que se cree más divertida y rompedora de lo que realmente es. El conjunto es tan fantasioso que, tras invocar a Spielberg, Abrams, Payne y "vaya usted a saber cuántas referencias más", al espectador no le queda otra que sentir vergüenza ajena. De hecho, su tramo final causa hasta pudor: sabes que Vigalondo se regodeará en el desastre y en el fondo sientes hasta simpatía por él. Seguramente ello explica las críticas indulgentes que recogió el film tras su paso por San Sebastián. Pero cuando realizas una película tan suicida, entiendo que el director debe aceptar todas las reacciones, a la vez que el analista en cuestión debe usar los términos más precisos para describirla. Por nuestra parte, no podemos presentar la película más que como una especie de onanismo fílmico con reminiscencias de la comedia indie, el cine de monstruos y el manga. Muchos huevos, poco talento. Y como es de esperar que al film le sigan batacazos más colosales, y como a este blog ya se le han acabado las existencias de ironía cinéfila, prometemos no escribir nada más de "el susodicho". Una "castaña" gigantesca. 


Para cinéfilos que disfrutan más visionando las cintas nominadas al Razzie que las candidatas al Óscar.
Lo mejor: Durante su primer tramo el invento parece funcionar... craso error.
Lo peor: Hathaway: ¿qué hace una actriz como tú en una película como esta?

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