martes, 20 de septiembre de 2016

SAN SEBASTIÁN 2016 | CRÓNICA - DÍA 5


Día 5: De monstruos y otras especies.

Parte 1: MONSTRUOS.

Quinta jornada en San Sebastián. Llegamos al ecuador del certamen con tres monstruosidades. Que nadie se asuste: hablamos de monstruos ficticios, elaborados a base de efectos especiales, maquillaje y técnicas varias. Y como el tiempo apremia y sólo podemos traeros unas breves notas de cada visionado, os dejamos con una ficha "sui generis" de las tres criaturas del día. Abrimos el catálogo de bestias con Vigalondo y lo terminamos con Bayona, dos directores españoles defendiendo sus dos películas más ambiciosas y dirigidas a un público internacional (de hecho, la première de ambas fue en Toronto). Allá vamos...

Colossal, de Nacho Vigalondo. Sección Oficial Fuera de Concurso.
Monstruo 1. Película: "COLOSSAL". Nacionalidad de la criatura: Hispano-americano-coreana. Nivel de peligrosidad: Mínimo. Arma de destrucción: Puñetazos al aire cual Mazinger Z. Interés cinematográfico: Ninguno. Descripción: Cuenta la leyenda de que a Vigalondo le regalaron unos muñecos de Batman y se creyó Christopher Nolan. El hombre, que tiene suerte y morro, se las ha ingeniado para convertir sus parafilias adolescentes con Godzilla en película. He aquí "Colossal", una cinta con sólo un elemento acorde con su título: el ego del cineasta cántabro. Sí, echamos mano de ironía, pero no queda otra. El largometraje es tan petardo que quien escribe no pudo evitar reírse durante la sesión. No por gusto, sino de vergüenza ajena. La película parece un cruce entre la comedia indie norteamericana (aquella que quiere demostrarte lo molona que es con cada frase... y que termina cayendo antipática) y el cine de ciencia ficción (con las referencias comiqueras, asiáticas y ochenteras que están de moda). Por parecer, algunos hasta han visto en su historia mil y una metáforas la mar de elaboradas. Pasados los cuarenta minutos de metraje, quien escribe no pudo evitar pensar que todo lo que sucedía en la pantalla era una tontería descomunal. De esos films en los que todo parece arbitrario, con exasperantes ganas "de trascender" y "de epatar" al público fan. En el Auditorio Melià de Sitges la recibirán entre clarines y timbales. En el Teatro Principal donostiarra ha habido división de opiniones. Vigalondo sabe montárselo bien, de eso no hay duda. La pena es que, mientras su filmografía suma productos de usar y tirar, una generación de cineastas españoles tienen impedimentos de todo tipo (el más importante, de índole económica) para sacar adelante su ópera prima y siguientes. Eso, si me lo permitís, sí es una "colosal" barbaridad. Diagnóstico: Muerte por sobredosis de narcisismo. Nota: Suspenso total.

Jätten, de Johannes Nyholm. Sección oficial.
Monstruo 2. Película: "JATTEN (THE GIANT)". Nacionalidad de la criatura: Sueca. Nivel de peligrosidad: Casi cero. Arma de destrucción: Un kit de pelotas de petaca. Interés cinematográfico: Escaso. Descripción: El cine venido del frío siempre encuentra su espacio en Donostia. Tras la Concha de "Sparrows", el bloque nórdico persigue nueva victoria, pero difícilmente "Jatten" se beneficiará de tener a Bille August en la presidencia del jurado. La película convierte un deporte-juego tan anticinematográfico como la petanca en una excusa para realzar la vida de un hombre con malformaciones en todo su cuerpo y principio de autismo. La cinta subraya la intolerancia que sufre el personaje (con escenas de una crueldad que roza lo inverosímil, como la agresión en el andén), a la vez que filma su realidad cual película Dogma (véase el momento de la fiesta de cumpleaños, rodada con movimientos de cámara bruscos y estilo casi documental) y retrata sus fantasías con estampas surrealistas (en un mundo paralelo, el hombre, de poca estatura, se convierte en un gigante que destruye todo lo que encuentra a su paso). Como leéis, una mezcla demasiado bizarra como para ganarse nuestro afecto. Una "frikada" intrascendente que también podría encontrar acomodo en la parrilla del Festival de Sitges. Ojalá la cinematografía sueca regrese en un futuro a San Sebastián, pero con títulos más sólidos. Diagnóstico: Muerte por sobredosis de buenismo y fantasía "low cost". Nota: Aprobado raspado.

Un monstruo viene a verme, de J.A. Bayona. Sección oficial fuera de concurso.
Monstruo 3. Película: "UN MONSTRUO VIENE A VERME". Nacionalidad de la criatura: Aunque en su DNI es español, es yanki de pura cepa. Arma de destrucción: Ramas a tutiplén y un tomo de cuentacuentos. Nivel de peligrosidad: Destacable sólo si son las 12:07 de la madrugada. Interés cinematográfico: Enorme, siempre que seas consumidor de Mediaset. Descripción: Bayona ya es más norteamericano que español. El cambio lo consuma en esta imaginería de acuarelas y cuentos medievales. Una madre moribunda, una abuela severa y un niño que acosa a nuestro desvalido protagonista siempre que puede. Ni en una telenovela de Nova hay tanta tragedia tan mal contada. Técnicamente irreprochable pero sin alma. Algunos salían del cine llorando... obviamente, no es nuestro caso. Tiene lo peor de "El orfanato" y "Lo imposible". El camino a los Goya ha quedado allanado para "Tarde para la ira"Diagnóstico: Matrícula de honor en la Universidad Spielbergiana de Los Ángeles. Nota: Pasable para una tarde tonta.

Parte 2: Otras especies.

Playground, de Bartosz M. Kowalski. Sección oficial.
En ocasiones el peor monstruo es el ser humano. No tenemos garras pero somos capaces de las peores atrocidades. Una muestra de los bajos instintos de nuestra especie la tenemos en la Sección Oficial de este 2016, cuyo tema principal es la violencia: cómo se manifiesta, qué la motiva y cuáles son sus víctimas y verdugos. En la jornada de hoy se han sumado a la competición dos cintas durísimas. La más ingrata de todas es "Playground", obra polaca que contiene uno de los planos más impactantes del año: la secuencia sin cortes de dos niños de apenas 12 años ensañándose con un pequeño de pocos meses en un descampado cerca de las vías del tren (mejor no usar palabras más explícitas). Lo que se muestra antes de ese momento, cuya proyección en el Kursaal ha provocado la huida de cientos de espectadores (por estupefacción, o tal vez por indignación: cualquiera de las dos reacciones es perfectamente comprensible), es una muestra más de un cine centroeuropeo seco, de rebordes afilados, diálogos esquivos y personajes harto desagradables. Nada iguala a la potencia de "Plemya (The Tribe)", pero es una cinta que para bien o para mal provoca debate. Difícilmente el jurado podrá ignorarla de cara al palmarés.

As You Are, de Miles Joris-Peyrafitte. Sección oficial.
En paralelo, "As You Are" cuenta la historia de dos amigos cuyos padres acaban de iniciar una relación y deciden irse a vivir en la misma vivienda. Todo transcurre con cierta normalidad hasta que la amistad entre los dos chavales da paso a un romance homosexual. El conjunto acoge la música ambiental y el esteticismo del indie norteamericano, hasta el punto de recordar e incluso imitar algunos de los formalismos de Gus Van Sant. Por desgracia, la tensión que el relato va acumulando durante el metraje estalla en un final desnortado, tan inesperado como decepcionante. Es como si el guión de "As You Are" nos preparara para una catarsis o tragedia final que nunca sucede. Una de esas resoluciones que restan credibilidad a todo lo visto. Con todo, sería injusto despacharla sin más: tiene aspectos meritorios y, a tenor de lo visto este año, lo más sensato es no descartarla de cara al cuadro de ganadores. 

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