viernes, 23 de septiembre de 2016

CRÍTICA | EL REY DEL ONCE, de Daniel Burman


El rey de la nada
EL REY DEL ONCE, de Daniel Burman
Festival de San Sebastián 2016: Sección Horizontes Latinos
Argentina, 2016. Dirección y guión: Daniel Burman Fotografía: Daniel Ortega Reparto: Alan Sabbagh, Julieta Zylberberg, Usher, Elvira Onetto, Adrián Stoppelman, Dan Breitman, Elisa Carricajo Género: Tragicomedia Duración: 80 min. Tráiler: Link
¿De qué va?: Ariel deja su puesto de trabajo en Nueva York para trasladarse a Buenos Aires. Al regresar al barrio donde nació y creció, el hombre recuerda su pasado, a la vez que intenta enamorar a Eva, una de las trabajadoras de la fundación que coordina su padre.


Daniel Burman, al menos en España, es uno de esos directores "que suenan", ni demasiado desconocidos ni demasiado familiares. Tanto en Argentina como en nuestro país se han estrenado puntualmente todas sus películas, pero ninguna de ellas, con excepción de El abrazo partido, tuvo una visibilidad destacable. No parece que El rey del Once, que se presenta estos días en el Festival de San Sebastián, vaya a romper esa tónica, pero sí sirve para darse cuenta que Burman, sin hacer demasiado ruido, ha dado un volantazo a la comedia amable que viene cultivando desde mediados de los 90. El rey del Once es tal vez la película más personal de su director, una especie de film confesional en el que Burman pone en el cuerpo orondo de su protagonista parte de sus obsesiones, un catálogo que parece la adaptación perfecta de un Woody Allen a ritmo de tango, seseante y pringado de dulce de leche. En la película se habla, como no podía ser de otra manera, del judaísmo, de la familia, del amor no correspondido, de las paternidades ausentes y de la vida en los estratos más bajos de la capital. Todo en minúscula y en primera persona, sin demasiado orden, con un guión que parece escrito a vuelapluma. Por todo ello, El rey del Once tiene su encanto, y a la vez es una película tan privada que el espectador siempre se siente fuera del juego que propone su artífice. Ni el drama de este rey destronado resulta especialmente consistente ni la comedia sucede con la agilidad propia de nuestros compañeros "chés". A la postre, El rey del Once no deja de ser una anécdota, el boceto de algo mayor, la estructura de un cortometraje alargado hasta la saciedad o la voluntad de Burman por facturar un cine a bocajarro y a contracorriente. Al menos su visionado sirve para refrescar la memoria en relación a Burman y a su filmografía.


Para amantes de las películas que no cuentan nada y lo dicen todo.
Lo mejor: Su humor absurdo.
Lo peor: Quiere ser liviana y termina por resultar nimia.

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