lunes, 5 de septiembre de 2016

CRÍTICA | DEMOLICIÓN (DEMOLITION), de Jean-Marc Vallée


DEMOLICIÓN (DEMOLITION), de Jean-Marc Vallée
EE. UU., 2015. Dirección: Jean-Marc Vallée Guión: Bryan Sipe Fotografía: Yves Bélanger Música: VV. AA. Reparto: Jake Gyllenhaal, Naomi Watts, Chris Cooper, Polly Draper, Wass Stevens, Judah Lewis, Stephen Badalamenti, Zariah Singletary, Alfredo Narciso, George J. Vezina, Helen Brackel, Ben Cole, Lytle Harper Género: Tragicomedia Duración: 100 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 01/07/2016
¿De qué va?: Davis es un joven banquero casado con la hija de su jefe. Al fallecer su esposa, decide dar un giro radical a su vida tanto personal como laboral. En ese cambio participan una teleoperadora y su hijo adolescente.


Algunos estrenos recientes nos han enseñado distintas maneras de superar un proceso de duelo: desde el trasvase de amistades y sexualidades de Una nueva amiga hasta el retiro rural de la italiana L'attesa, pasando por los desórdenes psíquicos que sufría el personaje principal de Cake, la sensibilidad femenina de Loreak o el halo místico en pleno desierto de Valley of Love. Si algo podemos aprender del cine es que hay tantas maneras de encarar una pérdida como personas implicadas, aunque algunas acciones puedan resultar incomprensibles. El protagonista de Demolición no derrama ni una lágrima, al menos en apariencia, y su posicionamiento ante la esposa fallecida está cercana al resquemor, seguramente porque, al perder lo que intuía como propio, se percata de los lazos endebles que mantenía con la que creía su media naranja. Si el arranque del film parece apostar por la introspección, como sucedía en títulos de pulso maestro como La habitación del hijo y Tres colores: Azul, su desarrollo vira hacia la risa sostenida bajo la fórmula de la tragicomedia indie norteamericana, una combinación tan desasosegante como atractiva. Jake Gyllenhaal brilla con luz propia y aporta dignidad y solidez a un personaje de trazo complejo, primero dedicado a su carrera como asesor financiero y posteriormente entregado a demoler todo lo que tiene a su alcance. Una vez más, el canadiense Jean-Marc Vallée nos ofrece una historia de rabia y rebelión, aunque en esta ocasión no contará con el favor de todo el público. Demolición no deja de ser un título menor en su filmografía, pero tanto la película como su protagonista apelan a nuestro respeto, no a nuestra comprensión. Por eso, cuando Gyllenhaal corre por el paseo marítimo en la última escena de la cinta, uno tiene la sensación, coincidiendo con el fundido a negro, de haber cicatrizado una herida. Una prueba más de que Vallée, en términos generales, ha vuelto a facturar una película digna de ser visionada.


Para espectadores que quieren soltar lastre a grito pelado y a golpe de martillo.
Lo mejor: Esa maravilla apellidada Gyllenhaal.
Lo peor: Le falta mala uva.

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