martes, 8 de diciembre de 2015

CRÍTICA SERIES | MERLÍ (Temporada 1)


Una serie para atesorar
MERLÍ, de Héctor Lozano (creador)
España, 2015. 1 temporada de 13 episodios. Emitida por TV3. Dirección: Eduard Cortés Guión: Héctor Lozano Género: Comedia dramática Duración: 50 min. por episodio aprox. Fechas de emisión: Todos los lunes, del 14/09 al 07/12, a las 22:30h. Web oficial: Link Reparto: Francesc Orella, David Solans, Carlos Cuevas, Pere Ponce, Pau Durà, Albert Baró, Pau Poch, Júlia Creus, Adrian Grösser, Elisabet Casanovas, Candela Antón, Patrícia Bargalló, Mar del Hoyo, Rubén de Eguía, Anna M. Barbany, Marta Marco, Jordi Martínez, Victòria Pagès, Iñaki Mur, Pol Hermoso, Clàudia Puntí, Oriol Pla, Asunción Balaguer
El dato: Merlí ha sido líder de audiencia en todas sus emisiones en Cataluña, superando a programas como La Voz Kids o series como Mar de plástico. Es la serie más vista en TV3 en su primera temporada desde 13 anys i un dia, emitida el año 2008. Las reproducciones de los capítulos en la página web de TV3 han batido todos los récords. La serie se ha convertido en trending topic en numerosas ocasiones y cuenta con un gran grupo de fans en redes sociales. TV3 ha confirmado que la serie contarà con una segunda temporada y Atresmedia ha comprado sus derechos para emitirla en alguno de sus canales, como ya hizo años atrás con Polseres vermelles (Pulseras rojas)



Tengo 25 años, y Merlí es la serie que me hubiera gustado ver diez años atrás. Nuestros jóvenes están acostumbrados a consumir productos adocenados, sitcoms de instituto que potencian clichés y prototipos engañosos. Merlí es una serie adolescente, pero sobre todo muy madura. Transmite valores, invita a pensar y produce emociones. Se dirige a un abanico muy amplio de espectadores: con independencia de la edad que se tenga, se sea alumno o docente, cada uno podrá apreciar en la serie pequeños destellos de verdad, escenas que ha vivido, dudas que ha experimentado y reflexiones que en algún momento hicimos pero que no nos atrevimos a verbalizar. En definitiva: Merlí, por su riqueza artística y su vocación ciudadana, es el modelo de ficción que debería promover la televisión de nuestros días.


Merlí, un personaje redondo y muy complejo, habla y actúa sin filtro alguno, y eso produce un gran malestar en el instituto donde trabaja. Los profesores se sienten incómodos ante sus originales métodos pedagógicos, mientras que su descaro y sinceridad potencia una sorprendente catarsis en cada uno de sus alumnos. La serie hace confluir la evolución académica y anímica de todos los personajes con el temario de Filosofía que el protagonista explica en sus clases, un punto de vista que enriquece su premisa juvenil. En consonancia con esa idea, los títulos de sus episodios coinciden con los nombres de distintos filósofos, demostrando que la verdadera enseñanza educa por y para la vida, partiendo de referentes reales y dispuesta a transformar el devenir de sus protagonistas. Puede parecer un discurso muy poético, una carambola narrativa cargada de idealismo, pero en un momento de zozobra como el que nos ha tocado vivir una serie como Merlí invita al debate y abre los ojos. 


Pero ahí no terminan las virtudes de la serie revelación de esta temporada. Pocas veces podemos encontrar un reparto de actores jóvenes tan brillante, con una solvencia y naturalidad apabullante. La ironía de las 'merlinadas' del magistral Francesc Orella apuesta por un humor inteligente muy loable, en las antípodas de la chabacanería de otras producciones que, a priori, se dirigen a públicos y tratan temáticas similares. La serie contiene uno de los discursos más acertados sobre el despertar de la sexualidad y de la homosexualidad, sin ñoñeces ni eufemismos: estoy seguro que la sensibilidad con la que la serie trata estas cuestiones tenderá puentes entre padres e hijos. Y además, pocas veces el lenguaje de una serie con personajes que estudian bachillerato resulta tan auténtico: en este sentido, el catalán que hablan sus protagonistas es actual, vivo y creíble, muy lejos de las muletillas prefabricadas que solemos escuchar en la pequeña y la gran pantalla actual.


Empecé diciendo que tengo 25 años y que Merlí es la serie que me hubiera gustado ver diez años atrás. Y aquí ya no habla el bloguero que escribe reseñas, sino el alumno que fui no hace tanto y el docente que me gustaría ser en un futuro. Entiendo perfectamente las ansias de Joan por rebelarse contra sus padres, por mucho que éstos sólo quieran lo mejor para él. También a Bruno, una buena persona que de manera inconsciente hace daño a los demás para evadirse de sus fantasmas. O el espíritu de superación de Pol, las dudas de Gerard, los miedos de Ivan, la madurez de Mònica, la humanidad de Tània, la espontaneidad con pasado doloroso de Oliver o las ganas que tiene Berta por sentirse querida y aceptada por el grupo. Trece capítulos para reír y, por qué no, para echar alguna que otra lágrima sana. Sólo queda felicitar y dar las gracias al director Eduard Cortés, a su bastísimo reparto, a su equipo técnico y a su creador, Héctor Lozano: Merlí es una serie para atesorar.

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