jueves, 17 de diciembre de 2015

CRÍTICA | B, de David Ilundain


Se abre el telón y sale Bárcenas diciendo barbaridades...
B (B, LA PELÍCULA; B DE BÁRCENAS), de David Ilundain
Premios Goya 2016: Nominaciones al mejor actor protagonista, mejor actor de reparto y mejor guión adaptado
España, 2015. Dirección: David Ilundain Guión: Jordi Casanovas y David Ilundain Fotografía: Ángel Amorós Reparto: Pedro Casablanc y Manolo Soto Género: Tragicomedia judicial Duración: 75 min. Tráiler: Link Fecha de estreno en España: 18/09/2015
¿De qué va?: Tras 18 días en prisión, Luis Bárcenas es trasladado hasta una sala de la Audiencia Nacional. Para sorpresa de todos los presentes, su declaración da un giro de ciento ochenta grados y empieza a destapar la contabilidad oculta del Partido Popular. ¿Es el testimonio de un hombre con el ego subido? ¿La estrategia chulesca de un tipo que no tiene nada que perder? ¿La venganza de alguien que se sabe solo y abandonado por sus compañeros de filas? ¿El plan maquiavélico de un sinvergüenza que quiere hacer daño sin ton ni son?


B es una película. Primero fue una obra de teatro. Pero antes, fue un suceso real. El film de David Ilundain da cuenta minuto a minuto, palabra por palabra y gesto por gesto de todo lo que aconteció en la Audiencia Nacional el 15 de julio de 2013 durante la primera declaración judicial de Luis Bárcenas, el que fuera tesorero del Partido Popular. La pregunta es inevitable: ¿qué sentido tiene trasladar al cine un pasaje real? Y tras ver el film, la respuesta es fácil: mucho. La recreación, diseñada a modo de intercambio dialéctico entre juez y acusado, es un fascinante juego de máscaras que parece sacado del mejor teatro clásico. El mayor mérito de la obra es convertir al infausto Bárcenas en un interesantísimo personaje de ficción, con la estética del hijo bastardo de un Corleone ibérico y con una actitud entre lúcida y guiñolesca, cargada de sagacidad, ironía y locuacidad muy medida. Vaya, que estos 70 minutos de interrogatorio aportan mucho más que largas horas de telediarios y crónicas periodísticas. 


Nada más empezar, uno se sorprende por la capacidad de mímesis de Pedro Casablanc y Manolo Soto. En segundo término, la cabeza del espectador va acumulando tantos datos que se sitúa al borde del colapso, entre la vergüenza ajena y el 'reír para no llorar'. Y al acabar la película, la duda sobre quién es Bárcenas (¿víctima? ¿verdugo? ¿payaso? ¿caradura? ¿todo a la vez?) persigue a cualquier cinéfilo y ciudadano mínimamente despierto. Efectivamente, B es una película, pero no una película cualquiera. Fue un suceso real, por increíble que parezca: ni Berlanga acumulaba tanta labia y farsa en sus corales guiones. Y cuando la realidad y la ficción se confunden, el cine se convierte en un arma perfecta para radiografiar los cimientos podridos de un país. El nuestro. Aunque duela. Formalmente aporta poco, pero el valor de B es otro: condensar la realidad en apenas 70 minutos de cine denso y apasionante.


Para los que no saben a quién votar en las próximas elecciones.
Lo mejor: Pedro Casablanc. Gracias a la película sabemos que nunca debemos comprar en Mercadona.
Lo peor: Que lo visto sea verdad. La intervención de los secundarios que escuchan la sesión descentra el duelo principal.

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