domingo, 19 de julio de 2015

CRÍTICA | EL DESPRECIO (LE MÉPRIS), de Jean-Luc Godard


EL DESPRECIO (LE MÉPRIS), de Jean-Luc Godard
Largometraje del jurado nº 04: Cinoscar Summer Festival 2015
Francia, 1962. Dirección: Jean-Luc Godard Guión: Jean-Luc Godard, a partir de la novela de Alberto Moravia Duración: 100 min. Género: Drama. Cine dentro del cine Tráiler: Link Reparto: Brigitte Bardot, Michel Piccoli, Jack Palance, Georgia Moll, Fritz Lang
Elección y presentación de Miguel Calvo: La Nouvelle Vague revolucionó la manera de hacer cine, y Le Mépris es la pieza clave de la pirámide de esta nueva forma. Desde la primera escena con el culo de Brigitte Bardot en primer plano se hace una presentación de intenciones: el gusto por la estética. La conjugación del juego de imágenes con la música clásica es un ejercicio de hipnotismo que en mi caso funciona hasta el demoledor final. Se nota que Godard disfruta como un niño ejecutando la acción de este film, que suda metacine, regalándonos largas secuencias que son toda una obra de ingeniería plagadas de puzles de color, espejos, paseos, historia, culos monumentales, y monumentos espectaculares. Los elementos químicos que emanan Piccoli y Bardot se pueden percibir en la pantalla, las texturas se pueden acariciar, y los diálogos perforan las imágenes. Le Mépris es toda una experiencia, incluso extracinematográfica, que emociona y está llena de vida.


RESEÑA XAVIER: Entre la crónica matrimonial y la ficción conceptual, Godard despliega su arte (a ratos genial, por momentos pedante) en El desprecio, una película que genera división de opiniones y que sigue tan fresca, polémica y poliédrica como el primer día. El director francés propone un ejercicio de metacine sirviéndose de diálogos muy bien hilvanados y escenas mecidas por una cadencia lenta y perturbadora. Aunque a veces resultan más interesantes las ideas que desprende que lo que realmente cuenta, El desprecio tiene la virtud de llamar la atención del espectador con una vehemencia y una potencia de la que carece el cine contemporáneo. Godard habla de la caída del imperio cinematográfico, se detiene en el derrumbe de una pareja y culmina su criatura con un final desestabilizador: los personajes despreciados y despreciables fallecen de forma fortuita, inesperada y cruel, mientras que los supervivientes afianzan su lugar en el mundo en calidad de seres creativos y creadores. Estoy plenamente seguro que volveré a ella en un futuro, y seguramente apreciaré matices que ahora se me escapan. ¿Y si Ulises alargó su odisea porque no deseaba reencontrarse con Penélope? ¿Y si el desprecio es un arma de doble filo capaz de crear y de destruir al mismo tiempo? Cuestiones interesantes que, con una mayor fisicidad y con una estética menos engolada, llevarían al éxtasis cinéfilo.

------------------------------


RESEÑA DANIEL: Godard, con un estilo apartado, distinto, firma esta película como un artista cincela una hermosa escultura. La fascinante pieza artística que crea, se graba en la mente y el alma. El desprecio es una película íntima, profunda, metódica; una mirada a los vacíos emocionales que riegan al ser humano, y en donde las contradicciones más sentidas dan a luz. Por medio de largos y estéticamente perfectos travelings, somos invitados a observar una historia que fluye con un tufo a clásico (casi que podríamos decir que de la nouvellge vague tiene poco), donde la crisis amorosa y la crisis artística son comparadas con fuerza y se entiende un mensaje que compromete al mismo espectador: la avaricia, la traición, los celos, algunos de los males ineludibles del ser humano se ponen de manifiesto. El desprecio es un poema que funciona en varios niveles, un poema sensual y dramático, con ralentizado humor, con brutalidad musical (una portentosa armonía con la que George Delerues deleita nuestros sentidos) y con magníficas interpretaciones. Una inteligente analogía del amor y el desprecio matrimonial y cinematográfico. ¡Bravo!

------------------------------


RESEÑA ISIDRO: No sé hasta qué punto debo sentirme zafio al decir esto, pero la única idea preconcebida que tenía de esta película antes de enfrentarme a ella era que iba a ver el culo más lustroso del séptimo arte. No sé si es culpa mía que soy así de marrano o es que el culo de la Bardot captó más la atención que la película en sí, que tiene menos chicha de la que aparenta. Aun así, en su tramo central hay un momento en que la película parece buena de verdad: toda la parte del apartamento, donde una sucesión de planos secuencia registran la cotidianidad de la pareja cuya pasión, casi ingenua, vista en la primera escena se va transformando en indiferencia, sospechas, tensiones, desdén y hastío, todo un tira y afloja donde el mal rollo aflora con la misma gratuidad con la que irrumpen los violines de una banda sonora grave y melancólica graciosamente inoportuna. Pero todo lo que sucede fuera del apartamento pierde nuestro interés. La película continúa, pero nos queda una sensación de reiteración mientras nos bombardean constantes referencias literarias y excursos existencialistas disfrazados de transcendencia que no aportan mucho; y así sigue hasta culminar con un final completamente insatisfactorio, de esos que están ahí porque hay que terminar y ya. No sé yo, al final me deja un regustillo agridulce y me da que, pasado el tiempo, lo único que me vendrá a la cabeza cuando piense en ella será, sí, en efecto, el culo de la Bardot.

------------------------------


RESEÑA MAYRA: Reconozco, y con algo de 'vergüenza cinéfila', que esta es la primera película de Godard que veo, y parece que no hemos empezado con buen pie. Le mépris es la filosófica narración de un matrimonio en el que el protagonista, un director y guionista de cine, acepta reescribir un guión y trabajar con un excéntrico productor americano. Si en 8 y medio Fellini ahonda en la frustración del guionista y en La noche americana Truffaut ahonda en todas las alegrías y complicaciones de un rodaje, Godard en Le mépris, con tintes filosóficos y poéticos, pretende ahondar en los gajes del oficio como escritor, director y productor, pero sobre todo tal vez intenta hacer una analogía de como Hollywood trata al séptimo arte como mero negocio. La cinta que pretende ser cine dentro del cine, como tal, carece de pasión. Y si hablamos del conflicto matrimonial de la pareja protagonista, este se convierte hacia el final en un agotador monólogo al que apenas le encuentro sentido. Una cinta que en sus mejores momentos resulta interesante y poética, pero que no me ha terminado de convencer. 

No hay comentarios: