miércoles, 12 de noviembre de 2014

CRÍTICA | PERDIDA, de David Fincher


Mi querida esposa
PERDIDA (GONE GIRL), de David Fincher
EE. UU., 2014. Dirección: David Fincher Guion: Gillian Flynn, a partir de su propia novela homónima Fotografía: Jeff Cronenweth Música: Trent Reznor y Atticus Ross Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Kim Dickens, Patrick Fugit, Tyler Perry, Carrie Coon, Scot McNairy, Lee Norris Género: Thriller psicológico Duración: 150 min. Tráiler: Link Estreno en España: 10/10/2014
¿De qué va?: Amy ha estado en el centro de la noticia desde pequeña. Sus padres, unos escritores de renombre, la convirtieron en una heroína de la literatura infantil. Ahora es Amy la que escribe, pero su obra va más allá de la ficción literaria. Un día Amy desaparece sin dejar rastro y su esposo Nick inicia una búsqueda que se convertirá en un fenómeno mediático. ¿Quién es Amy? ¿Qué ha pasado con ella? ¿Está Amy muerta? ¿Nick es el asesino de Amy? ¿Su principal víctima, tal vez?


David Fincher ha dedicado dos décadas a contar cómo opera una mentalidad afín a la manipulación, cuáles son los mecanismos del engaño y de qué manera el mal se impone en nuestro día a día. En esa filmografía de personajes psicológicamente inestables hay que sumar la Amy de Perdida, seguramente la femme fatale más expeditiva del cine reciente. Y pese a eso, cuesta ver Perdida como un ejercicio puro de cine negro: Fincher se sirve de los géneros, pero los viola y pervierte constantemente, cambiando de estrategia a la velocidad que lo hace Amy en las dos horas y media de metraje. 


A medio camino entre el thriller, la parodia, el terror y el relato social, Perdida configura una suma de capas la mar de estimulante. Un laberinto fílmico en el que el espectador se pierde y se reencuentra en varias ocasiones, en el que los malos pasan a ser buenos, y en el que nada ni nadie es lo que parece. Pero en Perdida nada surge del capricho, nada es casual: aunque la trama a veces penda del hilo más fino, las piezas se unen armónicamente... hasta que Fincher nos presenta su escena final... y el rompecabezas explota y vuelve a desordenarse. Una película estimulante que precisa de la inteligencia y de la complicidad del espectador para poner concierto a un tótum revolútum que defiende el caos como geometría perfecta. Y por encima de sus quiebres narrativos (que no trampas), Perdida deja la desasosegante sensación de haber visitado la cueva del lobo, los espacios más oscuros que configuran la trastienda de las zonas residenciales de Norteamérica (y por extensión, de gran parte del llamado Primer Mundo).


La desquiciada Amy cohabita con el asesino de Seven, el hermano tarado de The Game, el maquiavélico Zuckerberg de La red social y la Lisbeth oscura de Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres, pero su figura resulta más terrorífica, porque podría ser nuestra vecina, nuestra pareja o nuestra mejor amiga. Y es ahí cuando Fincher vuelve a dar en el clavo y nos obliga a relativizarlo todo, incluso la propia ficción: ¿somos quienes creemos ser? ¿de qué somos capaces? Cine que hace preguntas, preguntas que provocan dudas... y dudas que ponen sobre la mesa una evidencia: Fincher, uno de esos genios sin una película mala en la recámara, ha vuelto a brindarnos un film para la historia.

Lo mejor: Es imposible despegar los ojos de la pantalla. Fincher nos descubre la gran actriz que siempre fue Rosamund Pike.
Lo peor: Su condición de 'reto narrativo' no gustará a todos. Su sinopsis ya es en sí un spoiler. Neil Patrick Harris: ¿un exnovio demasiado improbable?

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