viernes, 31 de octubre de 2014

CINE ESPAÑOL | EL ARTE DE MORIR, de Álvaro Fernández Armero


Sé lo que hicisteis con vuestro mejor amigo
EL ARTE DE MORIR, de Álvaro Fernández Armero (España, 2000)
¿De qué va?: Hace cuatro años, Nacho, un joven con aficiones un tanto extrañas, desapareció sin dejar rastro. Sus antiguos compañeros de universidad han conseguido rehacer sus vidas e independizarse, pero entre ellos no hay apenas contacto. El grupo se ve obligado a reunirse de nuevo cuando Quintana, un insistente inspector de policía, encuentra una nueva prueba que podría reabrir el caso. Es entonces cuando los jóvenes deben enfrentarse a un episodio del pasado que no han conseguido cicatrizar y que ha provocado la discordia entre unos y otros: Nacho fue asesinado... a manos de sus mejores amigos.
Palmarés: Nominación al Goya a la mejor canción original (era el primer año que se concedía el Goya en esa categoría: ganó la pieza de la película Fugitivas).


Gracias al éxito de Scream, a finales de los 90 el cine norteamericano adoptó la fórmula del slasher adolescente en infinidad de títulos que casi nunca lograron superar a los films de Wes Craven. La influencia afectó a cinematografías paralelas como la española, añadiendo a la nueva moda del terror el interés local por ver a jóvenes actores surgidos en su mayoría de franquicias televisivas en tramas imposibles: El arte de morir y Nadie conoce a nadie fueron las primeras en abrir esta vía, seguida posteriormente con cintas poco o nada interesantes como School Killer, Tuno negro, Más de mil cámaras velan por tu seguridad o No debes estar aquí

Una década después, y con el slasher enterrado en el baúl de los recuerdos cinéfilos, vale la pena echar la vista atrás y observar qué queda de ese pequeño fenómeno que solo parece rebrotar en contados títulos, a su vez proyectados en festivales muy concretos. De todas las citadas, El arte de morir es la que tuvo que lidiar con más prejuicios por ser la primera en estrenarse: nadie esperaba que un director como Álvaro Fernández Armero, curtido en historias juveniles a caballo entre el drama y la comedia amable, aceptase rodar bajo la batuta de un guion ajeno y bajo el influjo yanki de ese tiempo. Con todo, hay que reconocer que El arte de morir, siendo ante todo un juguete de clara vocación comercial y escaso interés artístico, no solo subvertía el esquema del slasher y lo acercaba al terreno del thriller psicológico, otra moda paralela gracias a nombres como El sexto sentido, Stigmata o El último escalón, sino que contenía una historia de culpabilidad, redención y muerte muchísimo más adulta que sus compañeras de (sub)género.


El film de Fernández Armero sitúa la acción en espacios fríos y vacíos para que el espectador no tenga ninguna distracción a la hora de asistir a la muerte de sus jóvenes y no siempre simpáticos protagonistas, y a la vez esa opción estética queda justificada por la naturaleza de la historia: a medida que van muriendo los miembros del grupo, la pareja protagonista se da cuenta del mundo que se desvanece ante sus ojos, y finalmente el relato coquetea con otras dimensiones y posibilidades místicas que engrandecen el cliché de 'asesino mata a púberes incautos'. Ni qué decir que el film cuenta con una Elsa Pataky demostrando la mala actriz que siempre ha sido, que la matanza no tiene ningún sentido y que algunos trucos de guion invitan al sonrojo (el momento del incendio en el bloque de pisos abandonado, entre otros). Ahora bien: El arte de morir, la película española más taquillera del primer semestre del año 2000, es tal vez una de las obras más curiosas y 'rescatables' de su tiempo, y lo es porque a diferencia de muchos toma rasgos de otros y los adapta, en lugar de realizar una burda fotocopia sacacuartos.


Para melancólicos del slasher.
Lo mejor: Cierta frescura de un cine español juvenil que ya no existe.
Lo peor: Los trucos y las trampas de su guion.


jueves, 30 de octubre de 2014

CRÍTICA | AZUL Y NO TAN ROSA, de Miguel Ferrari


AZUL Y NO TAN ROSA, de Miguel Ferrari
Venezuela, 2013. Dirección y guion: Miguel Ferrari Fotografía: Alexandra Henao Música: Sergio De la Puente Reparto: Guillermo García, Carolina Torres, Hilda Abrahamz, Ignacio Montes, Elba Escobar, Beatriz Valdés, Juan Jesús Valverde Género: Tragicomedia Duración: 110 min. Tráiler: Link Estreno en España: 25/04/2014
¿De qué va?: Diego y Fabrizio quieren formalizar su relación, pero una serie de imprevistos cambiarán sus planes. Una pandilla de jóvenes homófobos pega a Fabrizio y el hombre ingresa en el hospital con pronóstico grave. Armando, el hijo de Diego, vuelve de España a Venezuela. Una de las mejores amigas de Diego está cansada de que su marido le propine palizas y le pide ayuda. Y mientras, Diego debe compaginar todo ello con su trabajo como fotógrafo, visitas familiares y escapadas a un bar de ambiente donde actúa Delirio, una de las personas más importantes en la vida de Diego.
Palmarés: Goya a la mejor película iberoamericana del 2013.


El cine suramericano está viviendo una segunda juventud gracias a su presencia en los festivales más importantes de medio mundo. Y en todo ese contexto, no es casualidad que dos plataformas que han apostado durante muchos años por el cine latino, el Festival de San Sebastián y los premios anuales de nuestra Academia de Cine, hayan premiado en sus últimas ediciones a dos películas venezolanas: en Donosti, Pelo Malo se alzó con la Concha de oro; y en la gala de los Goya, Azul y no tan rosa venció en el apartado de mejor cinta iberoamericana superando a propuestas como Gloria, La jaula de oro y Wakolda (El médico alemán). A falta de conocer más datos sobre el estado actual de la cinematografía venezolana, dos logros tan notables en tan poco tiempo pueden ser la demostración perfecta de que el cine de un país tan exótico y escaso en nuestras salas como Venezuela está pidiendo a gritos su espacio, más si cabe teniendo en cuenta que las dos cintas citadas son historias muy críticas con la sociedad y sobre todo con la política del país. ¿Estaremos dando la bienvenida a una nueva de títulos y autores venezolanos? Lo deseamos.


El caso de Azul y no tan rosa es, además, especialmente significativo. En Venezuela, el film se convirtió en uno de los éxitos de la temporada con alrededor de 600.000 entradas vendidas, todo un mérito si tenemos en cuenta que la película aborda cuestiones como el matrimonio homosexual en un país donde a día de hoy no existe una legislación específica que defienda o promueva los derechos de gays, lesbianas y transexuales. La ópera prima de Miguel Ferrari también deja espacio para una velada crítica y ridiculización de ciertos formatos televisivos (imaginamos, muy populares en Suramérica), y no utiliza eufemismos a la hora de describir la cultura machista predominante, tanto cuando la película describe al padre del protagonista o cuando se nos cuenta la historia de una mujer que sigue atada por impositivos sociales al hombre que la maltrata.

Por todo ello, cuesta valorar Azul y no tan rosa estrictamente como película, o como obra del granado panorama del queer cinema. En este caso, la urgencia de su mensaje, su pancarta a favor de la convivencia y de la tolerancia, puede a cualquier defecto que podamos apuntar en esta reseña. La película dista de ser redonda, por momentos recurre a un cine francamente desfasado que Almodóvar y alrededores ya abordaron hace mucho tiempo, e incluso se le pueden achacar algunas interpretaciones exageradas, algunas frases 'de culebrón de mediatarde' y algunos detalles de fotografía y montaje poco pulidos. Pero todo ello queda en un segundo plano, porque Miguel Ferrari demuestra que con buenas intenciones, poco sentido del ridículo y gran sentido crítico puede construirse una película abierta a todo tipo de públicos y capaz de aportar muchísimo a la causa que promueve. No es de extrañar, en definitiva, que los académicos españoles le concediesen el Goya, no tanto por sus méritos cinematográficos como por la valentía de sus planteamientos. Parte de ese espíritu reivindicativo y de 'dar visibilidad a discursos y cinematografías ocultas' ya podía detectarse en el cabezón que recibió la cubana Juan de los muertos hace un par de ediciones. Ahora sólo queda que tras su paso limitado y fugaz por los cines españoles el público se anime a rescatar Azul y no tan rosa, una obra tremendamente simpática que roba el corazón con muchísima facilidad.


Para tomar el pulso del nuevo cine de América Latina.
Lo mejor: Su naturaleza 'good feeling'.
Lo peor: Algunos apartados técnicos están ligeramente descuidados.

miércoles, 29 de octubre de 2014

CRÍTICA | LOS BOXTROLLS, de Graham Annable y Anthony Stacchi


Monstruos adorables
LOS BOXTROLLS, de Graham Annable y Anthony Stacchi
Festival de Sitges 2014: Sesión especial
EE. UU., 2014. Dirección: Graham Annable y Anthony Stacchi Guion: Irena Brignull y Adam Pava, a partir del libro de Alan Snow Fotografía: John Ashlee Prat Música: Dario Marianelli Género: Animación. Fantasía Duración: 95 min. Tráiler: Link Estreno en España: 27/10/14
¿De qué va?: Cheesebridge vive sumida en el caos. Mientras sus dirigentes organizan encuentros gastronómicos por las noches, un grupo de vigilantes se dedican a caza boxtrolls, unos pequeños monstruos que viven en el alcantarillado y se divierten recogiendo basura. La gente cree que los boxtrolls son unos seres malvados, pero en realidad el verdadero mal está en la superficie. Solo un niño criado por los Boxtrolls puede reestablecer el orden en Cheesebridge...


La animación gótica ha venido para quedarse. Los Boxtrolls sigue la senda de títulos como Los mundos de Coraline, Frankenweenie o El alucinante mundo de Norman, o lo que es lo mismo, películas que pese a sus planteamientos infantiles dibujan unos mundos muy oscuros, no aptos para todos los pequeños de la casa. Los Boxtrolls siguen además la esencia del cine familiar de los 80, con Los Goonies como película de referencia: hay, pese a los recovecos tenebrosos en los que sucede la trama, una reivindicación del espectáculo inocente, de la ingenuidad como virtud del héroe protagonista. Seguramente el film de Annable y Stacchi no conseguirá tener la repercusión de todos los títulos citados, pero merece ser recordado por la creación de los boxtrolls del título, unos personajes la mar de adorables que regalan algunos momentos de impagable cine mudo. Una película singular, tal vez no todo lo trepidante que debería, con unos personajes no demasiado trabajados, que propone una nueva variación del cuento con telarañas. Su público escolar se divertirá con el carisma de sus criaturas, y el público adulto apreciará una historia repleta de referencias cinéfilas con una divertida exposición de las jerarquías sociales. Un entretenimiento perfecto para la víspera de Halloween.


Para seguidores de la animación de estética negra y alma blanca.
Lo mejor: La presentación de los Boxtrolls.
Lo peor: Con un guion más elaborado estaríamos hablando de obra casi maestra.

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martes, 28 de octubre de 2014

CRÍTICA | [•REC] 4: APOCALIPSIS, de Jaume Balagueró


Infección en alta mar
[•REC] 4: APOCALIPSIS, de Jaume Balagueró
Festival de Sitges 2014: Film inaugural
España, 2014. Dirección: Jaume Balagueró Guion: Jaume Balagueró y Manu Díez Fotografía: Pablo Rosso Música: Arnau Bataller Reparto: Manuela Velasco, Mariano Venancio, Héctor Colomé, Paco Manzanedo, María Alfonsa Rosso, Carlos Zabala, Críspulo Cabezas, Emilio Buale, Paco Obregón Duración: 90 min. Género: Terror Tráiler: Link Estreno en España: 31/10/2014
Reseña del film, Crónica 1, Sitges 2014: Link
¿De qué va?: Tras manifestarse un extraño brote viral en un edificio de Barcelona y en una zona cercana donde se celebraba una boda, un equipo formado por médicos, investigadores y militares evacuan en una embarcación a los pocos supervivientes para analizar la infección. Ángela Vidal es estudiada durante una semana y todo parece indicar que no es portadora del virus. Sin embargo, la situación dista de estar controlada y las alarmas se vuelven a encender cuando la infección empieza a extenderse por todo el barco. Ángela deberá volver a iniciar una lucha por la supervivencia: ahora los zombis se encuentran en los camarotes y en los pasillos estrechos de la nave.


Cuando Balagueró planteó el primer [•REC] no podía prever que la crónica de una invasión zombi en un bloque de pisos barcelonés generaría tanta pasión entre los fans del terror. Balagueró acertó en la trama, pero sobre todo en la manera de plantearla: ese 'grábalo todo, por tu puta madre' convertido en forma y ética de la nueva telerrealidad. Pero más allá de la novedad de la primera película, la premisa quedaba bastante limitada a nivel expresivo, a la vez que quedaba abierta a infinidad de giros, cambios, revisitas y amagos de precuelas y secuelas. Teniendo en cuenta todo ello, puede considerarse que la saga [•REC] al completo ha tomado un rumbo coherente. Los cuatro films dibujan un todo irregular y cuestionable, pero también hay que valorar ese cómputo de obras tanto desde la fidelidad de Balagueró y Plaza a los clásicos del terror como a su constante reinvención de principios: a excepción de la segunda película, más apegada a la trama inicial, puede considerarse que el resto de largometrajes han jugado a seguir pero sobre todo a pervertir en tono y contenido lo expuesto en las entregas anteriores. Por eso, el estreno de [•REC] 4: Apocalipsis pone de manifiesto la solidez de [•REC] como experimento único, como gran contenedor de ideas, subgéneros y constantes de ese cine de terror que Balagueró y Plaza convirtieron primero en una pasión y luego en una profesión.  

[•REC] 4: Apocalipsis, el colofón de la serie, es una película de técnica irreprochable que respira una convicción realmente admirable: Balagueró se cree la historia y disfruta con cada animalada de su criatura. El film, vaya, tiene un gran sentido del humor, una capacidad de autoparodia y reseteo interno muy similar a la de [•REC]³: Génesis. También una extraña seriedad, una tendencia a la acción voluptuosa con escenas aparatosas, carreras en espacios cerrados y un sentido del espectáculo muy cercano al cine norteamericano de los 80: la memoria nos lleva indudablemente al primer [•REC], con un recurrente cambio de escenario (los pasillos estrechos de un barco) y una heroína muy diferente (la Ángela Vidal tímida y acobardada de hace siete años es aquí una amazonas que no duda en defenderse con un arma tan curiosa como la espiral del motor de una lancha, cual Teniente Ripley en plena lucha por sobrevivir). 


Como resultado, el hecho de que [•REC] 4: Apocalipsis resulte un film más o menos satisfactorio depende en gran medida de la capacidad de la platea para valorar esa parte graciosa y esa vertiente seria que conviven y chocan durante todo el metraje. Balagueró ha llevado tan al límite el principio de 'grabarlo todo' (o lo que es lo mismo, poner en primer plano todas las variaciones sangrientas y argumentales posibles de las que es capaz en 85 minutos) que [•REC] 4: Apocalipsis funciona a un ritmo muy desfasado que sólo podrán apreciar los fanáticos del desenfreno (de ahí que su estreno se haya realizado en un marco tan afín a las pasiones oscuras como Sitges). Mientras que el film de Plaza se disfrutaba desde la incorrección, como si entre el director y el espectador hubiese un pacto tácito para no tomarse nada demasiado en serio, en [•REC] 4: Apocalipsis sí hay una voluntad por hacer un film de aventuras recio, de clara influencia yanki, y por eso no acaba de convencer el dibujo poco perfilado de personajes, las pobres interpretaciones de algunos miembros del reparto y sus rodeos a la hora de cerrar la infección zombie (conclusión, cómo no, que puede leerse como el nuevo inicio de una quinta parte). 

Nos quedamos, en definitiva, con la parte primera (por su pericia a la hora de reatualizar el found footage heredero de El proyecto de la bruja de Blair) y tercera (por su consciente vinculación a la serie B), aunque no hay que restar méritos a este apocalipsis que dará mucha vida a la cartelera de este Halloween. [•REC] 4: Apocalipsis confirma a Balagueró como un cineasta muy bien dotado a la hora de trazar crescendos finales y vuelve a demostrar la capacidad de nuestro cine por abordar todos los géneros con una soltura realmente admirable (algo que, a juzgar por los visionados sitgenses, no puede decirse de todas las cinematografías europeas). Si hay algo realmente positivo de [•REC] 4: Apocalipsis es que, aun resultando excesiva, deja con ganas de más, con la sensación de que todavía se puede retorcer más la idea surgida hace ahora siete años: solo por eso vale la pena visionar una película que, si bien como film independiente no es demasiado remarcable, sí pasará a la historia como capítulo del conjunto salvaje al que pone punto y final. ¿O solo punto y seguido? Estaremos atentos...


Para los que se divirtieron con los tres [•REC].
Lo mejor: Sus impecables 10 minutos finales.
Lo peor: Hay acción, pero no personajes. 

Posts relacionados:
Reseña de [•REC] 2, de Jaume Balagueró y Paco Plaza
Reseña de [•REC]³:GÉNESIS, de Paco Plaza



lunes, 27 de octubre de 2014

SEMANARIO 74: LOS POSTS DE LA SEMANA

¿Te perdiste algún escrito del blog? Con nuestro semanario puedes recuperar las distintas publicaciones de todas las semanas. En el margen derecho del blog, en la sección 'semanario', puedes (re)leer los distintos artículos ordenados.

CONTENIDOS DEL BLOG


Del 13 al 26 de octubre de 2014

Estreno: Reseña de BLANCA COMO LA NIEVE, ROJA COMO LA SANGRE, de G. Campiotti
Estreno: Reseña de LA VENUS DE LAS PIELES, de Roman Polanski
Estreno: Reseña de EL PASADO (LE PASSÉ), de Asghar Farhadi
Estreno: Reseña de CHEF, de Jon Favreau 

Zinemaldia 2014: Reseña de LASA Y ZABALA, de Pablo Malo
Zinemaldia 2014: Reseña de LA SAL DE LA TIERRA, de W. Wenders y J. Ribeiro Salgado
Zinemaldia 2014: Reseña de SAMBA, de E. Toledano y O. Nakache
Zinemaldia 2014: Reseña de UNA NUEVA AMIGA, de François Ozon

Seminci 2014: Reseña de ALGUIEN A QUIEN AMAR, de Pernille Fischer Christensen
Seminci 2014: Reseña de DOS DÍAS, UNA NOCHE, de los Hermanos Dardenne

sábado, 25 de octubre de 2014

CRÍTICA | CHEF, de Jon Favreau


Comida rápida de 5 estrellas
CHEF (#CHEF), de Jon Favreau
EE. UU., 2014. Dirección y guion: Jon Favreau Fotografía: Kramer Morgenthau Música: VV. AA. Reparto: Jon Favreau, John Leguizamo, Oliver Platt, Sofia Vergara, Scarlett Johansson, Dustin Hoffman, Bobby Cannavale, Robert Downey Jr. Género: Comedia Duración: 110 min. Tráiler: Link Estreno en España: 08/08/2014
¿De qué va?: Carl Casper es uno de los chefs más reputados de Los Ángeles. Aunque su menú funciona y atrae noche tras noche a muchos clientes, Carl aspira a incluir nuevas creaciones en su carta coincidiendo con la visita a su restaurante de uno de los blogueros culinarios más leídos en internet. Todo ello acaba con la paciencia del propietario del restaurante, y Carl Casper es despedido por sorpresa. Tras unos días de incertidumbre, Carl acepta la propuesta de su ex mujer y decide reinventarse como vendedor ambulante de comida rápida. En su alocado proyecto le acompañan su hijo y su mejor amigo.


Aunque como actor puede ser considerado uno de los rostros cómicos de reparto más interesantes de su generación, la aportación como director de Jon Favreau es bastante escasa, si bien algunos celebrarán su vinculación al cine fantástico, más concretamente su trabajo al mando de las dos primeras partes de la saga Iron Man. El terreno de Favreau, pese a todo, está muy lejos de las hazañas de ese superhéroe, ya que su objetivo principal ha sido desde siempre entretener y hacer reír. Todo ello lo consigue con #Chef, film que él mismo dirige, escribe y protagoniza.

Acierto número 1: a la vez que promociona la red social Twitter, se marca el mérito de ser el primer film con título a modo de hashtag, y aprovecha la ocasión para parodiar la gran basura virtual que se esconde en la 'tweetesfera'.
Acierto número 2: se apunta a la moda de los programas y realities de cocina, e ironiza sobre los conceptos de 'alta cocina', 'cocina tradicional' o 'fast food' que tanto utilizan los snobs.
Acierto número 3: da brillo a la comedia amable, detalle que agradecemos especialmente en un momento en el que la industria norteamericana, sumida en un 'efecto Apatow' bastante molesto, no sabe construir tramas mínimamente divertidas si no incluye insultos o escatologías de por medio.
Y acierto número 4: aprovecha la temporada veraniega, en la que bajan los niveles de exigencia del espectador y sube la asistencia a las salas, para vender un producto blanco que entenderán todo tipo de públicos en todo el mundo.

En resumidas cuentas: #Chef gustará a todos, sin entusiasmos, pero más que suficiente para tratarse de un menú ligero. A lo tonto (o tal vez no tanto), Favreau ha cocinado su mejor película. Por una vez, nos gusta creer que el galán gordinflón puede recibir las atenciones de dos bellezas como Scarlett Johansson y Sofia Vergara. Y aunque eso de dar brío a la carrera de un chef vendiendo comida cubana en un camión resulta tan indulgente como imposible, estamos seguros que hasta el crítico culinario de Ratatouille le daría un aprobado. ¡Buen provecho!


Para cocineros, cocinitas y comedores, de la categoría que sean.
Lo mejor: Favreau brilla en pantalla: recomendamos ver el film en su versión original para saborear su interpretación como es debido. Su selección musical.
Lo peor: Hay que recurrir a las clásicas palomitas para saciar el apetito que abre, y de qué manera, la película. ¿Algún día Sofia Vergara dejará de interpretar a la Gloria de Modern Family?

viernes, 24 de octubre de 2014

CRÍTICA | LA SAL DE LA TIERRA, de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado


El mundo según Salgado
LA SAL DE LA TIERRA (THE SALT OF THE EARTH),
de Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado
Festival de Cannes 2014: Premio Especial del Jurado de la sección Un Certain Regard
Festival de San Sebastián 2014: Premio del público, sección Perlas de otros festivales
Francia, 2014. Dirección y guion: Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado Fotografía: Hugo Barbier y Juliano Ribeiro Salgado Música: Laurent Petitgand Reparto: Sebastião Salgado Género: Documental Duración: 100 min. Tráiler: Link Estreno en España: 31/10/2014
¿De qué va?: El fotógrafo Sebastião Salgado lleva 40 años fotografiando las gentes de los cinco continentes del planeta. En esta obra, Wenders, con la ayuda del hijo de Salgado, traza un retrato de la vida y la obra de Salgado: los episodios más importantes de su biografía, las reflexiones vitales tras cada viaje y las fotografías que dieron fama y prestigio al artista de origen brasileño. Juliano acompaña a su padre en sus últimas travesías, coincidiendo con el periodo de desencanto de Salgado. Un homenaje a un hombre, a la naturaleza y a la sal de la tierra: los seres humanos.


Win Wenders es uno de los pocos directores que durante toda su trayectoria se ha mantenido fiel al cine documental. La filmografía de Wenders, como resultado, responde a su personalidad itinerante y ecléctica, se alimenta de obras y talentos de segundos, y se erige en un constante transvase de influencias y texturas. Dentro de esa constante, Wenders ha configurado sus últimos trabajos a modo de homenajes a dos personalidades muy diferentes, tanto en fondo como en forma, pero ambas reivindicables por su no siempre valorada contribución artística: hablamos de Pina y La sal de la tierra. El primero utilizaba el formato cinematográfico para reformular las coreografías de la bailarina Pina Bausch, elevándolas a nuevas dimensiones expresivas y convirtiendo el baile en una experiencia a medio camino entre la analogía del movimiento corporal y la modernidad de la imagen 3D. El segundo, exhibido en Cannes y San Sebastián, opta por una estrategia totalmente distinta: las fotografías de Sebastião Salgado se suceden sin ninguna alteración, como lo harían en una presentación en power point, mientras el propio Sebastião explica el cómo, el quién y el dónde de cada instantánea. 

A priori podría parecer que el Wenders de La sal de la tierra sigue un sistema tradicional de biopic, pero el director alemán sabe ir más allá de fórmulas establecidas. Gracias a eso, el film es una doble exploración a la figura de Salgado, una demostración de que la vida del artista y su obra son dos todos indisolubles, y que la vida que tiene la obra cuenta a su vez con la suficiente fuerza como para cambiar la existencia tanto del que crea como del que contempla la creación. La sal de la tierra se nutre del arte y de la naturaleza, y consigue que el espectador, a diferencia de otros documentales, tenga un papel activo y pueda sentir en sus carnes las reflexiones y las sensaciones del sabio Salgado. Tal vez al film no le beneficia su inevitable tendencia al exhibicionismo (bien pensado, Salgado sale demasiado bien parado en la película: puede apuntarse un leve interés propagandístico para reforzar la producción fotográfica de Salgado), pero es una de las obras más singulares del año, una de esas películas que nos hermanan con nuestra esencia y con nuestro planeta. Cine, en definitiva, de una potencia increíble, bello e inspirador, que vuelve a situar a Wenders en la vanguardia del mejor cine europeo. Imprescindible.


Para seguir explorando el Hombre y la Tierra.
Lo mejor: Contiene palabras e imágenes bellísimas.
Lo peor: Algunos alegarán, y tal vez con un poco de razón, que estamos ante una oportunista defensa de la obra de Salgado y ante una moraleja final propia de un libro de autoayuda.

miércoles, 22 de octubre de 2014

CRÍTICA | SAMBA, de Eric Toledano y Olivier Nakache


'Intocable', parte 2
SAMBA, de Eric Toledano y Olivier Nakache
Festival de San Sebastián 2014: Film de clausura
Francia, 2014. Dirección y guion: Eric Toledano y  Olivier Nakache Fotografía: Stéphane Fontaine Música: VV. AA. Reparto: Omar Sy, Charlotte Gainsbourg, Tahar Rahim, Yilin Yang, Izia Higelin, Jules Abel Logel Género: Tragicomedia Duración: 115 min. Estreno en España: Febrero de 2015 Tráiler: Link
¿De qué va?: Samba es un senegalés que lleva 10 años viviendo en París. Trabaja de lo que puede por un sueldo pírrico, apenas conoce a nadie y vive con la constante amenaza de que la policía se percate de que no tiene papeles. Un día coincide con Alicia, una mujer tímida e introvertida que colabora conn una asociación que ayuda a gente con problemas legales y económicos. Samba ve en Alicia la posibilidad de salir de un callejón sin salida. Alicia ve en Samba una inocencia y una espontaneidad que no encuentra en su puesto de trabajo. Entre ambos poco a poco irá tejiéndose una relación entre personal y profesional, con momentos felices y otros agridulces.


No decimos nada nuevo: los franceses aman la corrección y tienen una especial tendencia al cine bienintencionado. Intocable, la tragicomedia que contaba la relación de amistad entre un tetraplégico adinerado y un joven de las 'banlieues' parisinas, se sobredimensionó hasta convertirse en la película de habla no inglesa más taquillera en todo el mundo, pero en sus adentros no había más que esa manía tan francesa por abordar cierta problemática social por la vía fácil, rebajando la gravedad de los temas tratados y abogando por una trama exportable y populista. Samba, el segundo trabajo de Toledano y Nakache, sigue la senda de su primera película: la fórmula se consolida, y nuestros vecinos vuelven a facturar una película que hará las delicias del público, aunque esta vez difícilmente engatusará a la crítica (que, sorprendentemente, se permitió demasiadas licencias con las tesis ramplonas de Intocable). De momento, parece que el número uno que consiguió el pasado fin de semana en la taquilla francesa (aunque a muy pocos miles de euros de Ninja Turtles) ha borrado de un plumazo la inevitable presión del dúo Toledano - Nakache por volver a dar en el centro de la diana. En España la veremos a principios de 2015, pero en el Festival de San Sebastián tuvimos ocasión de tomar la temperatura al que está llamado a ser uno de los títulos galos más comentados de la temporada. ¿Bailaremos al ritmo de esta samba manipuladora... o la sombra de Intocable será demasiado alargada? Apostamos por lo segundo.


Samba es el nombre de un inmigrante senegalés 'sin papeles' que sobrevive con el sueldo de los trabajos esporádicos que va encontrando. El papel protagonista, que vuelve a recaer en Omar Sy (todavía más cómico y 'pelma' que en Intocable), es, por lo tanto, otro ejemplo de un cine social que quiere reciclar sus miserias por la vía de (son)risa, sin tener en cuenta que, a medida que la supuesta diversión del público aumenta, disminuye en proporciones iguales la veracidad de la historia (por eso cuesta empatizar con el universo de Samba, a pesar del esfuerzo de Sy y del meritorio trabajo de todos los actores secundarios). Toledano y Nakache alivian la gravedad que rodea a su protagonista con la inclusión de dos historias de amor que se desarrollan de forma previsible: Samba acaba prendado de una asistente social que atraviesa una complicada situación personal y laboral, y dos amigos de ambos también hacen lo propio, aunque en su caso la tensión amorosa se transforma directamente en una fogosidad descarada (de nuevo, el drama siempre tiene un contrapunto cómico). Si Intocable tenía algún momento de lucidez, una mínima chispa, Samba carece de todo ello (salvando, quizás, el baile del personaje de Rahim y el gag en el rascacielos). También pesan como una losa sus casi dos horas de metraje (no se necesitaban tantos minutos para contar tan poco). Vaya, que intuímos que los acólicos de Intocable no acabarán del todo contentos, y que los que ya dudaron de esa película (nos incluímos en ese grupo) recurrirán a los adjetivos que ya dedicaron al primer film de Toledano y Nakache para describir Samba. Lo peor de todo es que habrá una tercera entrega y otras tantas: el cine francés de 'la politesse' y 'el eufemismo' seguirá con nosotros durante mucho tiempo.


Para los que consideran que Intocable es, valga el juego de palabras, una película 'intocable'.
Lo mejor: Siempre es un placer ver a Charlotte Gainsbourg en pantalla.
Lo peor: Que la figura del inmigrante quede reducida a la imagen de un mono de feria.

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martes, 21 de octubre de 2014

CRÍTICA | EL PASADO (LE PASSÉ), de Asghar Farhadi


El pasado no vuelve: nunca se va
EL PASADO (LE PASSÉ), de Asghar Farhadi
Francia, 2013. Dirección y guion: Asghar Farhadi Fotografía: Mahmoud Kalari Reparto: Bérénice Bejo, Ali Mosaffa, Tahar Rahim, Elyes Aguis, Pauline Burlet, Babak Karimi, Jeanne Jestin Duración: 130 min. Género: Drama Tráiler: Link
¿De qué va?: A petición de Marie, Ahmad vuelve a París. Ambos fueron pareja hace unos años, tienen una hija en común y ahora ella quiere iniciar los trámites de su divorcio. Ahmad se queda unos días en casa de Marie, pero las cosas han cambiado desde su estancia en Francia: ella tiene una relación con otro hombre y se encarga de cuidar al hijo de él cuando éste trabaja. Un conjunto de verdades, secretos, intuiciones y confusiones hará que todos los personajes se encuentren inmersos en una encrucijada vital.
Palmarés: National Board of Review y nominación al Globo de oro y Satellite Award a la mejor película de habla no inglesa de la temporada. 5 nominaciones a los César franceses, incluyendo candidatura en mejor película. Palma de oro a la mejor actriz para Bérénice Bejo.


Con El pasado, el cineasta iraní Asghar Farhadi corrobora su temple e inteligencia a la hora de abordar tensísimas líneas de guion y complejísimas relaciones humanas. Tal y como sucedía con la anterior Nader y Simin, una separación, El pasado es una película que va ganando en matices a medida que avanza el metraje, cuya tragedia se agranda de forma inevitable cual bola de nieve cayendo por una pendiente sin fin. Farhadi sabe que cada personaje necesita su espacio, que cada uno tiene sus motivaciones ocultas y que las acciones y sentimientos de unos tienen efectos y respuestas inesperadas en los demás. De eso, de un cruce de dolores latentes pero no confesados, habla este sobrio y portentoso drama, un nuevo logro de Farhadi y su confirmación como uno de los cineastas más humanos e interesantes de la actualidad.

El divorcio de una pareja (él, iraní; ella, francesa) se impone como la premisa que arranca la trama. Con todo, la entrada de nuevos personajes (las hijas de ella, el hijo de él) hace que la historia sufra distintos giros. Farhadi tal vez no consigue la potencia y la concreción de su anterior obra, pero El pasado igualmente ofrece escenas de gran belleza, algunas estampas estremecedoras (¡qué plano final!) y unos diálogos inteligentísimos. Bérénice Bejo consigue su mejor interpretación al dar vida a una madre y amante en plena encrucijada vital. La película, como los sentimientos de culpabilidad y vacío, va saltando de personaje en personaje, de subtrama en subtrama, hasta ofrecer un gran mosaico de causas y efectos. Sin buenos ni malos, sin culpables y sin víctimas (todos, al fin y al cabo, navegan en una ambigüedad creíble, real como la vida misma). Sin duda, una de las obras más imponentes de lo que va de año.


Para amantes de películas con muchos secretos y matices.
Lo mejor: El triángulo dialéctico e interpretativo de sus actores.
Lo peor: Su exceso de metraje. Tal vez se guarda algún as en la manga de más y no termina de explotar relaciones a priori tan interesantes como las de Ahmad y su hija.

Posts relacionados:
Reseña de NADER Y SIMIN, UNA SEPARACIÓN, de Asghar Farhadi

lunes, 20 de octubre de 2014

CRÍTICA | ALGUIEN A QUIEN AMAR (EN DU ELSKER), de Pernille Fischer Christensen


La voz y el alma rasgada de Thomas Jacob
ALGUIEN A QUIEN AMAR (EN DU ELSKER, SOMEONE YOU LOVE)
de Pernille Fischer Christensen
Dinamarca, 2014. Dirección: Pernille Fischer Christensen Guion: Pernille Fischer Christensen y Kim Fupz-Aakeson Fotografía: Laust Trier-Mørk Música: Tina Dickow y Marie Fisker Reparto: Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Birgitte Hjort Sørensen, Sofus Rønnov Género: Drama Duración: 95 min. Tráiler: Link Estreno en España: 24/10/2014
¿De qué va?: Thomas Jacob es un cantautor afincado en Los Ángeles que vuelve a Dinamarca para preparar el que será su siguiente disco. Allí conocerá a Noa, su nieto de once años, y se dará cuenta de que su hija tiene problemas con las drogas. Cuando la salud de su hija se deteriora e ingresa en un centro de rehabilitación, Thomas se ve obligado a cuidar del pequeño. Para el chico, Thomas es el abuelo que sólo conoce por la televisión y por las noticias de su polémica vida. Para Thomas, el chico es un extraño que pone patas arriba su vida rutinaria.


Si hay una temática que recorre transversalmente la corta pero fructífera filmografía de Pernille Fischer Christensen es la incomunicación entre personas: de ahí que todas sus películas, en mayor o menor grado, puedan considerarse una exploración de 'el otro' en la Dinamarca bienestante de nuestros días (aunque descrita en términos de frialdad y de hieratismo emocional) y apelen a una empatía tanto interna como externa (los personajes se conocen entre ellos al mismo tiempo que los espectadores van familiarizándose con las vidas magulladas que retrata Fischer Christensen, una fórmula realmente efectiva que explica, entre otras cosas, por qué las obras de la cineasta danesa siempre tienen presencia asegurada en las carteleras y en los certámenes de todo el mundo). Alguien a quien amar, el nuevo trabajo de Fischer Christensen, se exhibe estos días en la Seminci vallisoletana y el próximo viernes llega a las salas comerciales con el aliciente de sus actores protagonistas, dos pesos pesados del cine nórdico: el sueco Mikael Persbrandt, actor fetiche de Simon Staho y conocido por sus intervenciones en El hipnotista o En un mundo mejor; y la danesa Trine Dyrholm, rostro habitual de las obras de Bier y Vintenberg.


En esta ocasión, Fischer Christensen recurre a una figura cargada de mística cinematográfica: el cantante que tras una vida de excesos y de éxitos regresa a su país de origen para saldar cuentas pendientes. Persbrandt dota de fuerza a un personaje inepto en todos los aspectos: su carrera discográfica depende casi por entero del trabajo de su mánager y de algunas amistades del pasado, y en su vida personal es un individuo incapaz de gestionar el dolor que recibió en su día por parte de su padre y el dolor que él mismo infringe a sus más allegados. Afortunadamente, el trágico bagaje del personaje nunca se explicita ni da pie a escenas de factura tremendista: el director prefiere contar por omisión, y en este sentido es muy interesante comprobar cómo los pequeños contactos físicos entre los personajes, los casi imperceptibles amagos de complicidad entre el protagonista y su reducido círculo íntimo (la mano que posa sobre el brazo de su hija drogadicta, las leves caricias que hace a ese nieto que no conoce, las miradas que lanza a su compañera de grabación, etc.), cuentan mucho más del protagonista y sus interioridades que otras escenas donde Fischer Christensen se comporta como una narradora más tradicional (por ejemplo, el momento en que el protagonista se sincera con el pequeño con respecto a su padre alcohólico).  


Alguien a quien amar, por lo tanto, se debate entre dos frentes (la elegancia frente al drama descarnado, la sutileza frente a la tragedia explícita), y aunque el cómputo final reúne bastantes trampas (sobre todo a partir del fallecimiento de la hija del protagonista), el film termina convenciendo por la capacidad de la directora por tocar la fibra sensible de la platea sin que ésta se sienta violentada o asaltada según las fórmulas habituales de cierto cine norteamericano (incluso en sus tramos más discutibles, la película nunca apela a la lágrima fácil). Un mérito ya presente en las anteriores obras de la directora y que en este nuevo título se multiplica gracias al gran trabajo de Persbrandt y Dyrholm: a su comprobada solvencia como intérpretes, cabe sumar el hecho de que en el film cantan sin playback, como si las fronteras entre el actor y el personaje fuesen muy finas, casi irreconocibles. Un film, en resumen, lleno de contrastes que se suma a la notable listas de grandes obras que nos llegan últimamente desde el norte de Europa.


Para amantes de las películas que por fuera son hielo y por dentro son puro fuego.
Lo mejor: Mikael Persbrandt, ese actor capaz de dar vida a cualquier personaje.
Lo peor: El drama pierde fuelle en su segundo tramo. 

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sábado, 18 de octubre de 2014

CRÍTICA | DOS DÍAS, UNA NOCHE, de Jean-Pierre y Luc Dardenne


La dignidad de una lucha
DOS DÍAS, UNA NOCHE (DEUX JOURS, UNE NUIT), de Jean-Pierre y Luc Dardenne
Bélgica, 2014. Dirección y guion: Jean-Pierre y Luc Dardenne Fotografía: Alain Marcoen Reparto: Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Simon Caudry, Alain Eloy, Fabienne Sciascia, Pili Groyne, Olivier Gourmet, Catherine Salée Género: Drama social Duración: 95 min. Tráiler: Link Estreno en España: 24/10/2014
¿De qué va?: Sandra trabaja en una fábrica. Tras estar de baja por unos problemas de salud, se convierte en la más débil de la empresa ante los recortes. Los dieciséis compañeros de Sandra deben votar si quieren cobrar la prima extraordinaria o mantener en la plantilla a Sandra. Tras pedir una segunda oportunidad al responsable de personal, Sandra dispone de un fin de semana para convencer a sus compañeros para que voten a su favor. Dos días y una noche llenos de tensión que resultarán reveladores.


El cine de los hermanos Dardenne no ha hecho más que ganar vigencia debido a la Europa de la crisis. Dos días, una noche sigue confirmando a los cineastas belgas como los grandes abanderados del cine de temática social. No es una película más dentro de una filmografía marcada por la marginalidad, personajes al límite y vidas al borde del abismo: Dos días, una noche es una hija de su tiempo, y tal vez por este motivo estamos ante la obra más comprometida de los Dardenne. Menos sórdida, pero más real. Más impactante y fría, y paradójicamente más humana y reconocible. Es, sin lugar a dudas, la gran obra dardeniana sobre la clase trabajadora, la gran reivindicación del proletariado y la mejor descripción de los estragos del capitalismo. Los Dardenne no sólo se interesan por los aspectos más duros de la realidad: también nos brindan un precioso mensaje en tiempos difíciles. A veces se suele decir que una película es 'necesaria', casi siempre con demasiada gratuidad, pero en el caso de Dos días, una noche el atrevimiento está plenamente justificado, porque estamos ante una obra irreprochable en términos cinematográficos y absolutamente reveladora sobre la Europa del desencanto. Un film que desnuda una injusticia, que se posiciona, pero que nunca resulta partidista o sensacionalista. Con ideas, pero sin ideologías. Dura, pero sin discursos lastimeros. Con vocación de clase, pero no complaciente. Cine en estado puro que sacude el alma y alimenta la mente.


Dos días, una noche es un canto a la resistencia. Uno no lucha por tener dignidad: es el propio acto de lucha, la voluntad misma de luchar, lo que nos dignifica. Por eso Sandra (una grandiosa Marion Cotillard) sale victoriosa, aunque al final del camino no encuentre lo que esperaba. Por eso el personaje entiende que el sentido de su odisea no está tanto en la consecución de un objetivo (conservar su trabajo), sino en el aprendizaje que lleva implícita esa odisea (el personaje relativiza su drama y pone a prueba sus fuerzas durante su tour de force; de alguna manera, la protagonista abre los ojos, se enfrenta a las tragedias que colindan a la suya y aprovecha la situación límite a la que le exponen injustamente sus jefes para reforzar su condición de madre, esposa y mujer). Y también por eso Dos días, una noche va más allá de los límites y de las constantes del cine de los Dardenne para establecer interesantes relaciones con obras de distinta tipología, diferentes nacionalidades y épocas dispares: en las bases de la historia está el De Sica de El ladrón de bicicletas, la tenacidad del personaje y la condición de road movie emocional del relato conecta con ¿Dónde está la casa de mi amigo?, y la obsesión de Sandra por lograr los 9 votos - apoyos que aseguren su puesto de trabajo recuerda a otras historias de mecánica feroz como Doce hombres sin piedad (el poder de la manipulación y la capacidad para relativizar lo que se ve como absoluto está, aunque subterráneamente, en el film de los Dardenne) o Dogville (imposible no recordar el cruel sistema que establecen las gentes del pueblo de Von Trier para la recién llegada Grace: la mujer debe ganarse el afecto de sus vecinos en un par de semanas y cada uno de ellos decidirá su futuro con una votación popular, un sistema muy parecido al que hace frente la heroína dardeniana). Y como todos los títulos citados, Dos días, una noche es un mazazo en toda regla. Pero el golpe que brinda al espectador no aniquila, no nos deja sin asideros, no pretende colapsar nuestros sentidos: el film equilibra didacticismo y verismo, nos anima a seguir en pie de guerra. Una de esas películas que a lo mejor no consiguen mejorar el mundo, pero sí lo enriquecen.


Para cinéfilos y ciudadanos militantes que necesiten una palmadita en la espalda.
Lo mejor: Marion Cotillard: nunca vemos a 'una estrella del cine', sino a una chica normal que podría ser nuestra madre, nuestra hija, nuestra amiga o nuestra vecina. 
Lo peor: Que se le resten méritos por formar parte de una filmografía tan sólida como la de los Dardenne (que se diga, vaya, que es más de lo mismo).

viernes, 17 de octubre de 2014

CRÍTICA | BLANCA COMO LA NIEVE, ROJA COMO LA SANGRE, de Giacomo Campiotti


El amor entiende de colores
BLANCA COMO LA NIEVE, ROJA COMO LA SANGRE 
(BIANCA COME IL LATTE, ROSSA COME IL SANGUE), de Giacomo Campiotti
Italia, 2013. Dirección: Giacomo Campiotti Guion: Fabio Bonifacci y Alessandro d'Avenia, a partir de la novela homónima de Alessandro d'Avenia Fotografía: Fabrizio Lucci Música: Andrea Guerra Reparto: Filippo Scicchitano, Aurora Ruffino, Gaia Weiss, Luca Argentero, Cecilia Dazzi, Romolo Guerrireri, Flavio Insinna Género: Drama romántico Duración: 105 min. Tráiler: Link Estreno en España: 10/10/2014
¿De qué va?: Leo está obsesionado con Beatrice, una chica que va unos cursos más avanzados que él. En especial, Leo ama el pelo rojo de Beatrice. Su día a día está condicionado por los pocos momentos en los que puede ver o coincidir con la chica, pero no se atreve a confesarle sus sentimientos. Un día, Beatrice no va al instituto y su mejor amiga le comunica una noticia terrible: Beatrice tiene cáncer. Leo pronto se pondrá en acción...


Vivimos en tiempos contradictorios. La crisis económica ha traído consigo una mayor competitividad en todos los peldaños sociales y laborales, una deshumanización preocupante de los problemas que sufre la gente de a pié y una total impunidad de los corruptos que nos han gobernado durante muchos años y que todavía ahora se aferran a sus púlpitos y sueldos vitalicios. Queramos o no, la realidad se cuela en el cine (de lo contrario, ¿para qué hacer cine?), pero resulta muy curioso que las nuevas tendencias de las ficciones juveniles estén totalmente desapegadas del malestar general de nuestro día a día (bien pensado, ¿no vamos al cine para evadirnos?). Eso explicaría el éxito de sagas como Crepúsculo, el nuevo boom del cine fantástico, la aceptación de los blockbusters con superhéroes de por medio, la infalible fórmula del 'chico conoce a chica' y otras constantes de la actualidad. 


Para ejemplificar todo lo dicho basta con observar la aceptación popular de un título tan reciente como Bajo la misma estrella: el amor de dos adolescentes enfermos que, obviamente, termina implorando la lágrima del espectador con su dilatado final trágico. Blanca como la nieve, roja como la sangre sigue el mismo esquema y sus similitudes con el film de Josh Boone son notables (target de público similar, adaptación en los dos casos de una novela superventas), pero hay algo en ella que la distancia de todas sus compañeras de género. La cinta italiana tiene una frescura poco frecuente y un personaje protagonista que se acoge a la utopía puber de que todo es posible si se pelea por ello, una premisa tan naif que termina por ganarse la simpatía del espectador. Tan naif como real, porque casi nunca el cine norteamericano sabe llevar a la gran pantalla las pulsiones propias de la edad, la sensación de comerse el mundo, de poder cruzar todas las fronteras sin miedo al fracaso. Blanca como la nieve, roja como la sangre es imposible pero en cierta manera veraz, muy anclada al aquí y al ahora, pero al mismo tiempo con un espíritu ingenuo muy propio del cine de los 80. Bajo la misma estrella idealiza el concepto de amor juvenil, mientras que Blanca como la nieve, roja como la sangre idealiza el ímpetu del joven soñador: puede parecer lo mismo, pero la diferencia, en forma y fondo, es considerable.


Por todo ello, Blanca como la nieve, roja como la sangre se impone como una interesante variación del cine juvenil, con la fuerza de los primeros amores pero sin la ñoñería habitual, con la pesada sombra de la enfermedad pero sin caer en tremendismos. Mientras Bajo la misma estrella opta por deformar la visión de nuestros jóvenes, la propuesta italiana incluye un educativo discurso sobre la amistad, el altruísmo, la fidelidad y la autosuperación frente a los retos más cotidianos. Increíble pero cierto: en pleno siglo XXI, puede hacerse un cine con valores sin que el producto final resulte falsario, cuanto menos rancio. Parece, en definitiva, que no todo el campo es orégano y no todos los amores prematuros son presa cruel de la 'fórmula Moccia': el film de Giacomo Campiotti tiene una energía inusual, eso a pesar de los pesares (las baladas italianas de turno, la obviedad de su triángulo amoroso, el insulso dibujo de los personajes adultos, etc.). Denle una oportunidad: si saben perdonar sus flaquezas (culpa, de nuevo, por el contexto que nos ha tocado vivir), saldrán del cine con una sonrisa de oreja a oreja y con muchas ganas de vivir. Aquello que, por desgracia, Bajo la misma estrella y otros resuelven desde la lágrima fácil e implacable. Aquello, además, que necesita el espectador cansado de que todo vaya tan mal, tanto en la realidad como en la ficción.


Para los que van al cine a recargar pilas.
Lo mejor: Su impecable reparto. Mejora el libro de base, algo que sucede en muy pocas ocasiones.
Lo peor: Que se interprete como una frivolidad sobre el cáncer juvenil.