miércoles, 10 de septiembre de 2014

CRÍTICA | 10.000 KM., de Carlos Marqués-Marcet


10.000 kilómetros, 2 ordenadores, 1 pareja
10.000 KM., de Carlos Marqués-Marcet
España, 2014. Dirección: Carlos Marqués-Marcet Guion: Carlos Marqués-Marcet y Clara Roquet Fotografía: Dagmar Weaver-Madsen Música: VV. AA. Reparto: David Verdaguer y Natalia Tena Género: Drama romántico Duración: 105 min. 
¿De qué va?: Álex y Sergi son una pareja que capean el temporal de crisis como pueden. Un día Álex recibe un correo electrónico inesperado con una oferta difícil de rechazar: una beca con todos los gastos pagados de un año en Los Ángeles. Álex decide irse, por lo que ambos se ven obligados a seguir su relación a muchísimos kilómetros de distancia tras las pantallas de sus ordenadores.
Palmarés: Gran triunfadora del Festival de Málaga 2014: mejor película, director, actriz (Tena, ex-aequo con Elena Anaya por Todos están muertos), guion novel y premio de la crítica. Mejor actor y actriz del Festival de Austin. Premio a la mejor dirección novel del Festival de Seattle. Preseleccionada para representar a España en los Óscar 2015.


El surgimiento del llamado underground español ha permitido la visualización de una notable nómina de autores anclados en la realidad, curtidos en el presente y dispuestos a poner patas arriba cualquier convención. Un relevo generacional que ha revitalizado el cine local: nunca antes nuestro cine había reunido tantas voces eclécticas, tantas miradas tan abiertas a la experimentación y a la reinvención constante. Stockholm, la película más representativa de este cambio, contaba en clave de thriller una historia que en sus adentros escondía un lapidario retrato de nuestros jóvenes, sus formas de interacción y sus problemas vitales. Ahora, 10.000 km., a partir de planteamientos similares (dos únicos actores encerrados en un espacio limitado), sigue explorando ese camino, centrándose de forma todavía más explícita en la crisis económica, la influencia de las nuevas tecnologías y la capacidad de los distintos dispositivos electrónicos para unir y separar a las personas. Stockholm recurría al misterio intrincado, mientras que 10.000 km. opta por la clásica tragicomedia romántica. Eso sí: en ambos casos, por fortuna, con un discurso único e intransferible tanto en forma como en fondo, tan original como reconocible, que bebe tanto del cine de primerísima calidad como de la vida en su estado más puro.


10.000 Km. sorprende y convence con muy pocos recursos. En la parte central del film, descripción de cómo la pareja continúa en contacto vía Skype a pesar de la distancia, el director consigue trazar una evolución sensible y plausible de los personajes: al inicio, la pareja acepta la situación con sentido del humor, y la frialdad de la pantalla de su pc ayuda a fortalecer unos vínculos de intimidad y complicidad mutua que parecían escondidos por el contacto físico, pero poco a poco las pulsiones sexuales y las dudas sobre el futuro hacen mella en ambos, hasta el punto que los contactos vía webcam se reducen y espacian en el tiempo como recurrente muestra del deterioro de la relación. Todo ello le permite a Marqués-Marcet contar las preocupaciones y rutinas de su generación, aprovechándose y a la vez transgrediendo las fórmulas de la historia romántica tradicional: la escritura de un email, con plano fijo en la bandeja de correo de la pantalla del ordenador, la consulta de un muro de Facebook o los segundos de espera entre whatssap y whatssap marcan el ritmo de la película, dan nueva vida al género y son una clara muestra de cómo se comunican las parejas del siglo XXI.


Todo ello queda enmarcado en un prólogo y epílogo más largos de lo habitual que resumen la evolución de los personajes. Marqués-Marcet abre y cierra el film con dos contactos carnales, bellos y tristes en ambos casos, aunque por motivos muy distintos. La película, que se sostiene en todo momento por la veracidad y la entrega de sus dos actores, se distancia de nuevo de las tramas románticas al dejar la narración en suspenso: la irreal culminación del romance tantas veces vista en la gran pantalla da paso en 10.000 Km. al implacable peso de la realidad, por lo que los protagonistas deberán seguir peleando en el futuro, bien por separado o de forma conjunta, para afianzar su proyecto de vida, capeando infinidad de impedimentos. Una bonita forma para acabar una trama que en sentido estricto poco tiene de agradable; una historia de desencanto, narrada desde el desencanto, con grandes destellos de vida y un tenaz sentido de la lucha y la esperanza. O tal vez Marqués-Marcet, entre líneas, ya nos marca el verdadero desenlace del film: el título de la película aparece sobreimpreso en un fundido a negro tras conocer la noticia de la marcha de Álex como muestra de la fractura que ese hecho marcará en los fotogramas siguientes, pero al término del film el título de '10.000 Km.' aparece entre los dos personajes, como si la cifra resumiese la distancia tanto física como psíquica que ha mediado y sigue mediando entre ambos. Una necesaria puesta al día del cine romántico, implacable y sin aditivos, cargada de sensibilidad y de sentido trágico, que dice mucho del aquí y del ahora.



Junto a Stockholm o Her, para conocer cómo vivimos, dónde vivimos y quiénes somos.
Lo mejor: David Verdaguer y Natalia Tena: hacen que lo difícil parezca fácil y, sobre todo, real.
Lo peor: Que se interprete como un experimento sin más.

1 comentario:

Pinguirina dijo...

Es una pena que una película que está teniendo tan buena acogida por la crítica haya tenido una distribución tan limitada.

Gracias por la crítica, me habéis convencido para verla.