domingo, 6 de abril de 2014

Crítica de KAMIKAZE, de Álex Pina


Una película como Kamikaze sirve para tomar la temperatura al nuevo cine español. La comedia local disfruta de un momento de oro con Ocho apellidos vascos, y a ello se suma el entusiasmo que levantaron La gran familia española y Tres bodas de más la temporada pasada. Kamikaze, firmada por Álex Pina, uno de los responsables de series de éxito como El barco, Los hombres de Paco y Los Serrano, es un ejemplo más de película diseñada para el entero disfrute de la audiencia, con un lenguaje muy reconocible pero al mismo tiempo creativo y una gran capacidad por conceder a sus intérpretes unos personajes que les permiten explotar su vis tanto cómica como dramática (aquí se incluye la reivindicación de dos veteranos, Héctor Alterio y Eduardo Blanco). El gran acierto de Kamikaze es su juego de contrarios: el thriller se alía con la comedia coral, la gran factura técnica se conjuga con un guion que cuida a sus personajes... y su mensaje, no por obvio menos necesario en tiempos de discordia, convence a todo tipo de espectadores. No es una operación redonda, pero no es nada 'kamikaze': es un paso más de una comedia local que busca nuevas formas para seguir creciendo, contando, como debe ser, con la complicidad del público.


Kamikaze arranca como una película de Hollywood: Slatan, un joven de Karadjistán con un truculento pasado a sus espaldas, decide autoinmolarse en un vuelo Moscú-Madrid para denunciar la represión que el gobierno ruso infringe a las gentes de su país. Finalmente el vuelo se cancela por culpa de un temporal de nieve y Slatan se ve obligado a convivir con un berlanguiano grupo de españoles en un hotel rural en mitad de la nada. El cosmos tragicómico que dibujan los personajes choca con el mundo de Slatan, hasta el punto de hacer trizas su plan terrorista. Pina continúa la historia con muchísimo cariño, con gags bien armados, flashbacks bastante atinados y un temple poco común en nuestro cine a la hora de dar forma a los pasajes de acción (su prólogo y epílogo no tienen nada que envidiar a las producciones estadounidenses con aviones de por medio). Puede que la unión de comedia, drama y trama policíaca no sea del todo homogénea, pero el film reivindica la diferencia, casi siempre resulta creíble y nunca deja de tener cierto encanto. A simple vista Kamikaze contiene distintas películas en una, pero a juzgar por el buen sabor de boca que ha dejado el film en la reciente Fiesta del cine parece que el público entiende el mensaje de la cinta y sabe perdonar sus contados desajustes. Kamikaze, defectos aparte, cae en el saco de las películas tremendamente simpáticas, dulces por fuera y crudas por dentro, como sucedió hace un par de años con Maktub. En la estepa rusa los personajes dejan aflorar sus heridas y alegrías, y a su vez el crítico atento sabrá ver una bonita referencia a una cinematografía, la nuestra, que se debate entre el costumbrismo de toda la vida y el riesgo de unos guiones ágiles que abren sus fórmulas a sentidos del humor y a contextos del todo insospechados. La comedia 'tópica' de Martínez-Lázaro deja poco pastel de taquilla para repartir, pero tiempo al tiempo: Kamikaze gusta y le espera una gran carrera internacional.



Para amantes de películas blancas, originales y terapéuticas.
Lo mejor: Arriesga y vence, que no es poco.
Lo peor: El excesivamente lacrimógeno personaje de Verónica Echegui.


1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que fue una película muy buena. Me encanta esta película. Gracias por este post. tan hermosa ...

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