domingo, 22 de diciembre de 2013

Crítica de UN LARGO VIAJE (THE RAILWAY MAN), de Jonathan Teplitzky

Muchas de las nuevas producciones sobre la Segunda Guerra Mundial (ni qué decirlo: el conflicto bélico más retratado por el cine) comparten un mismo acercamiento hacia el horror de la contienda. Tanto El lector como Expiación se aproximaban al campo de batalla desde el tiempo del recuerdo, el componente bélico sumaba sin ser el elemento predominante, y la guerra tenía la función de telón de fondo mental en lugar del espacio que en anteriores décadas y títulos fue motivo de grandes aventuras, recreaciones estratégicas y vívidas estampas de violencia. Un largo viaje sigue esa senda, en esta ocasión a partir de la historia real de Eric Lomax, miembro del Ejército Británico que fue capturado y torturado por el bando japonés: las evocaciones de los maltratos y cómo esa terrible experiencia marcó toda su vida posterior es ahora el motor del film de Jonathan Teplitzky, que en consonancia con esta nueva estructura inserta las imágenes de época en recurrentes flashbacks que explican el presente de los personajes. Debido a la cuanto menos familiar narrativa de Un largo viaje, el film resulta en todo momento un producto de fácil visionado y a la vez un largometraje frío, academicista, poco arriesgado y nada emocionante. Allá donde Daldry y Wright respondían con personajes complejos y un guion bien armado, Un largo viaje se defiende con corrección tanto actoral como técnica, pero no consigue crear un clímax o conexión emocional con el espectador, algo imperdonable ya que el film intenta ser la crónica de una catarsis personal a partir del perdón que se sella entre víctima y verdugo dos décadas después de la guerra.


¿A qué se debe, pues, el fracaso de un largometraje tan bien dotado en todos sus apartados? La respuesta es fácil: si bien entronca con la citada nueva ola de films bélicos, al final la obra de Teplitzky se parece más a una tv movie despreocupada del drama de la historia, dato que confirma una escena final tan bella a nivel estético como formularia. Otro aspecto que va a la contra del film es su indefinición: empieza siendo la crónica de un romance para derivar en una historia de amistad truncada (Skarsgard merecía un papel más perfilado) y otra reencontrada (el discutible capítulo final en Singapur), por lo que el espectador recibe los diferentes satélites de la ficción como partes inconexas de un mismo núcleo que no llega a estallar (los sucesos en Vietnam dan para un film independiente, seguramente más jugoso que el presente). En resumen, en Un largo viaje encontramos los ingredientes de la prototípica película de Oscar, aunque desgraciadamente esos elementos se unen de forma discutible. Un cine sin personalidad que gustará a los que quieran una hora y media de evasión a partir de la premisa 'basado en hechos reales'.


Para abonados al drama de época.
Lo mejor: Colin Firth, capaz de salvar lo insalvable.
Lo peor: Pensar qué hubiera hecho otro director con un material tan atractivo.

Nota: 5'5


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