sábado, 21 de septiembre de 2013

SAN SEBASTIÁN 2013 | DÍA 1 | LA MIRADA DEL AMOR, ENEMY y THE ZERO THEOREM

La segunda jornada del primer día del Festival de San Sebastián ha venido marcada por los problemas de identidad, las dobles identidades y en general la cuestión de la difusa identidad del hombre moderno. 
Mientras en el Kursaal deshacían el plástico que cubría la alfombra roja para recibir a las estrellas de la Gala de Inauguración, veíamos Enemy, primera obra de la sección oficial a concurso. Una obra firmada por Denis Villeneuve, cineasta que ya demostró un gran interés por la cuestión identitaria en la sublime Incendies. Enemy es un ejercicio kafkiano en el que se entiende poco se intuye un poco más. Una película que ha sido recibida con encendidos aplausos y algún abucheo. Si las arañas, los arándanos y los monstruos interiores del personaje (tranquilos: se trata de que no entiendan nada) tienen o no sentido es una cuestión que se discutirá muchísimo en los próximos meses. Retengan su nombre: Enemy ya es una de las películas del festival, sea para amarla o para odiarla. En lo personal, el film me interesa al inicio, luego pienso que es un cortometraje estirado, y al final llego a la conclusión que necesito verla otra vez 'sí o sí'. Entre lo ridículo y lo fascinante. Sea como sea, es difícil no sentir interés por una película que pone el rostro y el cuerpo de Gyllenhaal por partida doble en un mismo plano.

The Face Of Love (La mirada del amor) propone algo parecido: la duplicación de cuerpos. La película tiene suficientes virtudes para ser uno de los éxitos adultos de la temporada cuando llegue a las salas. Y ese es justamente el adjetivo más adecuado para la película: 'adulto'. Trata un tema adulto como es la vida que existe después de la muerte del ser querido. Tiene a dos actores adultos que han hecho de cada arruga un plus de experiencia: Ed Harris y Annete Benning están espectaculares, aunque sus papeles, intuimos, están lejos del dramatismo desgarrado que pide la Academia de Hollywood. Y está narrado de forma adulta, con un humor elegante, un halo poético no llevado al extremo y unos diálogos solventes. No convence por entero, básicamente porque el film no sabe resolver el conflicto sobre el que pivota la trama, pero es una película francamente estimable. Lo más destacado: las risas de la platea cada vez que aparecía en pantalla Robin Williams.
Y la jornada ha terminado con The Zero Theorem, lo nuevo del incansable pero sí fatigoso Terry Gilliam. Lo mejor que se puede decir de ella es que no decepciona; o sea, es tan extravagante, indescifrable y deficiente como esperábamos. Mesianismos, grafismos a todo color, muletillas visuales que terminan cansando y un Waltz ultravitaminado. No es un 'trash' puro y duro, pero poco le falta. Al menos a un servidor le mantuvo atento y mínimamente interesado a lo largo de sus 100 minutos. Mejor revisionar Brazil o volver a los intrincados mundos de Holy Motors.

La vida de Adèle de Abdellatif Kechiche, Premio Fipresci a la mejor película del año.

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