jueves, 28 de febrero de 2013

Crítica de 5 CÁMARAS ROTAS (5 BROKEN CAMERAS), de E. Burnat y G. Davidi

El espectro de los documentales nominados al Oscar este año es muy amplio. Y si dicen que en la variedad está el gusto, es interesante observar la inquietud de los premios con mayor escaparate e incidencia en la industria por reconocer y dar a conocer los distintos estilos e inquietudes que aglutina el fructífero género documental. De la realidad tratada cual melodrama y thriller de espionaje de Searching for Sugar Man, pasando por la estructura clásica de La guerra invisible hasta llegar a la filmación subjetiva de esta 5 cámaras rotas media todo un mundo, y solo con esos tres ejemplos queda claro que el cine del presente y del futuro está en ensanchar las barreras del cine documental, que ha dejado de ser un género para suponer un soporte más, y que ha pasado de ser una fórmula fija para abrazar narrativas de lo más heterogéneas. Concretamente 5 cámaras rotas es la explicación de un episodio histórico todavía abierto (el conflicto entre israelíes y palestinos): es una historia de frontera, aunque a diferencia de la notable Los limoneros aquí vemos las filmaciones de un agricultor palestino que asiste día a día a las tensiones entre las dos partes del muro tanto físico como mental que separa un pueblo de otro. Las imágenes de estas cinco cámaras se ordenan de forma cronológica, respetando el avance de los hechos y permitiendo en paralelo la concreción de una historia más personal o familiar que concierne directamente al director que firma. Pese a la innegable eficacia y rotundidad de su discurso, 5 cámaras rotas no deja de ser una nota a pie de página, un relato parcial por imposibilidades técnicas pero también por la convicción de su improvisado cineasta. 5 cámaras rotas, en otras palabras, ni puede ni quiere ofrecer una visión panorámica de la situación de los Territorios Palestinos, mucho menos de las opiniones que circulan al otro lado de la alambrada israelí. Ello hace que el documental sea un tanto escaso y maniqueo, fácilmente desmontable. Burnat y Davidi filman desde la rabia y la necesidad de extender sus voces, pero el espectador atento añorará una radiografía más amplia del estado de las cosas. Una flor no hace primavera y una gota no forma río: 5 cámaras rotas tiene la energía de la narración en primera persona y llega a nosotros como un esputo vomitado desde las mismísimas entrañas, pero incluso situándose en el bando de los verdaderos damnificados esconde cierta carambola cinematográfica, algún ajuste de más con tal de conmover y de mover conciencias. Aunque bien pensado la historia es imposible escribirla desde fuera y 5 cámaras rotas demuestra que ante las injusticias no queda otra que implicarse, saltar al bando de los protagonistas y llenarse de fango. 5 cámaras rotas se ensucia en el momento de poner el objetivo donde lo pone, pero también en los retoques efectistas de su narrador en off. Con todo, nadie le puede negar la banda de film curtidor y necesario. Su nominación al Oscar es el megáfono que ha llevado su protesta a lugares insospechados: esa es su victoria.


Para interesados en saber más sobre estos tiempos convulsos
Lo mejor: La verdad que rezuman sus fotogramas.
Lo peor: Ser solo la pequeña pieza de un mosaico.

Nota: 6

1 comentario:

ElChapa dijo...

Xavier! Podría decirse que estoy de vuelta! Te invito a que pases por el blog y leas y comentes, como en los viejos tiempo y, si te gusta, recomiendes el post a ver si alguien recuerda que estoy vivo.

Un abrazo Sospechoso, y gracias!
Te sigo como siempre